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Rifeños recuerdan las protestas de hace un año pese a la represión

Los rifeños celebraron ayer el primer aniversario del estallido de su revuelta social, que sacudió el norte de Marruecos y se contagió durante meses al resto del país, en medio de altas medidas de seguridad y con cientos de activistas en las cárceles. La Policía volvió a tomar las plazas principales de Alhucemas, capital del Rif.

Los habitantes del Rif recordaron ayer el primer aniversario de la revuelta social. Efectivos policiales y de la Gendarmería volvieron a tomar las calles de Alhucemas para evitar cualquier tipo de protesta. Activistas recurrieron a las redes sociales para sortear la censura y bloqueo marroquí.

El pasado jueves, el Gobierno marroquí prohibió «todas las manifestaciones en lugares públicos» del Rif los días 27 y 28 porque «crean un clima de tensión que puede impactar negativamente en los intereses de los ciudadanos y en el orden público», según un comunicado de la Wilaya (gobierno) de Alhucemas. Los agentes que se encuentran en los puestos de control paraban a los coches que llegan a las ciudades para revisar los documentos de identidad de sus ocupantes y preguntarles sobre la razón de su viaje.

Las revueltas rifeñas estallaron tras la muerte trágica del vendedor de pescado Mohcin Fikri, aplastado dentro de un camión de basura el 28 de octubre de 2016, y fueron protagonizadas por el movimiento popular rifeño Al Hirak, que nació pocos días de este suceso.

Esa plataforma pedía, entre otras cosas, el castigo a los implicados en la muerte de Fikri, la construcción de hospitales y universidades y la revisión del plan de desarrollo de Alhucemas Manarat al Mutawasit (el faro del Mediterráneo).

Un importante dirigente del Hirak, que pidió anonimato, precisó en declaraciones a Efe que su organización no iba a convocar manifestaciones para evitar que la policía detenga «gratuitamente» a los manifestantes. El activista explicó que Al Hirak optará por «pasos estratégicos» en su organización y sus formas de lucha, para servir los intereses del Rif en el futuro. «¿Qué hacer si la ciudad está militarizada, las detenciones están a la orden del día y las protestas, prohibidas?», se preguntaba otro activista en Twitter.

En su respuesta a esa crisis, el Estado marroquí optó por una estrategia doble: respondiendo de forma lenta a algunas reivindicaciones de Al Hirak, y al mismo tiempo arrestando a la gran parte de la estructura del movimiento rifeño y poner en prisión a cientos de activistas, incluido su líder Naser Zafzafi.

El pasado lunes, Zafzafi, acompañado de los dirigentes de su movimiento, compareció por vez primera ante el Tribunal de Apelación de Casablanca desde su detención hace cinco meses. Está acusado de atentar contra las integridad del Estado, un delito castigado en Marruecos por sanciones que pueden acarrear la pena de muerte.

El rey Mohamed VI reconoció en su discurso del Trono, el pasado 30 de julio, que la disfunción de la clase política y de la administración pública ha creado un estado de desencanto hacia el trabajo político en general, y dio el ejemplo de los acontecimientos de Alhucemas, aunque alabó al mismo tiempo la labor policial. Tres meses después (el pasado martes), el monarca cesó a varios ministros del actual gobierno y del anterior por las «disfunciones», los «retrasos» y los «incumplimientos» en el proyecto de desarrollo en el Rif Manarat al Mutawasit.

Respecto al juicio por la muerte de Fikri, el Tribunal de Apelación de Alhucemas confirmó las condenas en primera instancia de entre 5 y 8 meses de prisión para siete personas.

 

Movilizaciones en el exterior en solidaridad

Las protestas en solidaridad con los activistas rifeños y en demanda de la libertad de los presos se sucedieron ayer en diversas capitales, tanto del Estado español, como europeas. En la celebrada en Madrid reivindicaron las «demandas legítimas» del pueblo rifeño. «El Estado marroquí es el único responsable de la actual situación en el Rif», subrayaron en el comunicado leído al término de la movilización en la que también denunciaron «la campaña de represión sin precedentes. La región está tomada por el Ejército, la Policía y la Gendarmería, se calculan unos 20.000 efectivos. Han aumentado los asesinatos y los juicios sumarios sin garantía alguna; hasta los propios abogados están siendo procesados junto a los periodistas que cubrían las movilizaciones. Además, 40 presos llevan ya más de un mes en huelga de hambre y varios están debatiéndose entre la vida y la muerte».

En Bilbo también hubo una concentración frente al Arriaga, a la que se sumó EH Bildu.GARA