La gobernabilidad en el Estado parece una cosa muy seria... hasta que se estrella con la realidad de los hechos. Hechos como que a horas de iniciarse la campaña el PSOE aún no sabe si incluirá en su programa el federalismo.Tras cuatro años que muestran un Estado en crisis y siete meses de abulía política, llega la campaña más atípica y desemboca en las elecciones más inciertas. Apenas seis días para los que pueden servir como guía estas seis pautas.
Tres días menos... y uno más. Al tratarse de una nueva repetición electoral (como la de junio de 2016 tras las estatatales de diciembre de 2015), en virtud de una modificación legal impulsada entonces, la duración de la campaña se reducirá a la mitad. Serán ocho días frente a los quince habituales. Pero como además los tres primeros coinciden con un puente festivo en todo el Estado, la actividad de los partidos será muy baja. Y tampoco nos engañemos, la audiencia, ínfima.
Así que la campaña arrancará motores realmente el lunes y se hará al sprint hasta el viernes. No obstante, la volatilidad actual del voto es tan alta que cualquier acontecimiento el sábado 9 (jornada de reflexión) puede llegar a tener un fuerte impacto. No son pocos los políticos que creen que una jornada tensa en Catalunya ese día, del estilo de la del pasado viernes 25 con fuertes enfrentamientos en las calles de Barcelona, puede movilizar tanto voto casi como el que cambió de bando tras la masacre del 11M en 2004, entre lunes y domingo. Por cierto, ese sábado es una de las fechas anticipadas por Tsunami Democràtic para sus acciones sorpresa. Y ese día habrá bastante más gente ante las pantallas que, por poner un ejemplo, este sábado 2 en que sí cabe pedir el voto explícitamente pero mucha gente está fuera de casa.
El debate de Madrid marcará la pauta, otra vez. La campaña será lanzada realmente por el principal debate televisivo, a las 22.00 del lunes y con los cinco principales candidatos: los cuatro que ya debatieron en abril y, ahora sí, Santiago Abascal (Vox), a quien se dará en ese plató mucho que ganar y poco que perder. Más solapados quedarán los debates de este primer sábado en La Sexta, con ocho contertulios entre los que por parte vasca estará el PNV pero no EH Bildu, y otro posterior el jueves con candidatas de las fuerzas principales.
Una vez más, el foco estará en esos debates estatales, sin apenas contrapeso en Euskal Herria. Los habrá en EiTB, pero sin una dinámica política de acompañamiento que los ponga en primer plano. Un problema acuciante, más aún cuando la agenda vasca ya hace varias campañas que no tiene un solo minuto en la estatal, más allá de exabruptos y relatos falseados.
Otoño no es primavera, soplan otros aires. No han pasado ni siete meses desde el 28A, pero los posicionamientos políticos han cambiado bastante; la izquierda estatal parecía florecer entonces y ahora luce bastante más lánguida. Por citar otras novedades, el entonces llamado trío de Colón está más difuminado, menos compacto, sobre todo por un PP no tan agobiado en competir con Vox e intentado reposicionarse hacia el centro; la movilización masiva de la izquierda para frenar un asalto de la derecha (Andalucía estaba reciente entonces) no es tan segura; Unidas Podemos tiene nuevos problemas en el fallido intento de Gobierno de coalición con el PSOE y la consiguiente aparición (escisión) de Más País; y el independentismo ha hecho piña con la Declaración de Llotja de Mar, que ha unido a todo el soberanismo catalán (lo que parecía imposible entonces), a EH Bildu y al BNG.
Todo ello desemboca en un panorama central nuevo: mientras el 28A el PSOE fue a las elecciones creando una conciencia mayoritaria de que buscaría acuerdos a su izquierda, a este 10N llega escorado justo hacia el otro lado, hacia PP y/o Ciudadanos. La doble baraja con que ha jugado Sánchez estos meses –negociando con UP mientras pedía paso a PP y Cs– ha acabado con esta segunda opción por delante. Es la que va de mano.
El centro de gravedad, de Madrid a Barcelona. Los comicios de abril tuvieron como foco principal obviamente a Madrid, y así parecería que iba a ser también ahora... hasta que la sentencia del Supremo y la contundente reacción de la ciudadanía catalana han reclamado el protagonismo. Pedro Sánchez ha acabado la precampaña en Catalunya y también concluirá ahí la campaña, el viernes 8. Los debates y peticiones de voto se van a solapar con la ebullición movilizadora que continúa allí, la investigación interna en los Mossos sobre las cargas, o los nuevos juicios a la vuelta de la esquina: el 18N a Torra por no quitar los lazos amarillos; el 28N a la Mesa del Parlament de 2017; en diciembre la vista de la euroorden contra Puigdemont...
Muchos enviados especiales preferirán seguir estos ocho días desde Barcelona que desde Madrid. Ganará interés lo que digan ERC, JxCat o la CUP y lo ha perdido ya lo que tuviera por decir Más País, por ejemplo.
Pocas caras nuevas. En cada una de estas elecciones suelen emerger nuevas figuras políticas, pero la cercanía de abril a noviembre ha hecho que los partidos repitan cabezas de lista casi al completo. En Euskal Herria apenas hay dos novedades reseñables. Una es Marimar Blanco, apuesta del PP por Araba tras el fiasco y posterior fuga de Javier Maroto, derrotado por Iñaki Ruiz de Pinedo (EH Bildu). La otra es la lista de Iñigo Errejón en Bizkaia, con Txema Urkijo al frente y otros exmiembros de Gesto por la Paz en la plancha; no pasa desapercibida la querencia de este sector político por referencias de un conflicto que no parece estar en el epicentro de su planteamiento político (antes fue la apuesta de Elkarrekin Podemos por Pili Zabala). Más lógico suena el encaje de Bel Pozueta al frente de EH Bildu en Nafarroa, tras quedarse muy cerca del Congreso en el primer intento y con la reciente condena del Supremo al caso Altsasu muy presente en la opinión pública vasca.
Y encuestas, pero cuidado con ellas. La acción política se sustituye cada vez más por la pura demoscopia, continuada. Las encuestas que se publiquen este fin de semana, las últimas, serán determinantes para ilusionar... o lo contrario. Las anteriores no han tenido gran efecto, porque por ejemplo el reciente CIS se había elaborado con preguntas hechas antes de la sentencia del Supremo, un acontecimiento que lo marca todo.
Con todo, cuidado con las encuestas en una panorama tan líquido, por no pedir gaseoso: no previeron que González aguantaría ante Aznar en 1993, ni que Amaiur irrumpiría en 2011, ni que Podemos no daría el sorpaso al PSOE en 2016, ni que la derecha ganaría en Andalucía en diciembre de 2018...