En un auto, la Sala Segunda del alto tribunal señala que en los escritos de ambos condenados no se aducen cuestiones nuevas adoptadas por la sentencia que se dictó el pasado mes de junio, sino que son «in intento de prolongar o alargar (y el algún punto, ampliar extemporáneamente) el debate de casación».
Urdangarin, que se encuentra en la prisión de Brieva (Ávila), pidió la nulidad de la sentencia del Supremo, que rebajó la condena que le impuso la Audiencia de Palma de 6 años y 3 meses a 5 años y 10 meses; al igual que Diego Torres, para quien la pena fue rebajada de 8 años y medio a 5 años y 8 meses de prisión.
La decisión del Supremo con relación a los incidentes de nulidad de ambos supone el paso previo antes de que Urdangarin y Torres puedan acudir, si así lo estiman, al Tribunal Constitucional en petición de amparo.
Uno de los argumentos esgrimidos por la Sala de lo Penal del Supremo para desestimar su petición es que ambos escritos iban dirigidos a «combatir indirectamente lo que decidió la Audiencia de Palma de Mallorca», cuando en realidad los incidentes de nulidad están reservados a lesiones de derechos fundamentales directamente achacables a la sentencia dictada por el alto tribunal y que no hayan podido ser denunciados previamente.
Por tanto, no se pueden replantear temas ya resueltos ni cuestiones no achacables a la última sentencia cuando el defecto identificado por ambos se encuentre en la primera sentencia y no hayan reclamado antes su corrección.
La sentencia del alto tribunal, que condenó a Urdangarin por seis delitos, reprochó al yerno del rey Felipe de Borbón que utilizara el «trampolín de su privilegiada posición» para lograr el «sometimiento» del expresidente balear Jaume Matas –condenado a 3 años y 8 meses– a sus intereses.
Está acreditado, dijo el Supremo, que el acusado «a través de su amistad» con Diego Torres y el ex director general de Deportes del Govern balear José Luis Ballester, y dada «la situación de privilegio que disfrutaba como consecuencia de su matrimonio con una hija de quien entonces era Jefe del Estado, consiguió mover la voluntad» de Matas para obtener contratos.