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BERLÍN

Menos delitos, pero más cometidos por no alemanes

La extrema derecha xenófoba protagoniza una campaña muy activa, y eficaz, para denunciar el supuesto aumento de la inseguridad cuyos responsables serían refugiados e inmigrantes. Más allá de sensaciones y percepciones –tan decisivas como minusvaloradas por la política–, los datos evidencian un descenso fuerte de la criminalidad aunque, lógicamente, aumenta la implicación de los cada vez más extranjeros que viven en suelo alemán.

La extrema derecha alemana lidera una exitosa campaña para denunciar el supuesto incremento de la inseguridad tras la llegada de un millón y medio largo de refugiados e inmigrantes desde 2015 tras la muerte de un alemán de origen cubano en la ciudad sajona de Chemnitz por el que está acusado un solicitante de asilo iraquí.

Sin embargo, las estadísticas policiales aseguran que la criminalidad global en Alemania está en realidad en franco declive. Eso sí, los mismos datos aseguran que, lógicamente, la proporción de delitos violentos cometidos por extranjeros está en alza. Lógicamente, porque su proporción en el conjunto de la sociedad alemana ha aumentado y porque los extranjeros engrosan el sector de la población menos favorecida. Y pobreza y delincuencia van, desgraciadamente, de la mano.

Desde 1992

En un informe publicado en mayo, el ministro de Interior alemán, Horst Seehofer, se felicitaba porque el número de ataques físicos a personas o a bienes en 2017 alcanzó «su nivel más bajo desde 1992», es decir, desde que se compilan estadísticas en la Alemania reunificada.

El año pasado, las Policía alemana registró 5.761.984 «actos criminales, un descenso neto del 5,1% respecto a 2016», señaló eufórico Seehofer, azote de la política de puertas abiertas a los refugiados de la canciller, Angela Merkel.

En 2014, último año antes del inicio de la llamada «crisis migratoria», cuando Merkel abrió las fronteras de Alemania a más de un millón de refugiados –la mayor parte de ellos sirios, iraquíes y afganos que huían de la guerra– bloqueados en los Balcanes por los países del centro-este de Europa, se registraron 6.082.064 «actos criminales» en Alemania, más, por tanto, que en el año 2017.

En la misma medida, y según una investigación detallada por la Policía Judicial alemana (BKA) al diario “Die Welt” y publicada el pasado fin de semana, los actos de delincuencia y criminalidad cometidos por extranjeros (de ellos una gran proporción de solicitantes de asilo) bajaron el año pasado un 2,7% respecto al año 2016.

Proporción de extranjeros

La proporción de extranjeros entre las personas sospechosas de actos criminales han aumentado lógica y considerablemente. Si la cifra comparativa era un 28,7% en 2014, alcanzó el 40,4% en 2016 para volver a retroceder a cerca de un 35% en 2017, aunque siempre más que antes del inicio de la «crisis migratoria».

Más allá de estadísticas globales, las cifras de los delitos más violentos –ataques físicos a personas y, sobre todo, los homicidios– muestran una progresión en cuanto a la implicación de extranjeros. La cifra de alemanes muertos por extranjeros ha aumentado en los tres últimos años, llegando a 83 en 2017 (de un total de 731 homicidios), frente a los 62 y 52 de los dos años precedentes.

Son estos actos, sobre todo los homicidios con arma blanca, los que la extrema derecha alemana utiliza para exacerbar los ánimos y el miedo de la gente.

 

Ocho años a un «menor» afgano que mató a su novia

La Justicia alemana ha condenado este lunes a un solicitante de asilo, presuntamente de Afganistán, a ocho años y medio de prisión por matar a cuchilladas a su exnovia, de 15 años, en la pequeña localidad de Kandel, en el suroeste de Alemania, hace ocho meses.

El joven, que asegura ser afgano pero cuya nacionalidad no ha sido certificada, afrontaba una condena de hasta 15 años por matar por «celos» a su exnovia después de que ella decidiera romper la relación.

El acusado reconoció los hechos y mostró su arrepentimiento durante el proceso. Fue juzgado a puerta cerrada en un tribunal de menores porque asegura que tenía 15 años en el momento de los hechos. Sin embargo, un experto evaluó su edad entre los 17 y los 20 años y los jueces decidieron, ante la duda, renunciar a una jurisdicción para adultos que, sin duda, habría comportado una condena mayor. El 27 de diciembre de 2017, el condenado siguió a su exnovia a una droguería y le asestó siete puñaladas antes de ser detenido.GARA