Abran paso a los belarriprest, esos euskaldunes que aceleran con la «L»
El papel del belarriprest resulta trascendental para Euskaraldia. La chapa se convierte en excusa para que los estudiantes de euskara se lancen practicar a la calle. Quita, quizás, algo de vergüenza, pero el esfuerzo que les supone deja pequeño al de los ahobizi.
Los euskalegis se asemejan a autoescuelas. Allí se aprende a conducirse en euskara en un entorno seguro, donde equivocarse no produce ninguna sanción, ni sonrojo. Poco a poco, esos euskaldunberris adelantan posiciones, cursos y van avanzando. Con los años, empiezan a ser conscientes de que la meta es cada vez más difusa, porque el euskara no se termina de aprender nunca. Si acaso, algunos de ellos se han convertido en euskaldunes por el camino, como sin darse cuenta.
Resulta realmente complicado determinar cuándo hay que saltar de ese entorno seguro del euskaltegi a la calle, pues no hay salto, y todo el cambio ha sido muy paulatino. El gran paso suele coincidir con la salida de un barnetegi o cuando se han cargado las pilas con un intensivo. Pero sobre todo, depende de la propia vergüenza de cada uno y del entorno. Y, el entorno, durante estos once días, ha cambiado enormemente.
«Sí que se ve todo diferente. Están las chapas y parece que la gente tiene otra actitud. Eso te fuerza, al menos, a intentar intercambiar las primeras palabras en euskara. Pienso que ayuda. Me daría pena que el día 4 todo volviera a la normalidad», comenta Rubén, quien este año ha dejado AEK pues teme que la casa se le venga encima cuando nazca su segunda hija. Faltan solo semanas. «Y mi pareja también se ha involucrado mucho con Euskaraldia», añade.
«Resulta que donde trabajo más de la mitad hablamos o al menos entendemos euskara», retoma Luis, estudiante de un euskaltegi de Iruñea. «Ahora que vamos con la chapa, siempre te animas a hablar lo que puedes en euskara. Sí, todos hemos hablado más». Luis insiste en que el euskara, sobre todo, ha ganado presencia en Nafarroa. Este belarriprest se asoma a un mundo nuevo gracias a sentarse en una silla dos horas cuatro días a la semana y, con la iniciativa de Euskaraldia, ese planeta le parece ahora más amplio y grande. «He visto con sorpresa a conocidos llevar la chapa por la calle y he visto chapas también por los grandes centros comerciales, en sitios que, no se sabe bien por qué, no te esperas verlas», prosigue Luis. Además, recuerda que Iruñerria es uno de los lugares con menos presencia, pues solo hay 20.000 inscritos. Lo que no deja de ser un nivel de movilización con muy pocos precedentes.
Aitziber sostiene que el papel principal Euskaraldia es de los belarriprest. «Muchos piensan que el compromiso que tomamos los ahobizi es más importante, pero en realidad, ¿a qué se compromete un ahobizi? Pues a hablar más en euskara, a hablar un poco más lento y a tener algo más de paciencia», resume esta profesora de euskaltegi. «Sin embargo, los belarriprest se lanzan a comunicarse en una lengua que no conocen bien, a superar sus vergüenzas y decirle a los demás que, aunque no la dominen, quieren que les hablen y hablar en euskara. Y eso es mucho más difícil», sostiene.
De la frutería al «mintzodromo»
Aitziber compara la chapa de belarriprest con la «L» sobre fondo verde que lucen los conductores noveles. Y, en este sentido, tiene un efecto similar al de ese curso trinko o ese barnetegi previo a lanzarte a hablar euskara fuera del entorno protegido de la gela. «Las chapas nos están diciendo que quieren aprender a comunicarse en euskara», indica.
La profesora asegura que sus alumnos están teniendo un nivel de implicación enorme. La inmensa mayoría se han clavado la señal de euskaldun novel. «En la clase estamos escuchando anécdotas de la frutería o establecimientos así, donde han visto al tendero con chapa y acabaron hablándole en euskara. Hacer la compra es bastante simple y les ha permitido ejercer esa actividad en euskara con cierta comodidad. Espero que esas nuevas relaciones en euskara no vuelvan después al castellano. No, al menos, las más sencillas».
Tampoco se puede confundir a euskaldunberri con belarriprest. Itziar, por ejemplo, lleva la señal de ahobizi en Tutera, donde «no hay muchas chapas, pero hay». Seis años en AEK y muchas ganas le han permitido echarse a la calle ya sin la “L”. Este año, Itziar no ha podido continuar, pero cuando se detiene para atender este reportaje iba camino de un mintzodromo para practicar. Su pareja, Goio, continúa yendo a clases para mejorar, también como ahobizi. «Nos ha ayudado la chapa. Hemos descubierto más gente con la que hablar e incluso entre nosotros nos hemos forzado a hablar más en euskara», confiesa. «Una chapa no va a cambiar todo, pero al menos hay que intentarlo», sentencia Itziar.
TXAPA paparrean eta ibili munduan
Euskaltegietan ikasten ari diren lagunentzat bereziki emankorra izaten ari da Euskaraldia. Erreportaje honek islatzen duenez, “belarriprest” txapa paparrean jarrita erosoago dabiltza kalean, ohiko lotsa gainditu eta mihia euskaraz dantzan jartzeko orduan. Aitziber irakaslearen ustez, autoa gidatzen ikasi berri duten lagunen «L»-aren pareko eragina du ikurrak ikasle bakoitzarengan, nonnahi topatzen duen euskaldunari berarekin euskaraz egiteko aukera –eta are gogoa– izan baduela jakinarazten diolako. Jarrera kontua.