Aritz INTXUSTA- Iñaki IRIONDO

Iruñea y Gasteiz, ilusiones que pueden volver a ser realidad

La batalla por las alcaldías de las capitales tiene dos focos candentes en Iruñea y Gasteiz, donde la derecha fue descabalgada por sorpresa y con complejas alianzas en 2015. Asiron ha despuntado pero necesita socios, y en Gasteiz Larrion busca hacer verdad el cambio.

En 2015 las emociones se convirtieron en factor electoral en Iruñea y en Gasteiz. En ambos casos la derecha española ganó las elecciones, pero el trabajo de los meses precedentes consiguió que la ilusión del cambio acabara siendo realidad. En la capital navarra, Joseba Asiron, de EH Bildu, logró hacerse con la alcaldía. En Gasteiz Miren Larrion, que había quedado en segundo puesto tras Javier Maroto, actuó con responsabilidad para descabalgar al discurso del odio. Ahora busca rematar aquel cambio.

Han pasado ya casi cuatro años desde que la Plaza del Ayuntamiento tronó con la retransmisión por pantalla de Asiron cogiendo la vara de mando. Se había hecho historia y la gente lo entendió así. El primer alcalde independentista de la ciudad de los últimos 500 años se sentó ayer con su equipo a hacer repaso de lo conseguido en la legislatura. Asiron puso en valor la gestión de los foros de barrio, las escuelas infantiles, el nuevo modelo de policía, la política de vivienda para emergencia habitacional, la labor en Los Caídos o la gestión económica que ha sacado al Ayuntamiento de los números rojos.

«Hemos sido capaces de cumplir o dejar encarrilados la mayor parte de los compromisos que asumimos, y sobre todo, creo que nos hemos esforzado de forma generosa y honrada para que aquella multitud a la que entregamos la makila en junio de 2015 no se ve defraudada», destacó el alcalde. Por eso, Asiron plantea estas elecciones como «un plebiscito entre la Iruñea del ayer que encarna Navarra Suma y la Iruñea del mañana que lidera EH Bildu».

Está claro que la pugna estará reñida. El cambio llegó, en buena medida, porque Ciudadanos y PP se quedaron por el camino. No llegaron al corte del 5% y, así, una mayoría progresista consiguió un concejal más (14) que los que consiguieron UPN y PSN, que obtuvieron 1o y 3 asientos respectivamente.

La idea del voto útil empujó antes de las elecciones de este año a una fusión de UPN, Ciudadanos y PP: Navarra Suma. No quieren que se pierda un voto. Pese a ello, la derecha se ha roto por el extremo, apareciendo Vox, que si repitiera el mismo resultado que en las generales no tendría representación.

En el lado contrario al Régimen, existe vértigo por la fragmentación en las candidaturas que pelean por el espacio de la izquierda española: Podemos, Aranzadi e I-E. Ese coto político cuenta hoy con cuatro ediles. Es esperable que alguna de ellas no entre y quizá los votos que se pierdan ahí sean trascendentes. La clave de la continuidad, por tanto, recaerá en que la ciudadanía entienda que EH Bildu lo ha hecho muy bien.

Primera mujer alcaldesa en Gasteiz

El actual momento electoral que vive Gasteiz es heredero de la victoria social de hace cuatro años. El entonces alcalde y candidato a la renovación por el PP, Javier Maroto, había acusado a los magrebíes de llegar a la ciudad para vivir de las ayudas sociales y atribuyéndoles todo tipo de fraudes legales. Y surgió un movimiento social, Gora Gasteiz, en defensa de una ciudad multicolor y solidaria. Aquella pugna tuvo un resultado: el PP subió en votos pero ningún otro partido quería pactar con él. La segunda más votada fue Miren Larrion, de EH Bildu. Acorde a la pulsión vecinal, actuó con responsabilidad, posibilitando que el tercero, Gorka Urtaran, llegara a la alcaldía. Un gesto que habla de Larrion y habla también del PNV.

En las pasadas elecciones a Cortes, apenas hace unas semanas, otra ilusión volvió a surgir en Gasteiz y el conjunto de Araba: rematar la derrota de Javier Maroto, quitándole el escaño en favor del independentista Iñaki Ruiz de Pinedo. Parecía imposible, pero el electorado respondió.

Desde 1977 ha habido en Gasteiz casi todo tipo de alcaldías. Se han turnado PNV, PP y PSE. Se han dado casos tan singulares como que José Ángel Cuerda se apoyara en Unidad Alavesa para gobernar. Pero nunca una mujer ha sido alcaldesa, ni nunca los soberanistas de izquierda han llegado a ese cargo. Este año hay tres mujeres que optan a la alcaldía. De entre ellas, Miren Larrion no solo fue segunda en las pasadas elecciones, sino que según varias encuestas Focus de EiTB, es la mejor valorada, por encima incluso del alcalde Gorka Urtaran. Larrion aseguró ayer que su reto es ser la primera fuerza, para que el cambio que se inició formalmente en 2015 se haga realidad social ahora.

 

DONOSTIA, EL TÁNDEM GOIA-GASCO EN CABEZA ANTE UNA EH BILDU COMPETITIVA Y CON EL PP EN FURGÓN DE COLA

Tanto si se mira a las municipales de hace cuatro años como si se repara en los más de 54.000 votos sumados por PNV y PSOE en Donostia hace doce días, cualquier cosa que no sea un nuevo gobierno presidido por Eneko Goia y con Ernesto Gasco como número dos (a veces uno) sería una considerable sorpresa. Pero ya ocurrió, y en esta misma década, cuando la ola levantada por Bildu en 2011 llegó con tal fuerza a La Concha que se coló en el palacio de Alderdi Eder. Hizo falta para ello, eso sí, una carambola plasmada en la diabólica composición del Pleno: 8 ediles para la izquierda independentista, 7 para el PSE, 6 para el PP y otros 6 para el PNV.

Desde entonces, el partido jeltzale –entonces reducido a cuarta fuerza– no ha hecho más que crecer, especialmente por trasvase desde la derecha española, en horas tan bajas que Borja Sémper acude a las urnas ocultando la sigla del PP y confiando en que los 8.100 votantes sumados por Cs y Vox en las estatales vuelvan a la casa madre. Con un alcalde de perfil bajo como Eneko Goia, la ciudad se deja mecer por el letargo, mientras sufre una despersonalización evidente por la presión turística, solo sacudido por movilizaciones como la que el pasado fin de semana denunció que «Donostia está en venta».

Goia y su equipo están llevando a la práctica esa táctica jelkide asimiladora de ida y vuelta: identificar primero la sociología de la ciudad para ganarse a sus votantes y utilizar después ese poder para moldearla a su conveniencia. La Donostia de hoy parece más «peneuvera» que nunca antes. Y el PSE, encomendado a Gasco desde que Odón Elorza se marchó a Madrid, aporta el plus de estridencia requerido en estos tiempos de viralidad: la última idea, soterrar el tráfico en La Concha.

Las demandas de que Donostia reconecte con su forma de ser histórica y reparta realmente su riqueza tendrán como principal referencia en las urnas a EH Bildu. La apuesta por la exjugadora y exentrenadora de balonmano Reyes Carrere como cabeza de lista refleja esa mentalidad competitiva, que sacará a la luz los contrastes enormes en la ciudad y aspirará a superar los seis concejales de esta pasada legislatura (frente a siete del PSE y 9 del PNV).

Esas tres fuerzas acaparan realmente la pugna en Donostia. En el mejor momento electoral de Podemos a nivel estatal, Irabazi no pasó de dos concejales en 2015, su impacto en la legislatura ha sido escaso y acude con una lista totalmente nueva encabezada por Aitzole Araneta. Ramón SOLA

 

ABURTO ASPIRA A ATRAER AL VOTO CONSERVADOR ANTE QUIENES REIVINDICAN EL PROTAGONISMO VECINAL

Nadie duda que Juan Mari Aburto será alcalde de Bilbo otros cuatro años, quedando por dilucidar si los jeltzales son capaces de incrementar el número de concejales hasta rozar la mayoría absoluta. Otras son las incognitas que se presentan en los comicios, situadas en el ámbito de la oposición, sin olvidar que sus socios del PSE pueden mejorar resultados por el «efecto Sánchez», sin inquietar al PNV, más bien maquillando sus políticas.

En una capital conservadora como lo es el Botxo, la principal referencia de ese voto es el PNV, que vende gestión, aderezada de transparencia y participación ciudadana de eslogan. El candidato Aburto busca que la ciudad sea «atractiva para la inversión de nuevos negocios y se convierta en motor económico para la generación de más empleo, estable y de calidad».

Los jeltzales logran siempre pescar en el caladero del PP, también en otros en momentos puntuales, pero con la actual crisis en ese partido más de uno optará por la papeleta que encabeza Aburto. Es difícil vaticinar el batacazo de la lista «sin galácticos» que abre Raquel González, aunque los hay que hasta dudan de que su número dos, Carlos García, vuelva a ser concejal, como no recuperen una parte del voto desplazado hacia Vox. El conflicto es de tal magnitud que ayer el todavía portavoz municipal, Luis Eguíluz, llegó a sugerir la posibilidad de que deposite su confianza en la lista del PSE, en vez de en aquellos que le han descabalgado sin compasión.

Quien aspira a mantenerse como primera fuerza de la oposición es EH Bildu, que apunta al alza, para lo que Jone Goirizelaia ha llamado a no descuidarse. Los soberanistas de izquierda creen que Bilbo necesita «un segundo gran cambio, porque –argumentan– ha cambiado el paisaje y se han hecho obras espectaculares, pero ahora toca cuidar, defender a toda la gente».

Otra interrogante se sitúa en el electorado que, en plena marea morada, optó por depositar la papeleta en Udalberri y Ganemos Goazen. Los primeros se presentan como Elkarrekin Podemos, quedando por ver si mejoran resultados con Ana Viñals como aspirante a alcaldesa. Hace cuatro años, muchos de quienes buscaron las siglas de Podemos se inclinaron por la lista que lideró Francisco Samir Lahdou. Habrá que ver cómo actúan ahora, con el agravante de que hay una tercera sigla, Ganemos, que puede desconcertar aún más a los electores. EH Bildu, Udalberri y Goazen, la oposición real al Gobierno Aburto, sumó 8 ediles en 2015. Agustín Goikoetxea