El presidente francés, Emmanuel Macron, anfitrión del encuentro porque ostenta la Presidencia de turno del grupo, ha recibido uno a uno a sus homólogos a los pies del faro de Biarritz acompañado por su esposa, Brigitte.
La velada en ese lugar ha estado precedida de reuniones bilaterales y preparatorias para tomar el pulso a sus respectivas posturas en temas como el Brexit, la guerra comercial entre China y Estados Unidos o el pacto nuclear iraní, protagonistas de la agenda de estos tres días de discusiones, que concluirán el lunes.
Así, Macron ha mantenido una comida de trabajo con el mandatario estadounidense, Donald Trump, que se ha prolongado durante dos horas, y también se ha reunido, entre otros, con la canciller alemana, Angela Merkel.
«Quiero que este G7 sea útil. Esta reunión es importante. Sin ella, cada uno emprendería su camino», ha dicho horas antes en un mensaje televisado y dirigido a sus propios ciudadanos, en el que ha admitido que pese a ser complicado mitigar todas las divergencias, confía en que haya avances concretos.
Aunque la actualidad internacional se ha colado en la cita y habrá hueco para la situación en la Amazonía, la guerra comercial sino-estadounidense y la crisis con Irán, las cuestiones clave incluidas en los documentos preparatorios de la cumbre son la lucha contra las desigualdades, la ciberseguridad, el clima y las finanzas verdes, los sistemas de pago o la fiscalidad internacional y el monopolio creado por las plataformas digitales de servicios.