El lugar: un encuentro con la asociación de la prensa presidencial. El momento, a 72 horas del arranque de la cumbre del G7, un desafío político y securitario mayor para el Estado francés.
Sólo un día después de que los primeros espadas de Interior reiteraran en Biarritz que la Policía está autorizada a emplear «todos los mecanismos de que dispone» en caso de «desbordamientos de orden público» -ello a preguntas directas de los periodistas sobre el uso de flash que han dejado media docena de mutilados y decenas de heridos en las cargas con motivo de movilizaciones de los chalecos amarillos-, Emmanuel Macron planteaba esta noche la oportunidad de «repensar algunos métodos de intervención policial».
El presidente se mostraba «emocionado» por las heridas sufridas durante cuatro largos meses de movilizaciones en las calles «por policías y manifestantes» tras lo que, sin dar más detalles, evocaba la posibilidad de «cambiar ciertas prácticas», cara a «relegitimar» la acción policial.
Cansancio de los policías
«Deseo que se haga justicia y con ella se imponga la transparencia» expresaba el mandatario anfitrión del G7, y tras mostrarse comprensivo con «el cansancio de las fuerzas del orden» -el ministro de Interior, Christophe Castaner, defendía en Biarriz un plan de mejora de percepciones salariales que se escalará en dos años- consideraba «inaceptables» las heridas sufridas por policías y manifestantes, pese a que balances independientes no dan lugar precisamente para equiparaciones.
Las palabras de Macron prometen generar debate ya que se apartan, siquiera ligeramente, de la línea de desmentido puro y duro de las violencias policiales, ello pese a la larga lista de heridos, en su mayoría ciudadanos de a pie como la veterana activista Géneviève Legay, herida el pasado 23 de marzo en Niza, y que ha intervenido en uno de los paneles de la contracumbre contra el G7 que se ha abierto hoy en Ficoba ( Irun).