Markus Schleinzer se basa en la historia de Angelo, un africano que en el siglo XVIII fue trasladado a Europa con tan solo 10 años para convertirse en sirviente y entretuviera a la nobleza. Tras la proyección de la cinta, que compite en Sección Oficial, el director ha hablado en rueda de prensa de la manera en la que, actualmente, acoge Europa a la gente migrante: «Siempre he intentado mostrar cómo la sociedad trata a los extraños. Escribí el guion hace cinco años, antes de que surgieran los problemas que tenemos con la inmigración, y hace tres años la situación se volvió más violenta. No hemos cambiado mucho, creo yo, de cara a esta cuestión, porque seguimos tratando a los de fuera así», ha señalado, en referencia al trato que recibió Angelo.
En el filme, se muestra cómo Angelo es adoctrinado por la nobleza para que les sirva de entretenimiento y el personaje se muestra silencioso y distante. Preguntado por el silencio y la quietud que transmite la película, Schleinzer ha relatado que ve a Angelo como una persona «que no podía llegar a tener reacciones». Para el director, «alguien que ha sido raptado con 5 o 7 años de África y formado en otro continente tiene que ser una persona traumatizada» y «tuvo que ser una persona muy silenciosa». «Además –ha añadido–, en aquel siglo tampoco se hablaba tanto como ahora y si decías algo era porque tenías una opinión, y tal vez te mandaran a otro grupo. Angelo no era idiota, quizá intentó establecer una especie de carrera, y hablar y tener opiniones podría quitarle la posición que se le había otorgado».
Schleinzer también ha hecho referencia a la supuesta y relativa libertad de la que goza el protagonista. «Parecía tener una libertad que en realidad no tenía. La libertad siempre tiene que ver con el otro, es algo que acordamos con la sociedad y si sigues las reglas puedes ser libre, y si no estás de acuerdo quizá te puedas revelar».