Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno Urkullu, y Koldo Mediavilla, dirigente del PNV que suele marcar línea discursiva en estos casos, han introducido términos muy similares para referirse hoy a las críticas por su gestión del desastre de Zaldibar. La coincidencia evidencia que hay un argumentario compartido Lakua-Sabin Etxea para contratacar frente a quienes, desde todos los puntos del arco político, señalan sus responsabilidades.
En Radio Euskadi, Erkoreka ha dicho que las formaciones que señalan los errores, primero en el descontrol del vertedero y después en la gestión de la búsqueda de los dos trabajadores desaparecidos, practican «carroñerismo político».
En defensa de su actuación, el portavoz de Lakua ha desmentido a los familiares al asegurar que «el Gobierno ha hablado con ellos prácticamente desde el primer día. Se les ha puesto al tanto de la situación». No es eso lo que sostienen ellos, como detalla la entrevista de Helene y Paulo Alberdi a GARA.
Prácticamente a la misma hora, en Onda Vasca Koldo Mediavilla, responsable de Política Institucional en el EBB, ha asegurado que «sectores reconocibles» han incurrido en una «utilización vil y torticera» del derrumbe, para «manipular a través del miedo sensaciones de odio y de cáracter político que no van a ningún lado».
Ha apuntado claramente a la izquierda abertzale al indicar que son «sectores que han crecido y han vivido en ese ámbito, pero que pensábamos superado, que están utilizando la desgracia humana y estas circunstancias para buscar una confrontación política que, de otra manera, parece que no encuentran». Obvia con ello que hoy mismo por ejemplo Alfonso Alonso (PP) ha acusado a Urkullu de evitar hablar del vertedero «para que no le manche».
«Ataques de tinte fascista y mafioso»
Después de estas declaraciones de Erkoreka y Mediavilla, el PNV ha emitido una nota calificando de «ataques de tinte fascista y mafioso» la colocación de carteles en batzokis de Bizkaia y Gipuzkoa. Insiste en «el uso vil y torticero de un episodio tan dramático», aunque ahora sí atribuyéndolo a «distintos sectores».
Además de los carteles, afirma el PNV que en algunos batzokis se han colocado «bolsas de basuras y excrementos». Habla en conjunto de «mensajes insultantes y amenazadores» contra «la dirigencia y el conjunto de la militancia».
Insensibilidad, ¿sí o no?
Los reproches al Gobierno de Lakua desde el arco político se centran en su gestión, pero en las redes sociales se concentran sobre todo en la falta de empatía mostrada, con el modo en que Urkullu despachó el asunto el lunes como principal exponente. En la convocatoria en que comunicó el adelanto electoral, el lehendakari empezó calificando lo ocurrido como «catástrofe natural».
Erkoreka ha reducido hoy a categoría de «desgracia» el derrumbe, situándolo como algo irremediable aunque las inspecciones ambientales de Lakua ya certificaban claramente la degradación de la instalación, sin haberse tomado medidas por el momento.
En cuanto a Mediavilla, ha calificado este miércoles el accidente como «muy grave» y «siniestro gravísimo», aunque no hace referencia alguna a él en un artículo publicado en su blog (‘Un satélite sobre nuestras cabezas’) sobre cómo vivió la tarde del jueves en que se produjo el desastre.