Gorka CASTILLO

Por la boca muere el pez

La crisis política desatada por la falsificación del expediente académico de la presidenta de Madrid sitúa a Cristina Cifuentes al borde de la dimisión y al PP cerca del abismo.

Baqueteada por los escándalos de corrupción que han brotado a su lado, constreñida por su incompetencia política y bajo el creciente escrutinio público por la falsificación de las notas de un máster que nunca terminó, Cristina Cifuentes ha empezado a considerar que tiene los días contados al frente de la Comunidad de Madrid. El mazazo de su expediente académico, un delito tipificado en el Código Penal, ha sido demasiado contundente incluso para una política escurridiza como ella. «Algunos se la tenían jurada desde que llegó al cargo para sustituir a Ignacio González», comentaba el jueves pasado una diputada del PP.

La historia de su caída inminente parece una copia castiza del hundimiento de Al Capone. Si la evasión de impuestos acabó con el rey de los oscuros antros de Chicago, dos notas falseadas en 2014 pueden llevar a la sheriff del PP madrileño por idénticos derroteros.

Aroma de tragedia camuflada en perfume caro es lo que se mascaba la semana pasada en el Congreso. Citada por la comisión parlamentaria que investiga las manos sucias de su partido, su aterrizaje en la Cámara no pudo ser más abrupto. Debía responder a tres grandes temas de interés: su participación en los comités que administraron tres campañas electorales del PP que están siendo investigadas, sus relaciones con imputados de la Púnica como Ignacio González y la destrucción de documentos determinantes para calibrar la corrupción que asola su partido. Y aunque la presidenta de Madrid cumplió al pie de la letra el guion previsto y no dijo casi nada de ninguno de ellos, mostró su contrariedad por el interrogatorio al que fue sometida. «¡Es que no sé ni lo que hago aquí sentada!», llegó a exclamar antes de presentarse como víctima del «machismo» que gobierna la política española e inmune a la corrupción.

Es parte del teatrillo diseñado por los fontaneros de la presidenta madrileña, empeñados en levantar a toda costa una barrera sanitaria que evite que el combustible derramado por el naufragio que vive su partido arrastre a su lideresa. Lo que no han logrado, de momento, sus amistades peligrosas con un número incontable de corruptos imputados puede conseguirlo su incompetencia y vanidad. No es la única muesca en el extenso expediente que persigue a Cifuentes.

Porque los hechos que la rodean no cabe borrarlos de un plumazo. Para empezar, siendo delegada del Gobierno en Madrid, no tuvo ningún problema en justificar las actuaciones policiales en la estación de Atocha durante las protestas de «Rodea el Congreso» en 2012. Como tampoco mostró el más mínimo rubor a la hora de exhibir en su despacho los cascotes lanzados contra la Policía por los manifestantes de las Marchas de la Dignidad mientras un joven acababa de perder un testículo a consecuencia de un pelotazo de goma y otro el 90% de la visión de su ojo derecho. Sobre las funciones que desempeñó en Fundescam, ente creado para cubrir las insaciables necesidades de financiación electoral de su partido; y en las dos principales instituciones desfalcadas por las tramas madrileñas, Caja Madrid y el Canal de Isabel II, repitió el mantra con el que llegó al Congreso: «No sé que hago aquí».

La irrupción de Errejón

Por si a este circo montado, con el apoyo de los pesos pesados del PP, le crecieran pocos enanos, Cifuentes recibió su ración de perdigones por parte del diputado de Unidos Podemos, Íñigo Errejón, que asumiendo su papel de candidato a la Presidencia, encontró la oportunidad perfecta para destacar su voz. La vitalidad que imprimió a sus argumentos, la denuncia del victimismo del que hizo gala su oponente, la condena del Gobierno destruyendo u ocultando pruebas y su reclamación de una nueva política para la región amagaron con resquebrajar en más de una ocasión los diques de contención de Cifuentes. Al comienzo del rifirrafe, hubo un detalle interesante. La presidenta había asegurado que su papel en las comisiones electorales de su partido «fue verdaderamente insignificante», ante lo que Errejón rebotó: «¿Cómo de insignificante?». La respuesta –«en caso contrario estaría imputada»– desencadenó una oleada de murmullos de intensidad variada en sala. «Por la boca muere el pez», remató uno de los presentes. Puede que fuera su última función. O la anteúltima. Acusada de mentir con su título de Derecho y criticada como cómplice voluntaria de las tramas de corrupción, a Cristina Cifuentes solo le queda anunciar su retirada. La inquietud en el seno del viejo PP por las repercusiones electorales es general.

 

CIUDADANOS AVALA LA COMPARECENCIA DE CIFUENTES

Cristina Cifuentes tendrá que comparecer el próximo 4 de abril en un pleno extraordinario de la Asamblea regional de Madrid para dar explicaciones sobre las supuestas irregularidades en torno al máster que cursó en la Universidad Rey Juan Carlos.

La formación de Albert Rivera sumó sus votos a PSOE-M y Podemos, lo que ha provocado el enfado en el PP. No en vano esa decisión coincidió con el anuncio, por parte de Ciudadanos, de un acuerdo con el PP para avalar los presupuestos generales del Estado español impulsados por el Gobierno de Mariano Rajoy.

El portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio, se mostró «ofendido» con Ciudadanos por «saltarse» el Reglamento al hacer comparecer a Cifuentes. «Es inédito. El Reglamento tiene veinte años y no prevé que los presidentes puedan comparecer de esta manera y ahora Ciudadanos, que critica que los independentistas en Cataluña se salten el Reglamento se lo ha saltado aquí votando con PSOE y Podemos y hacen comparecer a la presidenta. Tienen una falta de ideas colosal», denunció.

Sobre la posibilidad que planteó el portavoz del PSOE-M, Ángel Gabilondo, de no descartar la posibilidad de presentar una moción de censura contra la presidenta de Madrid si no da explicaciones sobre su máster en la URJC, Ossorio aseguró que no le «sorprende» porque «llevan haciendo ese juego siempre».GARA

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. AFP