Nagore BELASTEGI
DONOSTIA

El reto demográfico vasco; ¿y si en 2060 uno de cada tres tiene más de 65 años?

El curso «Escenarios demográficos de la Comunidad Autónoma de Euskadi: ¿Dónde estaremos en 2060?» puso sobre la mesa gran cantidad de datos que dan que pensar. Aunque hubo quien se aventuró a avanzar lo que pasará, también conviene mirar al pasado para constatar que ya hemos atravesado picos demográficos similares.

La demografía pasada, presente y futura de la CAV fue ayer el tema principal de un curso de verano de la UPV en el que se analizaron los datos y las razones. El Eustat pronostica que para el año 2031 la población será de 2.186.200 habitantes, 10.800 más que el año pasado. El factor principal es el aumento de la esperanza de vida, que se sitúa entre los 85 y los 90 años; estos pronósticos auguran 88,8 años para los hombres y 92,2 para las mujeres.

Aunque que la esperanza de vida aumente sea algo positivo, la cara opuesta de la moneda es una baja natalidad que en próximas décadas podría caer aún más, lo que ocasionaría una población envejecida donde en 2060 los mayores de 65 años supondrían el 33,5%, 12 puntos por encima de la situación actual.

El consejero de Hacienda y Economía de la CAV, Pedro Azpiazu, fue el encargado de dar estas pinceladas en el inicio del curso “Escenarios demográficos de la comunidad autónoma de Euskadi: ¿Dónde estaremos en 2060?”. Dado que el escenario presentado implica que la CAV tendrá una mayor población pero con menos gente en edad laboral, Azpiazu señaló que «serán necesarios mayores flujos de personas que vengan a vivir y trabajar».

Natalidad, mortalidad y migraciones. Esos fueron también los temas tratados durante la segunda parte del curso, en el que expertos del Centre d’Estudis Demogràfics de Catalunya analizaron punto a punto en qué momento nos encontramos hoy, pero también cómo estábamos hace años y las razones de ese recorrido aportando claves claves para entenderlas.

Matizaron que por mucho que nos empeñemos en proyecciones a largo plazo, es prácticamente imposible prever lo que pasará cuando hablamos de demografía, pues la historia nos ha enseñado que pueden ocurrir crisis económicas, guerras o problemas de salud públicas, así como épocas de bonanza, todo ello capaz de echar por tierra cualquier prospección.

Baja natalidad

El profesor Daniel Devolder fue el primer ponente de la serie sobre “Los comportamientos demográficos en Euskadi y su entorno” y al que le correspondió echar un ojo a los datos de fertilidad. Con gráficos, demostró que a principios del siglo XX en Catalunya la natalidad era muy inferior a la media estatal, pero que a partir de los años 50 la igualó con una trayectoria justamente inversa a la de la CAV.

En total, tanto nuestra media como la de los catalanes o la del Estado español tiene trayectoria descendente, pero en el caso vasco es mucho más acusada. Un ejemplo; en 1975 las mujeres tenían 2,8 hijos mientras que en los 90 se situó en 0,9, «un mínimo histórico mundial». Así, mientras que en los 70 el Estado español tenía una media de las más altas de Europa en cuanto a número de hijos por mujer, para los 90 era de las más bajas, con un hijo como media. «Y fijáos en que Euskadi quedaría fuera del gráfico porque era incluso menor al 1». Comparando las medias estatales con otros países europeos, aquellos países que cuentan con mejores políticas familiares son los que han subido su media de hijos por persona (2 hijos o más).

Pero lo realmente elocuente es que desde los 80 hasta la actualidad la edad para tener el primer hijo se ha retrasado casi cinco años, lo cual puede transformar totalmente la sociedad, según este experto. En 2015 la edad media era de 30 años en el Estado español, una de las más altas junto a Suecia. En los 80, por contra, estaba en 26 años. En la CAV, una vez más, esta diferencia resulta aún mayor pues actualmente la edad media materna se sitúa en los 31 años.

Las razones para que la edad de tener el primer hijo haya aumentado tanto es que «la gente tiene objetivos de vida totalmente diferentes», lo cual hace que se posponga el embarazo –y que en ocasiones haya problemas para conseguirlo, llegando incluso a no tener hijos a pesar de desearlo–.

A su vez, al posponer el primer hijo, jamás llega el segundo, lo que hace que la media por familia también descienda. Hoy día el 27% de las mujeres de la CAV no tienen hijos, algunas veces porque no pueden pero, remarcó Devolder, en general «por no querer tenerlos». En el Estado la media de infecundidad es del 22%, pero con un matiz importante: sube al 25% en la mitad norte y baja al 13% en la mitad sur. Por otro lado, esto ya ha pasado antes. El experto echó la vista a 1900, cuando el 25% de las mujeres no tenían hijos.

Como último factor, apuntó a los núcleos familiares. «El 90% de la gente termina viviendo en pareja, por lo que el descenso de natalidad no es porque la gente no quiera vivir en pareja», aseguró. Sin embargo, las separaciones influyen en la llegada del primer hijo puesto que cuando una pareja se rompe la gente tarda más en encontrar una nueva pareja y tener un hijo, posponiendo así la edad.

Mortalidad y migraciones

El segundo punto de vista fue el de la mortalidad, descrito por el profesor Amand Blanes, apuntando a una esperanza de vida cada vez más alta. Según detalló, en 1970 se situaba en 65 años mientras que ahora está entre los 85 y los 90.

El INE (Instituto Español de Estadística) ha sacado recientemente una herramienta para comparar la esperanza de vida de las personas según su sexo y nivel de estudios. «Se relaciona un nivel de estudios alto con un estatus mayor», comentó aludiendo a que lo lógico es que ese estatus alto implique mayor esperanza de vida. Y de hecho, según la prueba que él mismo hizo con la herramienta del INE, así es: comparó a personas de 65 años con nivel de estudios primarios y universitarios y el resultado fue de 1,7 años de diferencia en hombres y de 1,14 en mujeres. Sin embargo, esta herramienta le permitió ver también que en la CAV las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres a cualquier nivel educativo.

«En los 80 un hombre de 22 años tenía el mismo riesgo que morir que uno en los años 50, y eso fue debido al sida. Y en cuanto a hoy día, cada vez son más las mujeres fallecidas a consecuencia del cáncer de pulmón porque están llegando a una edad avanzada las nacidas durante los 50-60, cuando el tabaquismo en las mujeres empezó a igualar al de los hombres», manifestó explicando algunos cambios en las poblaciones.

A su vez, dijo que salvo estas variaciones de muertes evitables mediante herramientas sanitarias (diabetes o cardiopatías) o mediante políticas de salud pública (cáncer de pulmón por tabaquismo, sida, ciertos accidentes de tráfico...), no hay mucho más que se pueda hacer para mover el modelo demográfico en cuestión de mortalidad, pues la esperanza de vida sigue subiendo mientras las muertes de niños y adolescentes es poco probable que bajen porque ya «son muy escasas».

La última ponencia de esta serie fue la relacionada con las migraciones, de la mano del profesor Joaquín Recaño. Primero explicó que hoy día no es tan fácil identificar los movimientos migratorios pues «las personas ya no emigran, sino que se desplazan», y puso de ejemplo a esa persona que vive en Araba pero trabaja en Bizkaia. O las parejas extremeñas que emigraron hace años y una vez jubiladas regresan a sus lugares de origen. O los autóctonos que se mudan a Benidorm. O las mujeres latinoamericanas que vienen a trabajar y luego traen a sus familias...

Estos movimientos no son nuevos: en 1900-1910 hubo mucha gente que se cambió de municipio, pero dentro de la CAV. En Bizkaia la gente migró a cerca de la ría, y en Gipuzkoa a la costa. Es algo atípico, pues solo el 14% de la población (casi todas mujeres, por la oferta en el sector de servicio) migraron fuera del territorio, mientras que en otras comunidades como Extremadura emigraron un 60% durante los años 40 y 50.

La migración fuera del Estado, en el caso de los vascos, fue muy selectiva. Los hombres (sobre todo) que salieron consiguieron posiciones muy importantes, y al regresar a menudo formaron compañías. Aún hoy, la CAV cuenta con uno de los niveles más bajos de migración, pero a la vez es una de las comunidades que más migración recibe.