Amaia Ereñaga

Los juguetes han madurado

Como estamos en esas fechas y, puestos a buscar regalos, yo, con su permiso, me pido un «art toy». Pero, preguntarán, ¿qué son? ¿Muñecos artísticos? Sí... pero no. Estos juguetes para público adulto, codiciados por coleccionistas de toda clase de poder adquisitivo, surgieron en los 90 de los movimientos de vanguardia de Tokio y Hong Kong, para desembocar en una corriente artística internacional que recala estos días en Tolosa y durante todo el año, en las redes.

Si le enseñas a un niño estos muñecos, te dirá que son un cactus y un globo muy bonitos, mientras que el adulto ve más allá; es decir, que sus cabezas no pueden tocarse (pincharían). El adulto va más allá de lo aparente y busca lo que quiere contar el artista. El niño también lo disfruta, pero el adulto lo hace de otra manera. Cada uno ve una cosa diferente». Sergio Pampliega, uno de los dos componentes de Art Toy Maison, se refiere con estas palabras a la historia de amor imposible concebida entre un globo rojo y “una” cactus por la catalana Sandra Arteaga, titulada “C’est la vie” y que aparece plasmada en una pareja de preciosos muñecos de reducidas dimensiones, ataviados con vestuario decimonónico, todo cuidado hasta en el mínimo detalle. Un banco y los pinchos que «decoran» la cabeza de la amada los separan. Una pena. Su imagen, reproducida a gran tamaño, da el paso al visitante al interior de “More Than Dis (Play). Art Toys”, la exposición que hasta marzo de 2018 se puede ver en el Museo Topic (centro internacional del títere de Tolosa), convertido así en el primer museo del mundo en examinar la relación de la corriente artística del art toy con los títeres. Es decir, se conecta a los muñecos vanguardistas y de autor surgidos a finales del siglo XX con sus raíces.

Casi desconocido para el gran público, por contra, el mundo de los seguidores de los art toy es muy activo... y muy cercano a nosotros, también en lo geográfico. Los impulsores de esta “exposición-madre” con ramificaciones en un circuito formado por otras tres muestras que han tenido lugar entre octubre y noviembre en Tolosa y el centro Tabakalera de Donostia son el propio Sergio Pampliega y Cristina A. del Chicca, quienes forman Art Toy Maison (con sede en Getxo) y son, a su vez, miembros del colectivo internacional Art Toy Gama Collective. Procedentes ambos del mundo del Derecho, en 2014 Pampliega y Del Chicca se embarcaron en este proyecto que, de alguna manera, da continuidad y visibiliza lo que empezó siendo un hobby para Cristina, la parte creativa de la pareja: la creación de art toys, juguetes de autor o muñecos artísticos para adultos.

Se daba así también forma al colectivo internacional en el que venían trabajando en los últimos años. Así surgió Art Toy Gama, gracias al proyecto Transcreativa de la UPV-EHU, una iniciativa apoyada por la Unión Europea y cuyo objetivo era impulsar la creación del empleo joven en el sector de las industrias culturales y creativas. El colectivo está compuesto, además de por estos activos vizcainos, por el hondarribitarra Judas Arrieta –conocido artista multidisciplinar que une referencias vascas con chinas–; Antu Bocca Valenzuela (Antu Artwork de nombre de marca), de Santiago de Chile; Iván Darío Espinell Cruz (Artefacto Inc. Art Toys), enclavado en la ciudad colombiana de Medellín; César Zanardi (Cerrito Art Toys), de Buenos Aires (Argentina), y Jake Valentine, de Texas (EEUU).


Para jugar, tocar, criticar y coleccionar. La «presentación en sociedad» de este colectivo tuvo lugar hace unos años en el propio Topic de Tolosa, donde han vuelto ahora con un ambicioso proyecto que une lo lúdico con la reflexión, apto para todos los públicos, pero con un “algo más” para los adultos... y donde se pueden disfrutar e incluso reservar los art toy para su compra. ¿Los precios? Hay de todo, nada excesivo sobre todo teniendo en cuenta que es arte, ya que una de las características de los art toys radica precisamente que se suelen hacer tiradas reducidas a precios accesibles. En el museo los hay a la venta desde los 20 dólares. En dólares, porque las plataformas de venta online que utilizan funcionan con esa moneda. ¿El más caro de todos? Los 9.000 dólares que cuesta llevarse un C-3PO de “Star Wars” con el rostro y el “espíritu” de Steve Jobs, el creador de Apple, reconvertido en muñeco gracias a un top de esta tendencia artística como es Mike Leavitt, un artista estadounidense que carga todas sus creaciones con una ácida dosis de crítica.

Si nos retrotraemos en el tiempo, el germen de este movimiento artístico y cultural se puede acotar entre los años 1995 y 1999. En el Tokio del 95, este “viaje a los orígenes” nos lleva al distrito de Harajuku, la zona de las tiendas alternativas de ropa donde se ubica Bounty Hunter, una boutique de ropa de calle o street style de estética punk donde se vende también todo tipo de parafernalia relacionada en la cultura popular, como juguetes vintage norteamericanos. Su propietario es Hikaru Iwanaga, un coleccionista de juguetes y también la persona a quien se le ocurrió encargar a un diseñador gráfico, llamado Skithing/Skatething, un muñeco de plástico para regalar a quien comprase una camiseta decorada con la imagen de un niño vestido de marinero, con una pinta entre malo, punk y siniestro. De ahí salió un muñeco de vinilo que se llamó Kid Hunter, de éxito arrollador. Se hacían colas para conseguirlo y los que los compraban no eran niños, sino adultos. De la experiencia salieron más vinyl toys, que es como se llamaron inicialmente.

1999, Hong Kong, años de graffiti y hip hop... y Michel Lau, diseñador en 3D y arcilla, coleccionista de figuras de acción como los Playmobil y los GI. Joe, y autor de unos personajes de cómic llamados The Gardeners que publica en una revista, decide “deconstruir” los G.I. Joe. De ahí nacieron los Gardeners. «A Lau también le llaman el padrino de los art toy... pues el hecho es que muchos mantienen que se le puede considerar como el primer artista que empezó a fabricar juguetes, toys, como una forma de arte. Hasta entonces nadie había pensado en eso, en crear personajes inspirados en la calle», explican los componentes de Art Toy Gama. Aquellos vinyl toys, que eran piezas únicas, fueron evolucionando y extendiéndose en este mundo globalizado, alcanzando a creadores de distintos lugares, gustos y propuestas. Lo que empezó siendo una corriente urbana ha desembocado en una tendencia artística nada homogénea. No hay reglas ni materiales únicos, porque utilizan resina, madera, papel o cerámica; tampoco estilos, porque las influencias son de todo índole... pero de lo que sí se puede hablar es de una comunidad artística, la del art toy, que está en las redes, las tiendas e inclusos los museos.

Hay diseños originales, también figuras prediseñados o plataformas sobre las que los artistas trabajan para adaptarlas a su estilo, y también grandes firmas como la estadounidense Kidbrot –uno de los más grandes fabricantes y distribuidores de art toys en el mundo–, Toy2r, en Hong Kong, y Colette en el Estado francés.

¿Frikis o artistas? De acuerdo, son juguetes de autor. Arte que se puede tocar y exponer, aunque no sirve realmente para jugar. ¿Pero qué tipo de adultos los coleccionan y fabrican? ¿Cómo son? «La mayoría de los que andamos en esto somos mayores de los 40», explican con una sonrisa Sergio Pampliega y Cristina A. del Chicca, de Art Toy Maison. No les da miedo el término friki, ni que alguien se atreva a hablar de “juguetes para personas inmaduras”... porque ¿quién sabe o decide lo que es madurar? «¿Acaso no eran hasta hace poco considerados los cómics, la animación o los videojuegos tan solo un producto para niños y relegados a ‘cosas de críos’?», contesta el sevillano Emilio Subirá, miembro también del colectivo Art Toy Gama. «Pues sí, ha pasado lo inevitable. Todos los fenómenos de entretenimiento que colmaban nuestra infancia durante los años 80 y 90, incluyendo esas figuras de acción, peluches y juguetes de toda índole que detonaron nuestra fantasía, han evolucionado y madurado con nosotros, y ahora pueblan colecciones, museos y salas de exposiciones».

Además, los juguetes son el soporte, el lienzo en blanco en el que cada artista plasma su mensaje. Son un medio de expresión. Y, si nos fijamos un poco más allá y ponemos un poco de atención, podremos ver que casi la práctica mayoría de estas figuras tienen mensaje. Pongamos el caso de Cristina A. del Chicca y el art toy que expone en Tolosa: «En los países en guerra, los niños se convierten, a su pesar, en títeres. Yo intento hacer crítica social y me parece que un juguete es un lienzo muy especial para hacerlo. Es, como si dijeras que es un chocolate que parece dulce y adorable, pero que no te esperas que sea amargo. Este juguete está basado en la crisis de los refugiados y es una caja de sorpresa de la que sale un niño que no quiere que sus hilos se queden anclados en un mundo que no tiene sentido para él, en un mundo en guerra, y los deja volar».

Judas Arrieta, por su parte, después de un viaje a Tokio en 2002 se convirtió a sí mismo en un Judas Z, un muñeco de 35 cm del que, con todo entusiasmo, pidió 55 cajas... de las que todavía le quedan algunas por casa. Su Judas Z es una versión del Mazinger Z de nuestra infancia y un alter ego que incluso otro compañero de colectivo –el chileno Antu Bocca Valenzuela– ha customizado, convirtiéndolo en un monstruo precolombino. El trabajo de Judas Arrieta con los art toys se enmarca en su interés por el merchandising: «No como producto final, sino que también me interesa reflexionar sobre cómo se articulan sus procesos de creación, producción, difusión, comercialización y supervivencia en este mundo globalizado. Así mi trabajo intenta reflejar o representar las experiencias vitales y estéticas de una generación que ha crecido rodeada de cambios sociales, tecnológicos, económicos... y de nuevas formas de disfrutar y padecer el día a día (televisión, cine, videojuegos, juguetes...)».

“More Than Dis (Play). Art Toys” (Un viaje al universo de los Art Toys) estará expuesto hasta el 4 de marzo de 2018 en el Museo del TOPIC de Tolosa. Art Toy Gama está en www.instagram.com/arttoygama