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China inicia una nueva era con Xi como absoluto y ahora vitalicio líder

Con la decisión de la Asamblea Nacional Popular de China de eliminar los límites de mandato presidenciales, el actual jefe del Estado Xi Jinping, se ha convertido en el político más poderoso de la historia del gigante asiático desde el Gobierno de Deng Xiaoping durante los años 80. China inicia así una nueva etapa con Xi, que podrá continuar en el poder más allá de 2023, como indiscutible y ahora vitalicio líder absoluto.

Si Mao Zedong era el «Gran Timonel», Xi Jinping, que suma comparaciones con el fundador del actual régimen chino, es llamado a veces el «presidente de todo» por su capacidad para acumular cargos y títulos honoríficos. Y ahora, tras la decisión del Legislativo de establecer un mandato indefinido para el actual jefe del Estado, será además con carácter vitalicio.

A sus 64 años, Xi Jinping, que podrá ahora continuar en el poder más allá de 2023, fecha en la que debería haber abandonado el cargo, se ha convertido así en el político más poderoso del gigante asiático desde Deng Xiaoping en los años 80.

Esta acumulación de poder –presidente, jefe de las Fuerzas Armadas y secretario general del Partido Comunista (PCCh)– da inicio a una nueva era de centralización en China. Para algunos expertos, una etapa de continuidad más personalizada con asesores capacitados; para otros, una amenaza de estancamiento y una puerta abierta a luchas internas de poder dentro de un sistema burocrático que ya no cuenta con la limitación de mandatos como freno.

Con solo dos votos en contra y tres abstenciones, los casi 3.000 delegados de la Asamblea Nacional Popular de China aprobaron la enmienda constitucional que elimina el límite de dos mandatos consecutivos de cinco años para el presidente del país.

Pese a las preocupaciones que ha suscitado el intento de Xi de perpetuarse en el poder, este defendió recientemente este cambio constitucional al presentarlo como «una medida clave para modernizar el sistema de China y la capacidad de gobernancia».

Algunos creen que la limitación de mandatos, uno de los mayores legados políticos de Deng, era la medida legal más eficaz para impedir «una dictadura personal» y su eliminación supone un retroceso que puede sembrar la semilla del caos.

Elizabeth Economy, autora de un libro de próxima publicación sobre el Xi (“La Tercera Revolución”) y directora para Asia del Council of Foreign Relations apunta en “The Guardian” que «lo peor que le puede pasar es que se convierta en un pararrayos. Si la economía sigue ralentizándose, si ocurre una catástrofe, toda la culpa va a ser suya», y cita además el descontento causado por su campaña anticorrupción entre poderosos dirigentes del partido.

Desde que entró en vigor en 1982 la actual Carta Magna, sólo había sido modificada cuatro veces, la última hace 14 años. Entre las enmiendas acordadas ayer está la introducción de un nuevo organismo nacional dentro de la campaña contra la corrupción en el PCCh.

Además, se incorpora una «cláusula ideológica»: «El Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era». Parece una declaración de intenciones, pero esconde una importante carga simbólica ya que solo Mao y Deng –aprobada tras su muerte, e 1997– tenían sus nombres asociados a sus ideologías en la Constitución.

Aunque el instituto de estudios Brookings describe como «un golpe de Estado ‘blando‘» lo sucedido, existen dos figuras primordiales que, de funcionar a pleno rendimiento, aportarían al presidente una cierta y necesaria flexibilidad: sus futuros máximos asesores. Se trataría de Wang Qishan y de Liu He.

Wang es un serio candidato a la Vicepresidencia y, probablemente, futuro responsable de las relaciones con EEUU. Su capacidad para resolver problemas a gran escala no tiene parangón en el PCCh, donde es el principal defensor de la economía de mercado. Liu, por su parte, es el asesor económico más querido por Xi, y, para Brookings, «el funcionario más capacitado» para acometer las reformas en un país necesitado de un crecimiento sostenible y de cierto margen de adaptación para unos años de dominio total y absoluto de Xi.

 

Tensión en las elecciones de Hong Kong

Activistas del «movimiento de los paraguas» fueron abucheados por nacionalistas chinos ayer en Hong Kong, provocando escenas de fuerte tensión el día en que la ciudad semiautónoma votaba en unas polémicas elecciones legislativas parciales tras la inhabilitación de seis diputados prodemocracia. Sus escaños fueron revocados después de que cambiaran la fórmula de juramento por discursos de protesta en 2016, y que podrían abrir paso a la mayoría pro-China para hacerse con el control absoluto en el Parlamento. De los 70 escaños, el bando prodemocracia tiene 24 en la actualidad, apenas algo más del tercio necesario para vetar iniciativas legislativas importantes, una mayoría mínima que podría perder con los seis asientos a cubrir. La campaña electoral ha estado plagada de resoluciones judiciales y restricciones políticas que podría dar un vuelco decisivo a la política legislativa de Hong Kong y terminar con ese limitado control de los partidos democráticos respecto a las fuerzas afines a Pekín.GARA