Según las cifras publicadas por el Centro de Estudios sobre el Odio y el Extremismo, en 2015 se registraron en Estados Unidos 1.618 crímenes de odio; en 2016, 1.730; en 2017, 1.836; y en 2.018, 2.009.
Ello evidencia que desde que Donald Trump ascendió a la Presidencia, en 2017, este tipo de crímenes han crecido, aunque también lo estaban haciendo anteriormente, cuando en la Casa Blanca estaba Barack Obama con un perfil político y público muy diferente.
No obstante, sobre todo tras la matanza de este sábado noche en El Paso (Texas), la polémica está servida sobre la relación entre los mensajes de Trump, por ejemplo en favor de la construcción de un muro con México, y estos atentados de corte supremacista.
Lo ha verbalizado por ejemplo el excongresista y ahora precandidato demócratas a las presidenciales Beto O’Rourke, que tras visitar a los heridos en el hospital ha dicho que Trump «es un racista y aviva el racismo en este país. No solo ofende a nuestra sensibilidad, fundamentalmente cambia el carácter de este país y lleva a la violencia».
En una breve declaración, el presidente estadounidense ha dicho sobre la matanza de El Paso: «El odio no tiene cabida en nuestro país». Pero no obstante ha minimizado lo ocurrido situándolo como «un problema de salud mental».