Mikel ZUBIMENDI

Macron visita Corsica en medio de una coyuntura inédita de solución

Emmanuel Macron está en Corsica en una visita de dos días que ha generado expectación en Aiacciu y en París. El presidente francés hará públicas sus intenciones y propuestas ante los nacionalistas, mayoritarios en la isla que le invitan a dialogar sin tabúes, a tomar decisiones valientes y a aprovechar una oportunidad que creen histórica.

La visita de dos días a Corsica que el presidente francés, Emmanuel Macron, comenzó ayer está siendo escrutada con lupa por todos los actores de la isla y de la metrópoli. La fecha elegida, el vigésimo aniversario de la muerte a tiros del más alto representante del Estado en la isla, el prefecto Claude Erignac, el único prefecto muerto en atentado después de la Segunda Guerra Mundial, aumentó la carga simbólica y emocional de su muy esperada visita.

Tras el homenaje a Erignac y la inauguración en Aiacciu de una plaza con su nombre en el lugar en el que fue abatido, a la que asistió el presidente del Consejo Ejecutivo corso, Gilles Simeoni, pero no el presidente de la Asamblea de Corsica, Jean-Guy Talamoni, que explicó su negativa a participar en su «historia política personal», todas las miradas estaban puestas en la reunión que ambos líderes nacionalistas tuvieron con el presidente del Estado más centralizado de Europa en la tarde de ayer. Está por ver qué respuesta dará Macron a la exigencia de los líderes nacionalistas a un «diálogo sin tabúes» sobre la «cuestión corsa».

En presencia de la viuda y los hijos del difunto prefecto, el presidente Macron desgranó un discurso duro, plagado de líneas rojas, que buscaba contentar más a su audiencia metropolitana que responder a las expectativas insulares. Hizo mención a un «futuro para Corsica en el regazo de la República» y selló en la recién inaugurada plaza Claude Erignac «la unión inquebrantable de la República», mientras afirmaba que ante aquella muerte «la justicia de la República se hizo y se seguirá haciendo sin complacencia, sin olvido, sin amnistía».

Oportunidad única

La jornada dejó una imagen de enorme carga simbólica, la que recogió el momento en el que Stephanie Colonna, la esposa del militante Ivan Colonna condenado a perpetuidad por la muerte de Erignac, abordó a Macron y, tras saludarse, le trasladó sentirse conmocionada y escandalizada por sus declaraciones, le interpeló sobre la situación de su marido y las consecuencias que ello tiene para su hijo de seis años.

Tras una breve pero educada conversación que se hizo viral en los medios, le invitó a solucionar el dossier de los presos corsos y a ofrecerle un trato igual y justo.

Macron, cuyo partido es un peso pluma en el ring político corso, sin diputados y apenas un 13% de los votos, se acercó a la isla acompañado de «halcones» jacobinos como el exministro de Interior Jean-Pierre Chevènement y con sus adversarios en París marcándole las líneas que no puede pasar: «no a la ciudadanía corsa», «no a la cooficialidad de la lengua», «no a la amnistía» y «no a luchar contra las especulación del litoral con otras palancas que no sean las ya existentes en el código de urbanismo o a nivel fiscal».

Queda por ver si Macron se enroca ante Simeoni y Talamoni en esa posición, cierra todas las puertas al reconocimiento del derecho a la diferenciación y no cumple su promesa de estar abierto a recoger la especificidad corsa en la próxima reforma de la Constitución francesa.

Con todo, la situación política actual le confiere una oportunidad inédita para solucionar la cuestión corsa, algo en lo que los diferentes gobiernos de París han fracasado durante cuarenta años. Tiene a su favor tres condiciones: el cese de la lucha clandestina; la ascensión al poder de la isla de interlocutores que disponen de una legitimidad democrática que ningún prefecto ha tenido nunca; y un proceso de reforma constitucional en marcha que le abre ventanas de oportunidad.