Ramón SOLA
DONOSTIA

Agosto marca otro paso atrás para la tauromaquia

Ha sido el primer agosto sin corridas de toros en la historia de Gasteiz, donde se dan por irrecuperables. En Donostia y Bilbo no se ha conseguido llenar ningún día y habrá problemas para cuadrar las cuentas. Y en Baiona la protesta llegó al ruedo el pasado día 15. La tauromaquia sigue viva en Euskal Herria, pero ha dado este año otro paso atrás salvo en Iruñea. Y con polémicas políticas añadidas, por las visitas de Juan Carlos de Borbón y las banderillas españolas.

Las llamadas «corridas generales» acaban hoy en Bilbo y con ellas se va un agosto que constata un nuevo retroceso de la tauromaquia en Euskal Herria. El mayor exponente es indudablemente la cancelación de la feria de Gasteiz por falta de promotor interesado, con lo que parece muy probable que haya pasado definitivamente a la historia.

No obstante, en Donostia y Bilbo el balance también es pobre para los interesados en su continuidad. En Illunbe, tras la venta de casi todos los abonos el pasado año gracias una fuerte inversión económica basada en la contratación de la estrella indiscutible del escalafón, José Tomás, este año la asistencia ha retrocedido a la cota de hace dos años, cuando el Gobierno municipal de PNV-PSE facilitó la reapertura de puertas en Illunbe. No ha habido un solo lleno y en las cuatro únicas corridas de esta mini-feria se han completado entre la mitad y tres cuartos de grada. Tras el ascenso del GBC, por otro lado, la plaza volverá además a ser pista de basket. Y está pendiente el compromiso municipal de un referéndum al respecto, por el momento frenado en los tribunales españoles.

En Bilbo tampoco se ha logrado un solo lleno, aunque las gradas han presentado un aspecto digno, también entre media y tres cuartos de entrada. El año pasado Vista Alegre ya registró en su balance anual pérdidas de 88.000 euros. La empresa adjudicataria, Martínez Flamari, dejará esta gestión en 2018. Y el Ayuntamiento de Bilbo ya ha apuntado la necesidad de diversificar la oferta en el coso, incluyendo algo «más acorde a los tiempos» y «con más actividades fuera de las corridas». Desde hace cierto tiempo se habla además de la necesidad de reducir las corridas –de nueve a siete u ocho– para restringir gastos.

Siguiendo con las capitales vascas, Baiona saltó a los noticiarios el pasado 15 de agosto debido a la protesta de un activista que saltó al ruedo en plena lidia, con una proclama de carácter vegano y la demanda al nuevo presidente, Emmanuel Macron, de que impida esta práctica. Algo similar había ocurrido poco antes en la vecina Dax, y al igual que allí el espontáneo animalista sufrió las iras de los miembros de las cuadrillas taurinas.

Concluidas las principales ferias de este año, por tanto, solo en Iruñea –y a menor nivel Azpeitia, Tafalla o Tudela– las corridas de toros mantienen una aceptación que garantice su rentabilidad económica en el corto plazo. La capital navarra es la única del Estado que llena sus tendidos a diario durante ocho días, aunque los motivos a todas luces tengan más que ver con la fiesta que allí se desata que con una afición taurina sólida.

Utilización política

Al margen del debate creciente sobre el maltrato animal discurre la cuestión de la utilización política de esta actividad.

Tanto en la Aste Nagusia de Donostia como en la de Bilbo, el propio rey emérito español, Juan Carlos de Borbón, ha aterrizado para presenciar sendas corridas y tratar de reforzarlas en Euskal Herria, en un momento histórico en que en Catalunya ya han sido prohibidas y en Baleares se han restringido por ley hasta hacerlas inviables.

Ilustrativo resulta también el incidente sobrevenido el viernes en Vista Alegre. Quebrando una costumbre no escrita en Bilbo, el torero Cayetano Rivera ordenó banderillear a los astados con los colores de la enseña española (era el día en que acudía Juan Carlos de Borbón). La decisión fue contestada con algunos pitos en los tendidos, y justificada así por Rivera: «Esta es una ciudad que ha sufrido el dolor y el miedo del terrorismo. Hace falta una España unida y yo haré toda la fuerza para que eso ocurra».

En las redes sociales, aficionados vascos a la tauromaquia lo han criticado y alertan de que monarquía y bandera española son malos aliados para la causa.