Nerea GOTI

34 equipos y una afición que no se fija en el color de la piel

Más de 30 equipos son ya mucha gente y arrastran a su afición. Ayer la humilde cancha de Karmela rugió como los grandes estadios practicando el antirracismo o, lo que es lo mismo, jugando a fútbol sin mirar al color de la piel para ir aparcando mochilas del pasado.

Del espacio autogestionado Karmela, en Santutxu, donde la red ciudadana asiste a más de un centenar de migrantes después de Atxuri y Bilbo Zaharra, dicen que recuerda al hotel ateniense City Plaza, otra infraestructura autogestionada por vecinos y activistas para dar hogar a refugiados. Ayer Karmela se convirtió, además, en un estadio para celebrar el Mundualito, no pequeño, sino muy de casa. Una maratón de encuentros mañana y tarde poniendo mucha carne en el asador en el terreno de juego, en el que se sucedió el hervidero de graderío sin gradas, con reggae de fondo y otros ritmos, a manos de diferentes Djs y un público que estalló con algunas jugadas, con las faltas y con cada gol fuese quien fuera el equipo marcador.

La antigua cancha escolar se convirtió en un ir y venir de gente entre quienes lo mismo se pusieron el delantal para preparar menú vegano para más de 300 personas, que se colocaron el peto para saltar al campo, que animaron, bailaron, vendieron camisetas, pincharon música o celebraron, sin más, una jornada con mucho color sin distinción entre pieles.

Mayor participación

La de ayer, tampoco fue una tercera edición del Mundualito antirracista al uso. En comparación con ediciones anteriores se multiplicó la participación y la implicación de colectivos al frente de la organización, donde además de Karmela, estuvieron manos a la obra una decena de organizaciones como Bilbo Reggae Skins, Ongi Etorri Errefuxiatuak, Sos Racismo, Txirbilenea Kulturgunea, Pantx Records, Movimiento Panafricano, Zanafrik Elkartea, Mbolo Moye Doole y Kaikoo Studio.

Como botón de muestra, los 34 equipos inscritos en el encuentro, además del público reunido para seguir la jornada, en la que se pusieron ala venta camisetas cuyos beneficios serán destinados a asociaciones de acogida de los barrios.

“No más sueños ahogados” rezaba una de las pancartas colocada tras una de las porterías, junto al recuerdo de Iñigo Cabacas. Como no podía ser de otra manera, las personas migrantes llegadas en los últimos meses a Bilbo fueron protagonistas de la jornada. Un joven procedente de Guinea-Conakry, llegado a Bilbo el 26 de julio, seguía los encuentros sobre el terreno de juego. Prefirió no dar su nombre y tampoco quiso inventar una identidad ficticia cuando GARA le preguntó cómo vivía la jornada. «Estar aquí es un poco como estar en casa, entre amigos», respondió, aludiendo a una «atmósfera» nueva tras una migración de casi año y medio, en su caso, en la que la pregunta hizo aflorar lo mejor, el presente, después de haber vivido lo peor: «tratados como esclavos» y agredidos, mostraba en una imagen en su móvil.

Bouba, integrante de Mbolo Moye Doole, participaba ayer por primera vez en el Mundualito, y lo hacía en la cocina preparando y sirviendo los menús. Cómo no iba a participar en una iniciativa contra el racismo el colectivo que reúne a manteros, planteó. Desde su vivencia durante tres años en Euskal Herria, explicó que «todos buscamos algo mejor» pero «no es fácil y no para todos es igual».

«Yo me había preparado, sabía que la llegada a Europa iba a ser difícil y que esto no es lo que se espera», comentó. Lanzó un mensaje a otras personas migrantes, en cualquier lugar aprender su idioma «es lo primero, aquí castellano y euskera, eso siempre te va a ayudar» y un segundo mensaje a la comunidad receptora: «que alguien te salude con una sonrisa y te hable, te fortalece, porque te sientes rechazado o puedes pensar que la gente no te acepta».

Roland lleva años en Euskal Herria, en cada frase hay un agradecimiento a la gente que le ayudó y ayer reconoció que fue «una sorpresa» que «tanta gente de aquí» acudiese al Mundualito. Jornadas como esta hacen que se sientan «más animados, que se les está haciendo un sitio», señaló, y jugar es una forma de «sacar lo que tienes dentro» y de aparcar la mochila del pasado por un momento. Por ello, destacó que ahora es importante transmitir confianza y mantenerse activo.