En los primeros minutos de los plenos de control al Gobierno ayer tocó una ronda inicial que conjugaba la situación en Catalunya con las transferencias pendientes en la CAV. Respondiendo a la pregunta pactada con el PNV, Iñigo Urkullu habló de la «contumacia en construir una realidad paralela» desde el Estado incumpliendo la ley del Estatuto, mientras se hacen declaraciones de que «la ley está por encima de todo».
Sin embargo, cuando tuvo ante sí la oportunidad de responder al portavoz del PP, Alfonso Alonso, en lugar de una interpelación directa optó por la fórmula del genial Gila de resolver un crimen soltando indirectas como «alguien ha matado a alguien»; lo que en este caso se traduce en frases del tipo «quien dice defender el Estatuto, que lo complete». Y al final, cuando Alonso le contesta que «somos soberanos al 93%», el lehendakari calla.
Por contra, Iñigo Urkullu sale siempre dispuesto al cuerpo a cuerpo contra EH Bildu y con la táctica de utilizar su segunda intervención para ello, cuando ya no hay posibilidad de réplica. A Maddalen Iriarte ayer le criticó por lo que había dicho y por lo que esperaba que dijera pero no dijo. Le reprochó directamente que utilizara el término Catalunya para referirse a quienes son una parte de los catalanes (lo mismo que el PSE reprochó hace una semana también al PNV) y dijo que él se solidarizaba con toda Catalunya. Después, sin que el tema hubiera salido en el pleno, se quejó de que EH Bildu suele utilizar la frase del lehendakari Agirre de «Euskadi, siempre con Catalunya», sin completarla con que también añadió que «nuestro pueblo peleará por la ikurriña, no por otras banderas». Se lo debería explicar también al lehendakari Ibarretxe, que lleva tiempo pidiendo que «No olvidemos el legado Agirre: la causa de la libertad catalana es la causa de la libertad vasca».
A posta o no, en los debates Urkullu busca confrontar con EH Bildu y hasta con Elkarrekin Podemos, pero se frena con el PP.