Según la Oficina Nacional Electoral de Hungría el ultraderechista partido Jobbik, liderado por Gábor Vona, ha alcanzado 20%, y la coalición de izquierdas, formada por los socialdemócratas y ‘Diálogo’ que ha apoyado a Gergely Karácsony con un 12%.
Con estos datos, el Fidesz no solo logra cuatro puntos porcentuales más que en el año 2014 sino que podría conseguir la mayoría de dos tercios en el Parlamento, con 133 escaños.
El Jobbik, por su parte, obtendría 27 escaños, la coalición izquierdista 20, la Coalición Democrática 9, mientras que los ecologistas del LMP tendrían 7.
Orbán ha confirmado ante sus seguidores en Budapest su triunfo electoral, el tercero consecutivo después de 2010 y 2014, y ha dicho que el resultado es una «gran victoria para Hungría, que ahora podrá seguir en su camino iniciado, para poder defender al país».
«Ganamos», ha comenzado su discurso el primer ministro y ha agradecido el apoyo «y la fidelidad» de los votantes y militantes del Fidesz.
«La (alta) participación pone entre comillas todas las dudas», ha enfatizado el primer ministro, en alusión al estimado 70% de los ciudadanos con derecho de voto que han acudido a las urnas, mucho más que lo vaticinado por los expertos.
En su campaña electoral el Gobierno y Orban han mantenido un discurso alarmista y en contra de la inmigración y los refugiados, que ha constituido su único mensaje.
El primer ministro defiende el modelo de una «democracia illiberal» y se ha enfrentado varias veces por ello a la Comisión Europea, que critica su forma autoritaria de gobernar.
Además, mantuvo durante meses una campaña pública en contra del magnate estadounidense George Soros, de origen húngaro, al que acusa de querer traer millones de inmigrantes musulmanes a Europa.
En la campaña electoral, la izquierda y la extrema derecha confiaban en que podrían beneficiarse de un cierto desgaste de Orban por acusaciones de corrupción en su entorno más inmediato.
Además, los expertos vaticinaron que una movilización masiva de los votantes y una alta participación podrían ser una ventaja para la oposición, lo que al final no ha sucedido.
Dimisiones
Por su parte, el líder del Jobbik desde 2006, Gabor Vona, ha anunciado su dimisión, con lo que ha cumplido su promesa de alejarse del liderato del partido si no ganaba las elecciones.
«El Jobbik ha demostrado que es el mayor partido de la oposición», ha dicho Vona, en alusión a los resultados que lo confirman como segundo partido en el Parlamento.
Gergely Karacsony, líder de la coalición izquierdista, ha agradecido el apoyo y la alta participación pero ha admitido que «los resultados están muy lejos de lo que se esperaba».
Igual que Vona, la dirección del partido socialdemócrata MSZP ha anunciado su dimisión después de conocer los resultados.
El único logro de la oposición en estos comicios ha sido que en la capital, Budapest, se ha llevado la mayoría de los escaños.
Es la tercera vez consecutiva que Fidesz gana las elecciones generales en Hungría, después de 2010 y 2014, aparte de su victoria en el año 1998.
La participación en los comicios ha sido alta, estimada en casi un 70%, la mayor desde 2002, lo que ha obligado a retrasar varias horas el cierre oficial de los colegios para permitir que toda la gente que estaba haciendo cola pudiera depositar su voto.