Dabid LAZKANOITURBURU
DONOSTIA
Interview
HALIL BÁRCENA
EXPERTO EN SUFISMO

«El sufismo es el antídoto frente a un islam rigorista reducido a código penal»

Halil Bárcena (Renedo, Cantabria, 1962), es un islamólogo especializado en el sufismo, una corriente mística y tolerante del islam esparcida por todo el mundo musulmán. De ahí que concite el odio atávico por parte de grupos rigoristas y yihadistas que, en su opinión, adolecen de tal desconocimiento de su propia tradición religiosa «que cuesta mucho considerarlos islam».

Halil Bárcena, afincado en Barcelona, participó en una Jornada sobre el Silencio organizada por Mondragon Unibertsitatea en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de Eskoriatza (HUHEZI).

¿Qué es el sufismo?

No es fácil resumir siglos de tradición espiritual, pero podríamos decir que es la dimensión mística del islam, el islam del corazón y, al mismo tiempo, el corazón del islam. La propia tradición islámica acostumbra a dividirse a sí misma entre una parte exterior, de cumplimiento formal de rituales y preceptos, mientras que el sufismo sería la interiorización de todo ello. Si el islam es la letra en sí, el sufismo sería el espíritu que anima esa letra.

 

¿El origen del sufismo está en una reacción contra el exceso de judicialización islámica?

El sufismo está ligado al mismo nacimiento del islam. Es cierto que hereda seguramente influencias preislámicas. Ninguna tradición religiosa es una isla, pero su especificidad es estrictamente islámica.

Sí que es cierto que nace como una reacción contra la preponderancia de lo jurídico en el seno del islam. A lo largo de la historia del islam siempre ha habido tensión entre la figura del jurista, la persona más preocupada por el hacer y el cumplimiento, y el místico o espiritual.

¿El sufismo es más tolerante respecto a otras religiones?

El sufismo hereda una teología de la pluralidad religiosa que ya está implícita en el propio Corán, donde aparece toda la cadena profética bíblica. La apertura a la fe del otro no es, por tanto, un invento sufí pero el sufismo no solo hereda ese pluralismo religioso sino que lo ensancha. El sufismo es el elemento más universal y universalista de la tradición islámica.

¿De ahí proviene el odio que profesan al sufismo los movimientos yihadistas como el Estado Islámico, Al Qaeda...?

Sí, pero en el caso de esos grupos terroristas es un odio que nace de la ignorancia. Uno de los males fundamentales de esos movimientos es el desconocimiento de su propia tradición religiosa. Seguramente obedecen a intereses muy oscuros, pero, efectivamente, desearían un islam cerrado y sin todo ese poso de sabiduría y de belleza que representa el sufismo.

¿Entonces, el de los yihadistas sería un islam antiislámico?

A mí y a muchos expertos nos cuesta muchísimo considerar a estos movimientos como islam por su proceder, por su barbarie, por sus medios e incluso por sus fines. Desgraciadamente, así como Dios es quizás la palabra más vilipendiada de la historia. el islam por boca de esos grupos es una palabra y una realidad totalmente desvirtuada,

Pero, ¿no es verdad que el sufismo también es rigorista?

Depende de lo que entendamos por rigorista. Un sufí es terriblemente riguroso consigo mismo, en cuanto a su práctica espiritual, en cuanto a su pasión por la verdad. Pero deberíamos distinguir entre rigorista y riguroso. La rigurosidad, en cualquier disciplina, artística, científica, humana y espiritual es imprescindible. El rigorismo es una enfermedad de la rigurosidad y es verdad que en algunos ámbitos religiosos del islam se ha sobrepasado ese límite.

 

Podríamos decir, si no fuera tan trágico, que el rigorismo sería la enfermedad infantil de la rigurosidad...

Se podría decir así.

¿Cómo se explica que la orden sufí de los Naqsbandí, con Ibrahim Al Duri (número dos de Saddam), o su sucesor, al frente, apoyara al ISIS en 2014 para hacerse con Mosul y otras ciudades iraquíes para fundar el califato del ISIS?

No hay un solo sufismo. Existen distintas escuelas y una de ellas es la gran corriente Naqsbandí, con una implantación muy importante en Medio Oriente, Turquía, Asía central, en India...

Dicho esto, es cierto que, lamentablemente, lo que se dio en llamar Jaish Naqsbandi, una suerte de milicia naqsbandí, estuvo muy cerca de algunos grupos terroristas. Yo creo que fue una equivocación absoluta, pero en aquel avispero ocurre que, al tener el mismo enemigo, se corre el riesgo de aliarse con alguien terriblemente detestable.

Tampoco existe una sola naqsbandiya. En algunos momentos históricos hallamos un movimiento profundamente quietista, cuya única preocupación es la espiritualidad interior y que no participa en política. Pero en el Cáucaso de los siglos XIX y XX ciertas corrientes naqsbandíes se implicaron totalmente en la resistencia contra la ocupación rusa primero y soviética después.

 

El hombre fuerte de Moscú en Chechenia, Ramzan Kadirov, profesa el sufismo pero en términos sociales y religiosos aplica el rigorismo.

El montañoso e indómito Cáucaso se islamizó tardíamente y lo hizo justamente a partir de ciertas escuelas sufíes, entre ellas la Naqsbandí. Ese islam particular comienza a resquebrajarse en los años 60 y 70 con la llegada de otro tipo de islam, muy rigorista, mucho más árabe, promovido desde instancias wahabíes como punta de lanza contra el comunismo soviético. Surgen grupos que rompen con la tradición sufí chechena. Lamentablemente, el Cáucaso se convierte en escenario de esa lucha.

En ese contexto, las autoridades juegan hoy a dos bandas. De un lado, tienen que basarse en ese sustrato popular sufí. Pero, al mismo tiempo, reciben presiones exteriores y financiación y hacen concesiones a un rigorismo muy ajeno a la actitud ancestral del islam sufí checheno.

 

¿Ocurre lo mismo con Libia, y sus ancestrales órdenes sufíes (Sanusiya...), asediadas por un salafismo en expansión?

El caso libio es diferente pero es cierto que hay un sufismo latente ligado a esas corrientes en el marco de un orden interno que salta por los aires cuando el Estado implosiona por la intervención exterior y la financiación de grupos con oscuros intereses. La consecuencia de todo ello es una situación general de caos muy complicada de analizar.

 

Desde la realidad de una islamofobia creciente, ¿que puede aportar el sufismo para la comprensión del islam, también entre los no musulmanes, y qué futuro cree que tiene?

El sufismo es una esperanza interna para el islam. Si definimos el sufismo como el corazón del islam, nada puede vivir sin su corazón; por tanto un islam sin sufismo es un islam yermo, que puede acabar, como vemos, derivando en una especie de código civil o, peor, en un código penal. El sufismo puede ser una vía de acceso, de comprensión y de acercamiento un poco más ecuánime al islam.

Frente al rigorismo de ciertas corrientes foráneas y que poco a poco han ido cambiando el rostro del islam en algunas regiones, conviene recordar que la propia tradición islámica posee, en los diferentes tipos de sufismo en muchas partes del mundo, un legado de sabiduría, de belleza, de conocimiento y una herramienta de diálogo con el exterior muy potente. Yo creo que, quizás no a corto plazo, demasiado marcado por la actualidad, pero en una perspectiva temporal más larga, el sufismo va a reivindicar su lugar.