El titular bien podría pasar por un eslogan de cualquier patronal y podría firmarlo el más acérrimo seguidor del toyotismo, pero al mismo tiempo parece ser el leitmotiv del Mikel Urrutikoetxea deportista, la base que ha llevado a aquel espigado chaval de apenas 68 kilos que dio el salto al profesionalismo en junio de 2009 en Arrigorriaga y el «pelotari total» que el domingo aspira a calarse su cuarta txapela tras un campeonato en el que ninguno de los cuatro rivales a los que se ha enfrentado ha sido capaz de hacerle 15 tantos.
«Desde fuera se le ve que está disfrutando, parece que juega muy fácil. Tanto físicamente como en el apartado técnico, pero yo siempre he mantenido que Mikel es uno de esos que ha nacido pelotari, que ha nacido para jugar esto. Ha trabajado mucho pero nació con dos manos para ser pelotari», desgrana Pablo Berasaluze, posiblemente la persona que más horas ha pasado con Mikel Urrutikoetxea trabajando en el frontón.
Ahora el exmanista de Berriz es técnico de Asegarce y es quien se sienta en el set de descanso en todas las luchas individuales en las que no se mide a otro pelotari de la promotora bilbaina. Pero su relación viene de lejos, más o menos desde el comienzo de la década, al poco de debutar Mikel Urutikoetxea en el campo profesional. Él mejor que nadie conoce los entresijos de ese brutal cambio que ha dado en estos ocho años de carrera en la elite.
El propio Urutikoetxea reconoce que fue Pablo Berasaluze el que le hizo creer en sus posibilidades en la jaula, modalidad en la que, a pesar de estar a un solo paso de ser la primera en la que puede repetir txapela, no tenía depositadas demasiadas esperanzas. «Es verdad que el primer año saqué la txapela de Promoción, pero luego tuve unos años en los que no me arreglaba en la distancia. Al año siguiente –2010– jugué los cuartos de final ante Gonzalez –cayó 22-10 en Larraintzar– y me costó mucho sentirme cómodo en la jaula», rememora.
«El primer año que participó no quería ni jugar, no se sentía cómodo y, aparte de entrenar mucho, yo hablé mucho con él para convencerle. Yo le veía que tenía todo también para el Cuatro y Medio. Lo hace todo bien, pero en el resto de saque creo que hay una bonita diferencia entre él y el resto. Es el mejor restador y con diferencia. Hoy en día, si no restas bien, los rivales terminan el tanto enseguida», explica el técnico vizcaino.
«En las luchas individuales el saque y el resto son fundamentales, si entregas pelota, cualquiera te entra al remate, más con las pelotas de hoy en día. Intentamos hacerlo lo mejor posible pero tampoco es algo que entrenemos mucho. No sé si será una de mis virtudes», apunta el de Zaratamo con su habitual humildad y sencillez.
Evolución
En lo que, sin duda, no hay nada de improvisación es en la espectacular transformación física que ha experimentado el pelotari vizcaino. El puntillero de Asegarce cuenta hoy por hoy con 16 kilos más que cuando debutó, anda por los 84, como consecuencia de un duro trabajo que ha realizado junto a su preparador físico y su nutricionista. «Al fin y al cabo para un deportista es muy importante cuidar la alimentación, saber qué puedes comer y qué no».
A pesar de la evidente mejoría experimentada, «quizá para la fuerza no me vendría mal algún kilo más, pero al final es algo que se puede conseguir trabajando, hasta ahora lo he conseguido. Cuando debuté estaba muy verde, muy delgado, tenía un cuerpo todavía sin terminar de desarrollarse. Hay unos casos en el que el desarrollo se da más rápido y en otros más despacio y el mío era de los segundos».
Pero la báscula no es, para nada, una obsesión. «Quizá para el Cuatro y Medio conviene tener menos peso y andar más ligero, pero yo intento mantenerme durante todo el año en un buen peso. Eso al final se puede ver en los entrenamientos físicos, a veces no todo es el peso, hay que ver si ganando peso pierdo o mejoro velocidad y fuerza».
Pero esta transformación física no explica, por sí sola, la evolución del comportamiento de Mikel Urrutikoetxea sobre la cancha, también hay muchas horas de entrenamientos técnicos por detrás.
Rememora Pablo Berasaluze que el Urrutikoetxea de sus inicios era un pelotari con una gran derecha y que jugaba fácil a pelota gracias a que esta le salía rápida de la mano. Sin embargo, era un pelotari demasiado pausado, que jugaba mucho a bote, como se estilaba antaño, antes de que apareciera un revolucionario Juan Martínez de Irujo que obligó a todo el cuadro a amoldarse a su juego de aire.
En el mundillo se hicieron famosas las larguísimas series, de más de 400 pelotazos con la zurda que el de Berriz le obligaba a realizar, alternando el gancho y la paradita en el txoko. Sesiones que podían durar hora y media y que se repetían durante varias veces a la semana.
Y nunca le hizo ascos a fajarse en esas interminables sesiones, en parte porque tiene una gran suerte, disfruta con lo que hace. «Ya lo dije en su día, cuando pasé a jugar de zaguero, que yo cuando estoy en la cancha disfruto, en el Cuatro y Medio, en el Manomanista o en el Parejas, mientras yo esté ahí disfruto de este deporte. Y lo mismo por la tele, me veo todos los partidos, teloneros, estelares y terceros partidos, de todos se aprende».
El de jugar de zaguero fue otro capítulo importante de su aprendizaje, una vía que desde su txapela con Aimar Olaizola han emprendido otros delanteros sin sitio en el cuadro pero que en el que nadie está cuajando. «Es que no es fácil. Yo también tenía mis miedos y mis dudas. Antes del Parejas había jugado en San Mateo, pero al campeonato llegué tras ganar el Cuatro y Medio y no pude hacer ningún entrenamiento y no sabía cómo iba a responder. Por fortuna no tuve ningún problema y gané una txapela que me hizo mucha ilusión ganar con Aimar». ¿Repetirá este año? Lo deja en manos de la empresa, «pero tengo claro que mi sitio está adelante. Atrás he entrenado muy poco y yo donde ando más a gusto es adelante».
Sucede que ahora mismo está en un estado de forma en el que parece no importar ni la posición ni la competición en la que compite. ¿Estamos ante el mejor Urrutikoetxea de siempre? «Pues no lo sé, pero es verdad que en los últimos años me siento más a gusto. Físicamente cada vez estoy mejor, al menos en cuanto a fuerza, pero sé que todavía tengo un gran margen de mejora y en eso seguiré».
Pablo Berasaluze está de acuerdo con él. «Cada día va a más y todavía le veo margen tanto en lo físico como en lo técnico y en lo sicológico. Mira, yo dejé la pelota con 39 años y todavía estaba aprendiendo cosas. Mikel puede perfeccionar su gancho, la paradita al txoko... siempre hay algo».
Mikel no esconde dónde ve su siguiente mejora. «Los fallos tontos. A veces, por falta de concentración, los cometo. Ya me pasó contra Ezkurdia».