Tras las reparaciones y adaptaciones de que ha sido objeto el barco desde junio en el puerto de Pasaia, el Aita Mari vasco está listo para partir de nuevo al Mediterráneo, y de hecho esta mañana de jueves ha solicitado el permiso a la Autoridad Marítima estatal.

En la nota enviada a los medios no se concreta el alcance de su misión (en un momento en que el Estado está obstaculizando los rescates a inmigrantes, como dejó claro el caso del Open Arms). Salvamento Maritimo Humanitario (SHM), la ONG que gestiona el antiguo atunero, sí recuerda en un párrafo que «en nuestra última singladura cruzamos el mar para llevar un cargamento de emergencia a las islas de Quíos y Lesbos». Los responsables de SHM han reiterado en los últimos meses que se atendrán a los límites legales a su actividad, tras los obstáculos de todo tipo que encontró en Madrid desde que se presentó con la misión de salvar vidas en el Mediterráneo.

Con esta petición, dice SMH, «esperamos poder colaborar en la respuesta a la situación de emergencia que se da en el marco del Mare Nostrum. A través de nuestra misión en la isla de Quíos (Grecia) hemos sido testigos durante todo el verano de un repunte de las llegadas en patera desde Turquía. De esta forma, en 2019 más de 3.000 personas se han jugado la vida en el mar por alcanzar suelo europeo a través de esta ruta. Supone un 52% más que en el mismo periodo del año pasado», recuerda.

Añade que en el campamento de Quíos, donde SHM tiene una clínica de asistencia primaria, la situación «es insostenible», con unas 3.000 personas, muchas de las cuales «duermen cada noche al raso». Aunque «el dato más duro de esta emergencia se sigue dando en el marco: más de 928 personas se han ahogado en lo que llevamos de 2019».