Ramón SOLA
DONOSTIA

Macià estuvo exiliado en Bélgica y a Companys lo entregó la Gestapo

Al provocador Pablo Casado (PP) se le puede volver en contra haber dicho que Puigdemont puede acabar como Companys. Al expresident lo fusiló el franquismo tras no lograr asilo en Francia y ser entregado por los nazis. Su antecesor, Macià, sí halló exilio antes en Bélgica.

La presencia de Puigdemont y varios consejeros en Bruselas tiene connotaciones históricas muy potentes... y muy incómodas para el Estado español, por dos pasajes acaecidos el pasado siglo con sendos presidents de la Generalitat. El primero fue Francesc Macià, que llegó al cargo en 1931 tras pasar un tiempo exiliado precisamente en Bélgica, huyendo de la persecución de la dictadura de Primo de Rivera. Al segundo, Lluís Companys, lo entregaron los nazis a la España franquista y fue fusilado en Montjüic en 1940. «¡Per Catalunya!», gritó al morir.

Estas dos referencias históricas no son demasiado usadas por el independentismo catalán, pero tendrían su peso evidente en caso de que Puigdemont y su Govern optaran por el exilio y escogieran además Bélgica. ‘‘Nació Digital’’ recordaba ayer, en un artículo firmado por Pep Martí, cómo Macià fue acogido por este país en dos periodos tras impulsar el llamado «complot de Prats de Molló» contra la dictadura española en 1926. En su estancia allí trabó relación con Émile Vandervelde, dirigente de la Internacional Socialista y que sería ministro de Exteriores belga. Este apoyo sería decisivo para que tras la proclamación de la II República española Macià pudiera cruzar la frontera y convertirse en president de la restaurada Generalitat, desde el 17 de abril de 1931 hasta su fallecimiento en diciembre de 1933.

Más tremendo fue el final de su sucesor, Lluís Companys. Huyendo de la victoria militar franquista, el president fue a parar a un pequeño pueblo cercano a Nantes. La ocupación nazi del territorio francés derivó en 1940 en su hallazgo y captura por la Gestapo, para entregarlo de inmediato a la España franquista. El régimen no tuvo piedad con el hombre que había proclamado la República catalana durante algunas horas en 1934 y lo fusiló. Ya en los 90, los presidentes alemán y francés, Helmut Khol y François Miterrand, pedirían perdón por ello.