Cris Rodrigues, Antom Santos y Joám Peres

El independentismo abre el camino para sacar a Galiza de su encrucijada

Galiza celebra hoy su día nacional entre un PP en retirada, un BNG que resiste y un independentismo que, con un cuerpo social más amplio y, en cierta medida, más transversal, construye su propio camino.

En el finisterre europeo, ya con menos de 3 millones de habitantes y más de medio millón expulsado del país por una sangría migratoria cronificada que implica la salida diaria de 82 personas, el pueblo gallego celebra hoy el centenario de su día nacional instaurado en 1919 por la II Assembleia das Irmandades da Fala.

Un dato significativo es que, desde la fecha, el Día Nacional de Galiza, que en 1968 se renombra como Día da Patria, ha sido celebrado en la mayoría de sus ediciones en condiciones de clandestinidad, bajo tentativas de prohibición gubernamental en la Transición y mayores o menores niveles de coacción policial que llegan hasta hoy como prueba de una reivindicación no asumida por el status quo.

La ocasión histórica del centenario es buen momento para evaluar la situación de Galiza y sus perspectivas de futuro. En una rápida visión panorámica encontramos un país estructuralmente sometido a una relación que los sectores patrióticos definen de dependencia colonial, y se caracteriza, más allá de la emigración cronificada y el expolio de recursos, por altos niveles de desempleo, precariedad y salarios y pensiones a la cola de los del Reino.

Liquidación del aparato productivo. Desde el ingreso español en la UE, Galiza vive la terciarización y la laminación sistemática y programada de sus sectores productivos; si bien este fenómeno generó poderosas resistencias, estas han sido incapaces de paralizar el proceso de fondo. Sector agrario, ganadero, pesquero, naval, industrial, etc. fueron cayendo a los pies de las directrices de la UE ejecutadas por Madrid, al tiempo que se hipertrofiaban el de servicios, turístico, forestal, etc.

El debilitamiento de la base material y empobrecimiento de la población, con cifras que apuntan a un 25% del país viviendo en el umbral de la pobreza, definen el panorama que enfrenta esta nación rica en recursos y potencialidades, con una situación geopolítica envidiable y a la que la dependencia cercena sus opciones de un desarrollo justo y sostenible.

Es significativo respecto a estas cuestiones y su impacto en la sociedad gallega un hecho revelado en 2013 por el Instituto Hidrológico Nacional: todos los ríos gallegos contienen hoy trazas de ansiolíticos, tranquilizantes y antidepresivos que hacen que sus aguas, a pesar de los procesos de potabilización que sufren, porten niveles de estos elementos con efectos sicoactivos en niños de corta edad que las consuman.

Política e instituciones. La administración autonómica, que la derecha neofranquista y caciquil gestiona de modo casi ininterrumpido desde antes del referéndum estatutario que en Galiza tuvo una abstención del 73%, es el brazo ejecutor de las políticas estratégicas del Estado en Galiza.

A quien desde el rechazo a los tópicos españoles se interesa por la realidad gallega, sorprende esta contradicción entre un pueblo que a pesar de siglos de negación mantiene un fuerte vigor identitario, un mapa liderado por la derecha unionista y una enorme capacidad de lucha, que se evidencia en la condición de territorio estatal con más alta conflictividad medida en horas anuales de huelgas, que situó una central nacionalista de izquierdas –la CIG– a la cabeza de la representación sindical.

La baja conciencia nacional del pueblo gallego, provocada por más de cinco siglos de colonización y decapitación de élites políticas y económicas autóctonas, es con seguridad una de las causas de esta distorsión aparente entre realidad socioeconómica y político-institucional.

La hegemonía institucional de una derecha neofranquista que adopta el disfraz regionalista para ser socialmente digerible aparece como el factor más llamativo para el observador. Si bien la explicación del fenómeno es compleja, y escapa a las posibilidades del presente artículo, lo cierto es que la sombra del genocidio perpetrado desde 1936, la liquidación del tejido asociativo y la eliminación masiva de cuadros políticos y sindicales, son algunas de las razones de la indefensión con que el país enfrentó la Transición y el ciclo posterior. Hoy, esa derecha que tejió una densa red clientelar y de obediencia mediática se encuentra electoralmente en caída libre y su sustitución al frente de la Junta da Galiza por nuevos agentes es cuestión de tiempo.

Nacionalismos. 2012 conoce una de las crisis más graves producidas en el nacionalismo gallego con vocación institucional: el dirigente histórico Xosé Manuel Beiras encabeza una escisión del BNG que deriva en políticas de alianzas con fuerzas españolas «de izquierda» y está dirigida a «tumbar el régimen» y «ganar el derecho a la autodeterminación» aprovechando la presunta correlación de fuerzas más favorable que existiría en el Estado para la izquierda.

El experimento beirista remata con el final previsto después del ciclo de éxito electoral: la implosión de la coalición, la imposición de los intereses de los partidos españoles y la disolución de la perspectiva de entendimiento político con fuerzas estatales.

El BNG, con pequeños retoques en su linea estratégica (más allá de retóricas apuesta al «encaje» de Galiza en el Estado, la elevación del techo competencial y una relación «más justa» con España) y a pesar de su inicial debilitamiento electoral, supo resistir y remontar una situación en la que aparecía incluso como opción la pérdida de presencia en el parlamento autonómico. Hoy, el nacionalismo gallego socialmente hegemónico agrupa un amplio abanico de sectores que van del autonomismo al independentismo.

Violencia política y represión. En 2005 se publica el Manifesto pola resistência galega que llama a la autodefensa del pueblo gallego. Hasta 2014 se producen acciones contra intereses empresariales, bancarios, de partidos, etc. que generan su contraparte de represión. Hoy, 6 militantes se encuentran en prisiones españolas en el Colectivo de Presos e Presas Independentistas Galegas y 3 más disociados de este colectivo.

En 2013, la Audiencia Nacional condena a 4 militantes por «pertenencia a banda armada», aplicando el «Todo es ETA», que se importa como «Todo es Resistència Galega».

A la izquierda del nacionalismo no independentista. El panorama más allá del nacionalismo centrado en lo electoral presenta claros y oscuros. Hoy existe el más amplio y transversal cuerpo social independentista de las últimas décadas. La lucha que desarrollaron distintos proyectos en las cuatro últimas décadas, si bien no ha logrado estabilizar un proyecto político y una estrategia referenciales que disputen la hegemonía del BNG, sí fueron decisivas para instaurar cierta normalización de la radicalidad política y la reivindicación independentista.

En este caldo de cultivo se abre paso la organización Causa Galiza, que tiene como reto principal la consolidación organizativa, la clarificación de su táctica y estrategia, y el asentamiento como pieza del movimiento sociopolítico que aspira a la ruptura con el Estado español. El Processo Trevinca, que recibe su nombre de una montaña emblemática del país, es la apuesta que el independentismo puso sobre la mesa en estos meses: un debate abierto a centenares de patriotas del que saldrá la nueva hoja de ruta. Este Día da Patria escenificará esta voluntad de definir un camino que recibiendo el legado del pasado clave la vista en el futuro.