Iker BIZKARGUENAGA

«Democracia en la UE», una disputa dialéctica que deja las espadas en alto

Los profesores Armin von Bogdandy y Joseph Weller han mantenido este mediodía una interesante disputa dialéctica en torno al carácter democrático de la Unión Europea. El escenario ha sido el Palacio Miramar de Donostia, donde se celebran los Cursos de Verano de la UPV/EHU, y ha puesto el broche a las jornadas sobre el futuro y los retos de la Unión.

Von Bogdandy, Weller y Díez-Picazo, ante el Palacio Miramar. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)
Von Bogdandy, Weller y Díez-Picazo, ante el Palacio Miramar. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)

No había ring sino tarima, pero el moderador se ha referido a ellos como «contendientes». A la izquierda, Armin von Bogdandy, director del Max Planck Institute for Comparative Public Law and International Law; a la derecha, Joseph H.H. Weller, profesor de la Universidad de New York; y entre ambos una pregunta con peso: ¿Es la Unión Europea democrática? El magistrado Luis María Díez-Picazo se ha encargado de pilotar el envite, y ha sido él quien ha encomendado a los asistentes la tarea más difícil, elegir al ganador. O al menos, decidir quién ha sido más convincente.

Así ha comenzado la última sesión del curso sobre el futuro y los retos de la UE en el Palacio Miramar, donde se ha asistido a un duelo dialéctico de gran altura en el que cada parte ha intentado por todos los medios, pero en buena lid, llevar las aguas a su molino.

Gracias al muy democrático método del cara o cruz, el profesor Bogdandy ha sido el primero en arrancar, y lo ha hecho exponiendo una argumentación fundamentalmente normativa, asumiendo que la pregunta era difícil de abordar científicamente, y asiéndose a la propia legislación europea para sostener que, efectivamente, la UE es democrática.

Se ha referido así al Tratado de Lisboa, que modificó en 2007 el de Maastricht, y que ha alabado como fruto de un proceso largo de debate, objeto de importantes discusiones y mucha producción académica. Ha destacado fundamentalmente los artículos 2, 9, 10 y 11, y ha peusto en valor que el punto central de la norma es que define como sujetos a los ciudadanos y ciudadanas, no a los pueblos.

El profesor alemán ha señalado asimismo que el concepto de democracia es «clasificatorio», de modo que «una cosa es democrática o no lo es», y si no lo es presumiblemente será autoritaria. Desde ese punto de vista, ha sostenido que la Unión Europea es una democracia, aunque ha concedido que existe un importante margen de mejora en ella.

Dos principios básicos

Weller sin embargo ha negado la mayor, y ha opinado que la UE, que ha definido como «un experimento noble que hay que proteger» tiene un problema estructural en términos de democracia. En este sentido, ha señalado que si bien «hay maneras diferentes de ser democrático», en todas ellas coinciden «dos principios primordiales», sin las cuales, a su juicio, es difícil hablar de democracia.

El primero alude al «poder de la ciudadanía para determinar quién va a gobernar», un criterio básico que se da en los estados pero no en la UE. «Cuando participamos en unas elecciones europeas no elegimos quién va a gobernar», ha afirmado, y ha citado como ejemplo más reciente de ello lo ocurrido hace unos días, durante el proceso abierto para elegir a los dirigentes de los órganos comunitarios, unas negociaciones que han situado, por ejemplo, a la ministra alemana de Defensa Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión. Weller ha hecho hincapié en que lo acordado ha causado la ruptura del sistema «Spitzenkandidaten», según el cual la persona encargada de liderar la CE debía ser uno de los candidatos principales de los diferentes grupos políticos del Parlamento, y que pretendía reforzar la legitimidad de la persona elegida.

Como segundo principio, ha expuesto que a través de las elecciones los ciudadanos y ciudadanas «podemos determinar cómo vamos a ser gobernados», en el sentido de que podemos optar por ejecutivos más o menos de izquierda, derecha, centro... «Pero en las elecciones al Parlamento Europeo no se determina cómo va a ser la política de la Unión Europea», ha criticado, apostillando que «no hay conexión directa entre los resultados de las elecciones y el modo en que somos gobernados».

Es por ese motivo por el que a su parecer la participación en los comicios europeos ha ido declinando convocatoria a convocatoria. «La gente es inteligente y ha entendido que el voto al Parlamento Europeo no va a determinar estas dos cuestiones básicas».

Réplicas y contrarréplicas han seguido a estas dos primeras exposiciones, antes de dejar paso al turno de preguntas, donde la retórica ha tenido casi tanto protagonismo como la dialéctica.

Al final, como ya se había anunciado, ha llegado el complicado trance de votar. Los dos ponentes aguardaban fuera, mientras en el interior de la sala un sólo voto ha decantado la balanza a favor de Weller.