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San Fermín, un icono con infinidad de versiones

La imagen de San Fermín es un icono de Iruñea que está presente de diferentes formas en la ciudad, desde una veleta, a un santo con un churro o un paraguas en lugar de su báculo, y que tiene versiones muy diferentes de la que se guarda en San Lorenzo, la más reconocible y habitual. Con este tema arranca el ascenso de la escalera sanferminera de 2019.

Curioso San Fermín dotado con un paraguas en lugar del báculo que se puede ver en Arrotxapea.
Curioso San Fermín dotado con un paraguas en lugar del báculo que se puede ver en Arrotxapea.

Una figura de tez morena, sujetando el báculo con la mano izquierda y bendiciendo con la derecha, y con forma de triángulo a causa de la mitra y el manto que le cubre. Esta es la iconografía más habitual de San Fermín, siguiendo el patrón establecido por la figura que se guarda en la capilla del santo en la iglesia de San Lorenzo.

Esta imagen aparece de diferentes formas en la ciudad: en la imaginería que venden los comercios, en los cuellos de los iruindarras en forma de colgante y en lugares insospechados. Uno de ellos es la veleta que corona el edificio del Museo de Nafarroa, en uno de cuyos extremos aparece la reconocible silueta del copatrono del herrialde.



A escasa distancia, en una de las paredes del mercado de Santo Domingo se puede ver una versión del santo realizada con azulejos.

Pero no solo varía el lugar o el material con el que está realizada la efigie de San Fermín, sino incluso cómo es esta. Por ejemplo, en la Estafeta se puede ver una versión en la que el báculo ha sido sustituido por un churro o en Arrotxapea existe una imagen del santo en la que ha sido reemplazado por un práctico paraguas.



Incluso dentro de la misma Iglesia no existe unanimidad a la hora de representar al considerado primer obispo de Iruñea. Así, en la catedral se guardan dos representaciones muy diferentes de la de San Lorenzo.

Detrás del altar de la seo, en un retablo aparece una representación de San Fermín de cuerpo entero. Y también se guarda una segunda figura que consiste en un torso que guarda una de las reliquias del santo. En este caso, San Fermín no tiene la piel oscura, aunque luce una sombra de incipiente barba.



Estos son solo algunos ejemplos de una imagen que en muchos casos ha terminado despojada de su carácter religioso para convertirse en el icono más reconocible de unas fiestas cuya cuenta atrás en forma de escalera ya ha comenzado.