Mucha gente comparte cada una de estas ideas basándose en argumentos diferentes, incluso opuestos. De hecho, hay un grupo nada desdeñable de personas que piensa que ambas decisiones fueron erróneas.
Y, sin embargo, casi nadie apunta al responsable de ambas decisiones: el PNV. Bajo su responsabilidad lo programaron, bajo su responsabilidad lo vetaron. El equipo de Juan María Aburto ha callado mientras el resto se enzarzaba. Unas les podían acusar de machistas –o cuando menos de insensibles ante la violencia contra las mujeres–, mientras los otros les podían tachar de censores. Pero nada de esto ha ocurrido. Por cada cien personas que en las redes sociales han criticado a Fermin Muguruza por posicionarse en contra de la suspensión del concierto no hay una que critique a Aburto; ni por contratar a Tangana ni por censurarlo.
En temas de calado el PNV se adapta al resultado. A menudo lo hace inhibiéndose. Así capitaliza lo que pierde el resto. Una persona puede dejar de votar a Podemos o a EH Bildu por lo que han hecho o dejado de hacer respecto a Tangana para votar al PNV. Sin embargo, como hemos visto, es casi metafísicamente imposible que esté de acuerdo con lo que ha hecho el PNV en este tema.
En todo caso, es inaudito que un consistorio del PNV haya suspendido este concierto por la presión social. Creo que el feminismo les sobrepasa y son conscientes de ello. Es una pena que el resto no lo sea. Cuidado, esto no sirve de nada en términos electorales. Si alguien pensaba lo contrario, esta polémica se lo ha demostrado. Pero sí marca un camino para seguir construyendo una sociedad mejor, más justa e igualitaria. En la que quizás gobierne el PNV, o no. Como con Tangana, no depende tanto de lo que hagan ellos, como de lo que haga el resto.
Posdata.- No entro al tema de la suspensión del concierto de C. Tangana. No lo tengo claro. Del feminismo he aprendido, entre otras muchas cosas, que no siempre todo tiene una respuesta clara en términos binarios y que nuestra opinión no es tan importante.