Gorka CASTILLO
madrid
Interview
ALBERTO XICOTÉNCATL
DIRECTOR DE LA CASA DEL MIGRANTE DE SALTILLO, MÉXICO

«López Obrador es el primer político que habla de abrir un proceso de paz en México»

Alberto Xicoténcatl es director de la Casa del Migrante de Saltillo, una de las ciudades-refugio próximas a la frontera donde el narcotráfico y el poder político dibujan la misma calavera. De visita en Madrid, donde ha mantenido reuniones con diversas organizaciones de la sociedad civil movilizada a favor de los derechos de los refugiados traza una paisaje desolador de su país.

En el fondo de una conversación sobre México habita una rara sensación de desconcierto. Es el relato de dos mundos paralelos, un país dual donde convive un pueblo que sangra a borbotones y un poder fiero que se oculta tras la máscara de una guerra no declarada. Alberto Xicoténcatl parte del primer grupo. «La imagen de los niños enjaulados, separados de sus familias, es la punta del iceberg», asegura.

¿Qué supone para México el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador?

López Obrador no ha ganado por su propuesta política ni porque haya sido el candidato más brillante, sino por lo que representa. Es el único que ha centrado el mensaje en la necesidad de un cambio estructural que saque a México de la angustia en la que se encuentra. Y esa ha sido su gran ventaja, porque la gente no aguantaba más. En campaña no ha dejado de defender un giro a la política mexicana aunque aún no sepamos cómo lo hará. Y ese silencio alimenta las dudas. ¿Qué significa ese golpe de timón? En mi opinión, es malo colocar tantas expectativas en una sola persona porque la debilidad institucional en la que nos hallamos puede neutralizarlo. Para ser realista diré que es casi imposible que veamos una transformación palpable en sus seis años de Presidencia. Va a ser muy difícil que cambie una situación política que lleva un siglo sin modificación alguna.

¿Dónde ha radicado su éxito?

El principal es que no ha hablado de la economía privada como motor del país sino que se ha centrado en la economía doméstica, en las pequeñas familias mexicanas golpeadas por la pobreza. Y ha sido un éxito porque ha activado de tal forma al electorado que a los otros dos candidatos presidenciales, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, no les quedó otra opción que asumir su mensaje para no quedarse descolgados. El discurso de AMLO rompe con la defensa cerrada de los intereses del empresariado que la clase política viene haciendo desde hace más de 20 años, pero habrá que ver dónde logra ahora los recursos para alcanzar los objetivos.

¿Qué país hereda de Enrique Peña Nieto?

Un país paralizado y polarizado. La clase política está completamente desprestigiada, las instituciones se han debilitado, la economía se ha derrumbado y hemos retrocedido en derechos humanos. Hay más pobreza y la corrupción es aún mayor que hace seis años. El paisaje de violencia es desolador.

Durante la campaña se habló por primera vez de la posibilidad de abrir un proceso de paz en México. ¿Cree viable explorar la paz donde la violencia la ejercen cárteles de la droga?

Ese es otro de los grandes debates abiertos por López Obrador. Por primera vez, ha hablado de amnistía y de proceso de paz. Creo que es una postura un tanto aventurada, pero, sin embargo, me parece una gran apuesta. Mientras el resto de candidatos hablan de mantener, e incluso reforzar, la militarización del país, él sostiene la importancia de variar la estrategia y comenzar a discutir sobre ello. Obviamente, los ataques contra AMLO se han sucedido, pero lo verdaderamente interesante, y lo digo como defensor de los derechos humanos, es que rompe con la dinámica actual de militarización de las calles y de confrontación directa con los cárteles de la droga, algo que no entraba en el imaginario político de los mexicanos al comenzar la carrera presidencial. Otra cosa es si las características de la violencia que se vive en México dejan algún espacio para abrir un proceso de paz como el que de Colombia o de otros países. Está por ver si lo conseguirá, pero no tengo duda de que ha llegado el momento de discutirlo.

Para México, alcanzar la paz es casi un objetivo inabordable.

Es que la palabra es, en sí misma, desconocida para la sociedad civil. Jamás se ha planteado en mi país como la solución a los conflictos. Sólo esperábamos que se llegara a un ‘pacto’. Decíamos ‘ojalá se pacte’, porque era la única forma de mantener a la violencia en un nivel más o menos asumible. Nos conformábamos con eso. Hablar de paz era aceptar la existencia de una guerra y eso era algo que el Estado jamás ha asumido. Ni siquiera durante el levantamiento zapatista en Chiapas. Enton- ces se llegó a los Acuerdos de San Andrés, pero excluyeron el término ‘pacificación». Ahora, todo esto se ha removido y ha despertado una conciencia. Esa es la gran novedad. Por tanto, a partir de ahora tendremos que aprender a procesar, digerir y desarrollar un proceso de paz en México y, si lo conseguimos, será el mayor avance de los últimos 30 años.

La guerra ha alcanzado el paroxismo en la frontera con EEUU, donde la imagen de niños en jaulas, separados de sus familias, ha dado la vuelta al mundo. ¿Cómo viven esa situación?

Las imágenes de los niños enjaulados retrotraen a los años oscuros del nazismo en Europa. Pero era algo que ya esperábamos porque ya estaba sucediendo. Washington dice que han reagrupado a más de 500, pero hay más de 2.000 en esa situación a los que será muy difícil devolver a sus familias porque carecen de registros oficiales. Es una catástrofe. Además, la llegada de Trump ha movilizado a importantes sectores contra la población extranjera que, ante el endurecimiento de la política migratoria, ha optado por quedarse de forma temporal en México. La mayoría procede de países con una situación grave de violencia como Honduras, Guatemala y El Salvador. El miedo ha crecido. Sirva como dato que el número de personas que ha solicitado asilo en México en los últimos cuatro años ha aumentado en un 1.000 por 100 y sólo en este último año se han tramitado 17.000 solicitudes de refugio, que sólo computan uno por unidad familiar. Esto está provocando que cientos de familias se agolpen en zonas próximas a la frontera con EEUU, lo que ha empezado a generar una grave crisis humanitaria. El Estado mexicano está superado.

¿Qué medidas ha impulsado el Gobierno de México para mitigar las consecuencias de este bloqueo fronterizo?

Ninguna de carácter extraordinario. Al contrario. El presupuesto se ha reducido y el personal destinado a auxiliar a estas personas ha disminuido. Esto ha provocado una serie de desequilibrios en el Ministerio de Interior, con múltiples cambios en los últimos meses, que sólo han debilitado la ayuda de emergencia. Carecemos de un programa de acogida para refugiados. El destino de todas esas personas es la solidaridad de la sociedad civil. No tienen más. Solo el Acnur está invirtiendo un recurso económico para que podamos de dar este tipo de servicios a migrantes. Solo en Saltillo, una localidad pequeña, tenemos a 157 familias.