Joseba VIVANCO

¡Riau-riau! (1-0)

El entusiasmo iconoclasta de mayo del 68 hizo de él su bandera: «¡La imaginación al poder! ¡El 69 al poder!». El número erótico, la postura de los poetas del sexo, que dijo alguien, el minuto exacto en el que Xisco ha llevado el climax a la grada de El Sadar con ese gol que pone el final feliz a una campaña de ensueño. Invictos en el ‘teatro de los sueños’ rojillo. 17 victorias consecutivas. Que pase la Primera División. Que tiemblen los rivales. Osasuna está de vuelta.

Los rojillos han acabado invictos la temporada en El Sadar. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Los rojillos han acabado invictos la temporada en El Sadar. (Idoia ZABALETA/FOKU)

Decía el periodista brasileño Armando Nogueira que «para entender el alma de un brasileño es necesario sorprenderle en el instante de un gol». Para entender el alma de un rojillo es necesario sorprenderle dentro de El Sadar, arengando, gritando gol, empujando a los suyos, lamentando esa ocasión marrada, sufriendo... Entonando el ‘‘Vals de Astrain’’ un 8 de junio... «porque llegaron las fiestas / De esta gloriosa ciudad / Que son en el mundo entero / Unas fiestas sin igual, ¡Riau-riau!». Un final feliz, pedía Jagoba Arrasate, para poner el colofón a una temporada inmaculada. Y no han fallado. Campeones, invictos en casa, más de una lágrima, histórico.

Partido con alicientes y a la vez tramposo. Como un par de excesos de confianza que han tenido en defensa Lillo o Clerc o la sangre de ‘horchata’ de Sergio Herrera. Los deberes hechos, objetivos alcanzados, las vacaciones merecidas en mente, no es fácil ponerse el buzo de trabajo para una última batalla. Quizá por eso el Oviedo ha mandado hasta allá sobre el minuto veinte de partido. Más intenso, más carbayón, agresivo en las disputas y la presión alta, y aun así, Roberto Torres ha tenido al minuto 17 la primera media ocasión de un encuentro acelerado e impreciso. Osasuna se jugaba acabar con matrícula de honor, el Oviedo sus escasas aspiraciones de soñar con pelear el ascenso. Veinte minutos han tardado los rojillos en sacudirse el empuje visitante, aunque lo más cercano que la primera parte ha estado del gol ha sido en un lanzamiento de falta que Sergio Herrera, en plástica estirada, ha sacado pegado al palo para gesto enrabietado del propio arquero.

A partir de la media hora, dominio navarro, con un disparo muy cruzado de un bullicioso pero desafortunado Kike Barja, una volea de Rubén García a córner, o ese chut duro de Roberto Torres que el arquero ovetense ha sacado y Xisco ha enviado a la red pero el posición antirreglamentaria. Poco que llevarse a la boca aunque la grada rojilla haya disfrutado de una placentera sensación tan difícil de lograr en esta vida como, simplemente, ser feliz, y ha aplaudido la entrega de los suyos como cuando Rubén García ha guerreado una pelota que se iba por banda o ha contenido la respiración en una salida a destiempo de Sergio Herrera, lejos del arco, que casi parte en dos a un jugador rival y que ha rayado la roja.

A ritmo de ‘‘Barricada’’ han regresado los 22 protagonistas al césped rojillo. 45 últimos minutos de una campaña de ensueño. Arenga, seguro, de Arrasate en el vestruario, y Osasuna que ha salido con otra marcha, apretando de inicio y sacando un balón a la madera tras disparo de un oscuro Olavide que el portero asturiano ha desviado. Sin noticias de peligro sobre el césped, la grada no ha cejado de celebrar y entonar, e incluso enviar un aviso a navegantes: «¡Qué miedo me da, qué miedo me da, ser el Madrid y jugar en El Sadar!». Ya queda menos para saborear la Primera. O directamente despedir con una gran ovación, un merecido adiós a Carlos Clerc, en el minuto 65, tras tres temporadas en Iruñea, abrazándose con cada compañero, con el banquillo, emocionado, y dando el relevo al joven Endika Irigoyen.

Ha sido el preludio del gol de Xisco, minuto 69, balón recuperado en defensa, contra y pase filtrado de un estajanovista Rubén García para que el delantero navarro, con aplomo, finalizara y pusiera en pie a la grada. De pie también se ha puesto El Sadar para despedir minutos después a quien seguramente regresará al Levante. Y de pie ha seguido con la coreografía de la famosa ‘ola’, apurando los minutos para celebrar ese trofeo como campeón de la División de Plata. El Oviedo ha apretado en el último tramo pero Osasuna se ha mostrado seguro atrás y hasta ha dispuesto de un par de llegadas para aumentar su ventaja. Nada que empañara este día cargado de emociones, celebraciones, cánticos, sueños cumplidos...

Final cargado de abrazos, festejo desde el círculo central, baile rojillo, gritos de ¡Campeones, campeones! desde una entregada grada, rápida visita a vestuarios y vuelta al césped donde el gran capitán Oier ha recibido el trofeo de campeones. Osasuna (18 victorias y 2 empates, más una victoria administrativa ante el Reus) ha firmado la mejor Liga de Segunda en casa desde que el Mallorca cosechara 18 victorias y 1 empate en la temporada 1968-69. Esta ‘Gloriosa ciudad’ que vuelve a ser de Primera. ¡Riau-riau!