Pablo CABEZA
BILBO

Con un resultado artístico mejor de lo previsto, concluye Bilbao BBK Live

Tras el susto del viernes noche con la aparición de la lluvia, la tarde y noche del sábado aguantó sin llover a pesar de las encabritadas nubes. La frase que más se escuchaba: «Que no llueva, porfa». La temperatura, excelente. Gorillaz aglomeraron, cual txirlora prensada, a todo el recinto. En Noel Gallagher se limitó el número de fotógrafos y Foku fue discriminado. Gorillaz solo permitieron fotos desde la zona baja de mezclas. «Caprichos de los grandes».

Diseñar un festival es una labor que se le escapa a nuestro cerebro entre otras cosas por tener largo, ancho y alto y uno se pierde en los volúmenes. En la escuela era feliz con el cuadrado y el rectángulo, pero cuando llegó el día del cubo, eso fue un shock. Así que es lógico que un evento de tres días con sus metros cúbicos, incluida la bebida, aunque poco aportamos en este sentido, que durante el trabajo no se bebe, y si acaso una “sin alcohol”, descoloque a cualquiera o parezca algo radicalmente abstracto, algo así como ordenar el caos. Los de “Hein”, por cierto, tienen la exclusiva dentro del recinto, perímetro que dicen los de seguridad en sus charlas de organización, de noche les pedimos una 0,0, el día no lo recuerdo, francamente. El caso es que hubo reunión de metres para saber dónde estaban las latas 0,0, que aparecieron en un rincón asustado jugando al escondite.

Pero en un festival pueden pasar más cosas, no sabemos si más o menos importantes, las dimensiones son muy relativas. Por ejemplo, este año se han realizado obras de nuevo, como cada año. Se ha mejorado el espacio del backstage, donde están los artistas y algunos enchufados y el área donde se ubica el tercer escenario, creemos que es mejor que el de la carpa, donde te cueces, pero que si llueve cumple. Dilema.

Las excavadoras trabajaron duro royendo tierra baldía, en este caso sí, pues en otros “mejoramientos”, han desaparecido árboles. Percibimos al instante que el cambio de orientación del escenario, era fácil imaginarlo, conduciría directamente el sonido a la sala de prensa. Por mayo, nos dijimos una frase muy poética viendo la situación: “Ummmmmm”.

El primer día de nuestra llegada al BBk Live preguntamos hasta a los de la “Hein” dónde estaba la carpa de prensa. No había ni peto ni visera ni vendedor de salchichas que supiera algo al respecto. Al final vagabundeando por el recinto dimos, casualmente, con Alfonso Santiago, director del enjambre, a quien, tras saludarle, hacía mucho tiempo que no le veíamos, le preguntamos dónde estaba la carpa, solo una orientación, él está a otras cosas. Con cara de despistado, “Ummmmmmm”, de nuevo, Santiago llamó a la responsable de prensa, que es quien se come los marrones. Espero. Llega con mala cara, así que recito de nuevo “Ummmmmm”. «Hola», «Hola, que no encuentro la carpa ni nadie sabe nada». «Está un poco lejos... », me dice con voz que mira al suelo. Le sigo con mis ocho quilos al hombro y el exceso de peso por hacer tanto ejercicio. La caminata no se acaba. «En realidad está fuera del recinto», comenta unos minutos después, aunque a nosotros nos pareciera una hora.

Y estaba fuera, vaya que sí. Era la última edificación de la zona. La visión externa fue desoladora, una caseta prefabricada quizá abandonada por las últimas obras en la zona hace cinco años. La entrada al interior no fue menos impactante y desoladora. Una vez sentado y admitida la derrota, comencé a recordar aquella canción del charro cantor Jorge Negrete cuando cantaba “Allá en el rancho grande”, con la peculiaridad de que nos había tocado el local de los aperos de labranza o el lugar de descanso de los obreros. Las ventanas no se abrían o no se cerraban. A elegir. No había seguridad y estábamos rodeados de gente haciendo botellón. Dentro, miles de euros. Con las quejas, posteriormente se pondría seguridad. Pero funcionaba el wifi, alivio, eso sí, aunque las fotos pasaban a duras penas.

Admitimos que con el paso del tiempo le cogimos cariño a la caja a pesar de parecerse demasiado al día del cubo en la escuela. Superamos los traumas y con una capa de optimismo nos dijimos más vale algo que nada aunque la nada esté muy lejos de los escenarios y esto sea ya frontera con Araba. Hay cuñas del territorio vecino que no están muy lejos.

Sin privilegios

No nos gustan los privilegios de ningún tipo, y menos los de casta, los de clase, pero sí que se nos facilite el trabajo. Si no hay ni agua, pues a sudar o a pasar por “Heim, heim”. Nos quema ver autobuses vip que recorren un trayecto prohibido para los demás y que dejan a sus usuarios arriba del todo. Mientras que los que pagan la entrada, a caminar sus dos kilómetros cuesta arriba. Además cuentan con una entrada, desambiguación, especial para acceder al recinto, solo para vip y un espacio en lo alto de una loma para gente vip. Los hijos e hijas de... Los ejecutivos de... Pero tampoco nos engañemos, así es el mundo, así funciona... Y, además, músicos caprichosos, ególatras, “des-potas”, vividores los ha habido siempre, y siempre nos han dado asco. Sí, la música, como tantos ámbitos de la vida, tiene dos caras o más, pero una de ellas es la de los gilipollas, hermosa palabra que diferencia claramente a unos de otros.

Capítulo 3, versículo 117. Puede entrar dentro de la lógica, es posible, pero con Noel Gallagher hubo restricción de fotógrafos. Estas son cosas de los mánagers, en casos internacionales verdaderas cucarachas, y Foku, la agencia que trabaja para GARA y “Berria”, discriminada frente a otros medios locales que sí tuvieron el “privilegio” de sacar fotos, pero desde solo una esquina del escenario. O sea, todas las fotos similares para un tío carente de imagen, inmóvil y que lo mejor que hizo en su actuación fue versionar a Oasis, cinco canciones de quince, y terminar su set con el “All you need is love”, de Lennon y McCartney. No una de las mejores canciones de los Beatles, a quienes Oasis copiaron con mucho talento, pero sí muy jipi, sobre todo si estás forrado y temes que las corrientes cambien y se te acabe el estatus.

De resumen

El sábado creemos que no tenía la mejor programación del festival, pero fue la jornada que con diferencia tuvo más gente y, posiblemente, sí completara aforo, porque aunque la organización diga en sus comunicados que hubo “sold out” los tres días, jueves y viernes no pensamos que fuera así o el sábado hubo “Ummmmmm”.

Los mejores días fueron jueves y viernes, el sábado exige una programación menos impactante, pues para los aficionados es el día estrella y les basta. Alt-J y Florence + the Machine lo sublimaron. Florence, por cierto, suele anunciar joyas y ropa para la marca Gucci, entre otras, y es habitual de la revista “Vogue”. El viernes privilegio con My Bloody Valentine, The XX, David Byrne y The Chemical Brothers. Y el sábado fue para Clementine, Jungle, soberbio soul coral, y Gorillaz. Hasta el próximo año y a ver si hay menos “Ummmmmm”.