El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha abandonado esta mañana por primera vez la cárcel en la que está preso por corrupción pasiva desde abril del año pasado, autorizado por la Justicia a asistir al entierro de un nieto de 7 años que murió el viernes víctima de meningitis en Santo André, Sao Paulo.

El exjefe de Estado ha abordado un helicóptero en las instalaciones de la Policía Federal de la ciudad de Curitiba, en las que cumple condena, para ser trasladado hasta el aeropuerto de Bacacheri, en donde abordará un avión de la gobernación de Paraná que lo trasladará a Sao Paulo.

Lula, con traje oscuro, sin corbata y con el cabello totalmente blanco, ha sido trasladado en medio de un intenso dispositivo de seguridad, y escoltado de cerca por tres agentes de la Policía Federal hasta el lugar del velatorio y posterior entierro, en Sao Bernardo do Campo, Sao Paulo.

La decisión contrasta así con la negativa el pasado enero a la solicitud para asistir al funeral de su hermano mayor, Genival Inácio da Silva, fallecido por cáncer de pulmón. Finalmente los recursos facilitaron la autorización, pero Lula no aceptó las condiciones impuestas para su salida, que preveían que el expresidente pudiera ver a sus parientes, pero solo dentro de un cuartel.