Joseba VIVANCO

Dos zarpazos más dos paradones, tres puntos

Balsámico triunfo sin alardes, sustentado en el doblete de Raúl García y las intervenciones de Kepa.

ATHLETIC 2

LEGANÉS 0

 

No recuerdo ahora quién decía, da lo mismo, acúñenle la firma a Jorge Valdano, Eduardo Galeano, Juan Villoro o si les apetece tiren de Marcelo Bielsa, que elegir un equipo de fútbol al que alentar es la manera en la que uno se despierta cada lunes, y donde antes eran lunes, hoy es cualquier día de la semana por obra y gracia de las televisiones o el negocio del entretenimiento en el que han pervertido este deporte, o quién sabe, si como decía Alfredo Di Stéfano, el fútbol de verdad se acabó cuando entró el primer secador de pelo en el vestuario. Confieso que hace ya muchos años que dejé de estrenar la semana con el pálpito interno en función del resultado del Athletic el día anterior. Creo que desde que alguien en casa me apagó el televisor durante la retransmisión de aquel partido europeo de vuelta ante el Newcastle porque mi ritmo cardíaco latía a la velocidad de la luz. O desde aquel cuando el equipo se jugó desde los once metros en La Catedral el pase a la final copera ante el Madrid, Argote chutó al larguero y me autoexilié fuera del campo hasta escuchar el griterío que festejaba la clasificación. Sigo mentando el nombre de un dios en vano cada vez que Williams se arranca una jugada en ataque que casi siempre acaba en nada o si nos hacen un gol a los 38 segundos de partido. Pero perder o ganar, quizá porque ahora me divierte más poner negro sobre blanco en estas mismas páginas la narración de la victoria o la derrota, ya no mediatiza mi estado de ánimo del día después, mucho más condicionado, se lo aseguro, por una resaca de cerveza o un buen revolcón la noche anterior, y eso que, esta vez sí, Eduardo Galdeano cantaba aquello del orgasmo del gol.

Todo equipo de fútbol es un organismo vivo, un ser dinámico. No sería nada extraño, por ejemplo, que mi cuerpo contuviera esta mañana una molécula de sudor que en algún momento de la historia recorrió la frente de Diego Armando Maradona o del mismo Telmo Zarra. Un aforismo químico nos dice que los miles de cuatrillones de átomos de nuestro cuerpo se renuevan cada cinco años y sin embargo nos consideramos hoy la misma persona que fuimos al nacer… Un equipo de fútbol es así. El Athletic es así. Este Athletic es así. En constante movimiento, un equipo que creemos es el mismo hoy que hace siete años pero que, sin embargo, en este tiempo ha renovado sus miles de cuatrillones de átomos.

En jornadas como la de ayer San Mamés –su peor entrada en las dos últimas temporadas – se mudaría, como escribía Marino Lejarreta en ‘‘Historias de San Mamés’’, en uno de aquellos «cafés donde todo el mundo está hablando, los diálogos son como una música ambiental... y, de pronto, el ruido poderoso y unánime que se escucha por igual en todo el campo». Pero no hubo murmullo, ni música de ambiente, sino mucho silencio en la grada. Máxime cuando fue el Leganés el que se vio más cómodo de salida, el que llevaba la iniciativa ante un Athletic espeso pero que se encontró con un centro de De Marcos desde su banda y la coronilla de un inquieto Raúl García, para subir el primer gol al marcador aprovechando la salida en falso del ‘Pichu’ Cuéllar. El navarro pateó con rabia el poste y lanzó una mirada desafiante a la cámara, de esas que matan, una mirada reivindicativa, enrabietada, a la grada y al mundo.

El Athletic cogió esa confianza que le faltó en el arranque, como aprovechó también los regalos defensivos del rival para achuchar y merced a esa inercia, en otro centro lateral de De Marcos, sacar de nuevo tajada. No pudo al primer golpeo, pero sí al segundo, Raúl García fusilaba a la red con tanta cólera como celebró el anterior. Minuto 20 y seis disparos locales por cero visitantes. Y hasta ahí. De ahí en adelante, tuvo que ser de nuevo Kepa el que saliera al rescate frente a un rival empujado por la necesidad y que dispuso de nítidas ocasiones para haberse ido a vestuarios con un resultado no tan desfavorable.

Mientras sus compañeros cedían terreno y firmaban un paupérrimo acierto en los pases de solo el 52,9%, el portero de Ondarroa se erigía en salvador, primero ante una peinada de su propia defensa que sacó en una felina estirada, luego sacándosela al bullicioso El Zhar, para desviar con la mirada un cabezazo de Ambarat que salió fuera por muy poco. Mejor resultado que juego, en eso sí que el Athletic no cambia, a vuelta de vestuarios los leones supieron, no obstante, llevar el partido a su terreno. Y eso que el ‘Lega’ amagó con dos buenas llegadas que sacaron los primeros pitos desde la grada. Ziganda maniobró y dio entrada a Iturraspe, que formó con un más entonado San José un doble pivote que aportó mucha más consistencia al grupo, no solo en ataque sino en defensa. Entre ambos firmaron la mejor ocasión en una volea del de Matiena que sacó Cuéllar.

Los de Asier Garitano, que vio el partido desde la grada por sanción, ni supieron ni pudieron hincar el diente a la meta de un muy seguro Kepa, mientras el Athletic acabó por dejar que el duelo se muriera con una victoria que sabe a oxígeno puro. Al Athletic le valieron dos zarpazos sin previo aviso de Raúl, un par de muescas ‘made in Kepa’ y dosis de seriedad en la segunda mitad. Victoria balsámica. Tres puntos para dormir de tirón y encarar un lunes más. Pero el juego sigue siendo el mismo, los jugadores también y un servidor espera sonreír hoy y, vale, que no sea solo por el Athletic.