Nagore BELASTEGI

Antiprohibicionistas por la regulación

Al límite de la legalidad conviven numerosas asociaciones de consumidores de cannabis de Euskal Herria. Ferias como ExpoGrow tratan de socializar la droga con el objetivo de que sea regulada y legalizada, para que todos se beneficien y no haya riesgos. La feria sirve para poner el tema sobre la mesa.

La feria cannábica ExpoGrow reúne cada año a cientos de consumidores y productores en Ficoba, Irun, en un encuentro que sirve para mucho más que para obtener semillas y fertilizantes para cultivar cannabis en casa. Sirve para socializar y normalizar el tema, así como para reclamar su legalización como herramienta para regular la producción.

Esa es la lucha de Gepca (Grupo de Estudio de Políticas sobre el Cannabis), que agrupa a personas de cultura y formación diversas que han analizado cuál es la situación del cannabis en el ámbito estatal.

Además de recopilar sus reflexiones en un par de publicaciones, han presentado una propuesta de regulación con la cual pretenden abrir un debate social que llegue a todos los grupos políticos del Congreso de Madrid con el objetivo de que cambien la legislación.

Xabier Arana, investigador del Instituto Vasco de Criminología de EHU, forma parte del grupo. Destaca que «casi el 90% de las sanciones administrativas que se ponen en virtud de la ley de seguridad ciudadana, la ley mordaza, están relacionadas con el cannabis. Más del 50% de los delitos de tráfico de drogas están relacionados con el cannabis. Los motivos por los cuales se incluyó el cannabis dentro de la política prohibicionista no tienen sentido con los conocimientos científicos que a día de hoy existen sobre la materia», denuncia.

Periódicamente se producen noticias de incautaciones de plantas de marihuana. El pasado viernes la Ertzaintza desmanteló una plantación de marihuana con 1.950 plantas en una nave industrial de Usurbil a raíz de unas obras que se ejecutaban en el lugar sin permiso municipal. Precisamente sobre la legalización del cannabis, Arana recuerda que hasta hace poco la política prohibicionista alegaba que no era posible legalizar la sustancia solo a nivel estatal, pero «desde hace varios años, Uruguay cuenta con una regulación y algunos estados de EEUU también. Es más una cuestión de voluntad política».

Uno de sus compañeros en Gepca es Jose Carlos Bouso, sicólogo y farmacólogo, que nos explica en qué consiste su propuesta de regulación: «Aborda todos los aspectos, desde la comercialización hasta la dispensación en un sistema regulado con impuesto grabado con tasas y con una serie de controles».

Por otro lado, proponen la regulación del cannabis con fines médicos para que «las personas que pueden beneficiarse de tratamientos médicos puedan acceder a un producto seguro que esté libre de contaminantes y tenga las garantías que se necesitan como cualquier otro medicamento, y, por supuesto, que se siga promoviendo la investigación científica, no solo en cuanto a efectos terapéuticos sino también respecto a prevención y reducción de riesgos».

Como ejemplo de lo que puede pasar si no se regula el mercado, menciona lo ocurrido con el aceite de colza, que produjo una intoxicación en la que «murió muchísima gente simplemente por la comercialización de un producto que estaba fuera de ciertos controles de calidad». A su vez, apuesta por que el «dinero que está ahora en manos de las mafias pase a manos de los gobiernos, y sea un beneficio comunitario».

Salir del armario

Otra de las cuestiones que se abordaron ayer dentro de la feria fue el papel de la mujer en el mundo cannábico, pues es notorio que es un sector mayormente masculino. Es por ello que impulsaron la Plataforma de Mujeres Cannábicas dentro de la asociación Rema, un grupo antiprohibicionista.

«Caminamos juntas para poner sobre la mesa cuestiones de género en este entorno del cannabis en el que nos movemos. Hemos vivido en un ambiente masculinizado y vinculado a la clandestinidad. El sector va desarrollándose y el uso del cannabis va saliendo del armario, así que estos temas empiezan a ser muy importantes para nosotras», resalta Anna Obradors.

Por ejemplo, están hartas de la publicidad sexista que ha ido «absorviendo feria tras feria», pero que parece que empieza a remitir. «Comienzan a entender que este reclamo de la mujer objeto a la hora de vender semillas o fertilizantes no tiene mucha cabida».

Dado que se enfocan en la mujer a la hora de ofrecer educación y sensibilización, una parte importante es la referente a la salud sexual y reproductiva.

«Muchas mujeres, cuando están embarazadas, se preocupan mucho sobre el consumo del cannabis, y además no pueden ni siquiera compartir sus inquietudes con los médicos», añade Obradors.

En cuanto a la propia asociación Rema, otra de sus integrantes, Patricia Amiguet, señala que todas las mujeres que participan en ella son voluntarias y que dedican el tiempo que pueden a gestionar los proyectos.

«Son proyectos abiertos, nosotras no mandamos, no decidimos. Hacemos un llamamiento a todas las mujeres que tengan un proyecto y se sientan solas a la hora de llevarlo a cabo», manifiesta.

Un videoclip

Como ejemplo de lo que se puede hacer, comenta que acaban de concluir un crowdfunding para rodar un videoclip con una canción que unas raperas regalaron a la Plataforma de Mujeres Cannábicas.

La canción reivindica los principios que defiende la asociación. Actualmente, están grabando el videoclip, que será presentado a mediados de noviembre próximo en Catalunya. A raíz de este proyecto surgió otro para organizar toda una jornada dedicada a la mujer y al cannabis con actividades, charlas, música, presentaciones. Su intención es donar una parte del dinero recaudado a una asociación de mujeres y drogas.

Aunque la plataforma actúa a nivel estatal, mujeres de todo el mundo se han puesto en contacto con ellas porque se sienten identificadas y comparten inquietudes.

Aunque les gustaría formar parte de todos los proyectos propuestos, se ven obligadas a ponerse un límite pues, insisten, son todas voluntarias y este tipo de iniciativas las desarrollan en su tiempo libre.

Obradors afirma que «ha sido muy bonito ver cómo surgían encuentros de mujeres que necesitaban reunirse y hablar. Cada una viene enfrentando su realidad desde una soledad, ya sea usuaria o profesional.

Vínculos emocionales

Más allá de los proyectos, entre todas han tejido una red y un estrecho vínculo emocional. «Aunque no sea algo visible, las relaciones que hemos logrado crear tienen un valor incalculable para nosotras», remarca.

Amiguet comparte la misma opinión. «Una vez a la semana hacemos reuniones de manera virtual, por Skype, la mayoría, en las participan desde una madre con su bebé en brazos, una profesional en su growshop, una abogada, hasta a una investigadora desde el hospital… Son unas reuniones muy divertidas», destaca. Dado que a pesar de que se hayan hecho amigas, en muchas ocasiones ni siquiera se conocen en persona, aprovechan las ferias para verse cara a cara, y, en este contexto, muchas veces surgen sinergias de trabajo muy especiales.

«Lo bueno es que aunque el día de mañana Ana y yo no estemos, pueden estar otra Ana y otra Pati que tengan ganas de llevar el proyecto adelante, y no muera, porque mujeres cannábicas hay hasta debajo de las piedras. Rema continúa, Rema crece, sigue remando», exclama con una sonrisa.