Las precipitaciones récord registradas desde el jueves en regiones del sur, centro y oeste de Japón ha dejado al menos 126 muertos y 58 desaparecidos, han causado graves daños en miles de viviendas e infraestructuras, han provocado la evacuación de decenas de miles de personas y han dejado aisladas poblaciones enteras. La mayoría de los fallecidos y desaparecidos se han registrado en las prefecturas de Hiroshima, Okayama y Ehime, arrastrados por las crecidas de ríos o desbordamiento de diques y atrapados en corrimientos de tierra y derrumbes de edificios.

En Mabicho (Okayama), una de las más castigadas, dos tercios de su superficie quedaron totalmente inundadas en horas y un millar de personas tuvo que refugiarse en los tejados y azoteas de las 4.600 viviendas engullidas por el agua y el barro.

Los equipos de rescate eran la última esperanza de las familias de los desaparecidos en la montañosa Kumano (Hiroshima), donde seguían buscando señales de vida entre los escombros de las casas arrasadas por los ríos de lodo, que removían con palas y excavadoras, mientras el sol abrasador empezaba a secar las zonas enfangadas.

En Kurashiki (Okayama), «ya parece que ya nadie pide ayuda» desde los tejados o las terrazas de las viviendas, constataron desde los helicópteros de rescate.

Al volver a sus hogares siniestrados al amainar las lluvias, los habitantes de las zonas afectadas empezaron a tomar conciencia de la magnitud del desastre: barrios enteros inundados, vehículos en medio de cráteres formados en carreteras completamente destruidas, enormes riadas de barro y puentes arrasados.

Sin electricidad ni agua

La lluvia disminuyó ayer en toda la región occidental afectada y se pronosticaban temperaturas superiores a 30 grados, lo que se temía que provocara insolaciones en áreas sin electricidad o agua, y donde los alimentos se estaban agotando. Alrededor de 12.700 personas no tenían electricidad ayer, según las compañías eléctricas, y decenas de miles carecían de agua.

Estas lluvias son de las más devastadores que se recuerdan en Japón, donde las condiciones meteorológicas extremas son habituales, sobre todo en la época estival de lluvias y tifones. Y una de las peores catástrofes de este tipo en los últimos años en el país.