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Jalifa Hafter acepta un alto el fuego en el oeste de Libia

Jalifa Hafter, que preside un Gobierno de facto instalado en Tobruk y es apoyado por Arabia Saudí, Estado francés y Rusia, entre otros, ha aceptado un alto el fuego en el oeste de Libia que entró en vigor en la medianoche de ayer.

Protesta contra Hafter y en apoyo al GNA en la Plaza de los Mártires (Plaza Verde en la época de Gadafi) de Trípoli el pasado viernes. (Mahmud TURKIA/AFP)
Protesta contra Hafter y en apoyo al GNA en la Plaza de los Mártires (Plaza Verde en la época de Gadafi) de Trípoli el pasado viernes. (Mahmud TURKIA/AFP)

El mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte de Libia, aceptó ayer el alto el fuego propuesto por Turquía y Rusia en un intento por recuperar las negociaciones de paz tras diez meses de intensos combates con el gobierno sostenido por la ONU en Trípoli (GNA).

En un comunicado enviado a los medios, el portavoz del llamad Ejército Nacional Libio (LNA), coronel Ahmed al-Mismari, confirmó que las tropas pusieron fin a sus operaciones en la capital, la ciudad de Sirte y el resto de frentes en la medianoche de ayer, y sugirió que cualquier hostilidad después de esa hora sería responsabilidad de las milicias vinculadas al GNA y su aliado, la ciudad-estado de Misrata.

Ambas habían anunciado en las horas previas que aceptarían el alto el fuego si así lo hacían también las fuerzas del este.

El conflicto armado, que se ha cobrado la vida de más de 1.500 personas -cerca de 300 civiles- y ha obligado a más de 100.000 a abandonar sus hogares, se agravó el pasado 4 de abril, fecha en la que Hafter, que tutela el Parlamento electo y el gobierno no reconocido  en Tobruk, lanzara una ofensiva para tratar de conquistar la capital.

Al mariscal -entrenado por la CIA durante su exilio en Estados Unidos- le apoyan política, militar y económicamente Arabia Saudí, Egipto, Francia, Rusia y Emiratos Árabes Unidos, estado este último que le proporciona parte de su fuerza aérea.

El GNA cuenta, por su parte, con el respaldo de Qatar y Turquía, nación esta última que anunció el pasado domingo el envío de más tropas y drones a la ciudad de Misrata.

Las hostilidades se recrudecieron el pasado 2 de enero, día en el que el LNA emprendió una operación que le ha llevado a quebrar las defensas de la estratégica ciudad de Sirte y colocar tropas a menos de cien kilómetros de Misrata, último muro de defensa de la capital.

Los enfrentamientos han sido fueron igualmente sangrientos en los últimos días en Trípoli, bombardeada con cohetes de tipo Grad que obligaron a cerrar la base aérea de Maitiga, único aeropuerto operativo.

Ante la ofensiva, el Consejo de Estado en Trípoli pidió el viernes a los países que apoyan a las tropas del este que revisen su posición respecto esta «agresión», le retiren su respaldo como «única vía para resolver positivamente la crisis libia, y sean conscientes de que la solución a la crisis en Libia solo se logrará a través de un proceso político del que Hafter no tome parte».

En este contexto, Italia, Estado francés, Rusia, Egipto, Argelia y Turquía han desplegado en los últimos días una frenética actividad diplomática, con visitas cruzadas en varios países, para gestar un alto el fuego que a priori deja en ventaja a las fuerzas del controvertido mariscal.

Ankara anunció el domingo el envío de tropas a Libia para supuestamente garantizar ese alto el fuego, mientras que Rusia ha mantenido durante toda la semana el despliegue de mercenarios privados para reforzar una guerra asimétrica y de alto valor estratégico a las puertas de Europa