Así lo ha manifestado el director general del Observatorio de la Realidad Social, de Planificación y de Evaluación de las Políticas Sociales, Patxi Tuñón en una rueda de prensa en la que ha estado acompañado por el director del Servicio del Observatorio de la Realidad Social, Antidio Martínez de Lizarrondo, para presentar el informe ‘Alojamiento Intergeneracional: Revisión de literatura y selección de Buenas Prácticas’.

A preguntas de los periodistas, Tuñón ha indicado que todavía no están en condiciones de informar sobre este nuevo proyecto «porque está en desarrollo». «Se está ultimando, quedan pendiente algunas últimas reuniones –ha respondido-, en breve lo conoceremos».

Lo que sí ha podido adelantar es que esta experiencia estará enfocada en el modelo de cohabitación intergeneracional (convivencia entre jóvenes y personas mayores en viviendas particulares).

«El departamento se está moviendo para potenciar este tipo de programas, queremos materializarlo en esa experiencia que se dará a conocer muy pronto, está casi ultimada», ha zanjado.

Según ha indicado, este modelo de alojamiento ya ha sido desarrollado en más de 20 ciudades del Estado y beneficia tanto a personas jóvenes o a cualquiera con dificultades para acceder a una vivienda como a personas mayores que habitan en soledad y que únicamente cuentan con la pensión pública como ingreso.

El 70 % de los pensionistas del Estado, según los datos aportados, tiene su pensión pública como única fuente de ingresos, mientras que se está produciendo un retraso de la emancipación de la población joven. Concretamente, el Estado español es el espacio de Europa «con mayor número de jóvenes entre 25 y 34 años residiendo con sus padres».
También es cada vez mayor el número de personas mayores que viven solas. Según el departamento, casi el 38 % del total de los hogares unipersonales están ocupados por personas de 65 años o más.

Por todo ello, esta solución se plantea como una «tercera vía» que palíe los problemas económicos de ambos grupos y, en el caso de las personas mayores, evite las desventajas de vivir solo en una vivienda aislada o en residencias en las que convivir únicamente con otras personas mayores.

Este modelo también aporta «beneficios sociales» al reducir el coste de servicios como los centros residenciales y servicios de salud, así como una «mayor cohesión social».