A estas alturas es difícil saber si Emmanuel Macron aplica un protocologo propio en relación a la lucha contra el coronavirus o directamente surfea sobre los acontecimientos como puede. Esta noche el presidente francés se expresará en un mensaje televisado, en el que podría dar el paso de situarse en la misma línea que otros estados de la UE que han adoptado medidas más restrictivas para tratar de frenar la expansión del coronavirus.
Ayer, 47 millones de ciudadanos estaban llamados a acudir a las urnas en el Hexágono, en un ejercicio de alto riesgo se mire con las gafas que se mire.
Es evidente que la situación de alarma sanitaria aconsejaba haber aplazado ese ejercicio democrático, como lo es que Macron dejó pasar toda la campaña electoral sin tomar tal decisión, hasta que se encontró a las puertas del escrutinio y con muchos problemas legales para abordar la suspensión de la primera ronda de las elecciones municipales.
La Constitución gala exige que sea el Parlamento el que promulgue la ley que anule unas elecciones. El presidente podía, no obstante, haber promulgado un decreto para retrasar el escrutinio. No lo hizo.
Es cierto que ni siquiera el mecanismo de estado de emergencia, empleado en 2005 para dar toda la potestad a los aparatos policiales para reprimir la revuelta en los barrios populares y en 2017 para hacer frente a la amenaza del «terrorismo islamista«, avala a un presidente para anular unos comicios.
Solo el artículo 16 le permitiría adoptar medidas de tal calado: el único precedente de uso de ese mecanismo de excepción general se da en el año 1961, en pleno hundimiento del estado colonial en Argelia y de la mano de un crepuscular general De Gaulle.
Todo eso es cierto, pero no parece que en el apogeo de una pandemia nadie fuera a afear a Emmanuel Macron adentrarse en territorios constitucionalmente vulnerables, simplemente porque la situación es de urgencia sanitaria absoluta.
Mensaje infantilizantes y ronda de partidos
Pasada la primera ronda electoral, entre medidas profilácticas que se cumplieron a veces y otras muchas veces no, el primer ministro, Edouard Philippe, renovaba desde la primera hora de este lunes de resaca electoral, con ese 38% de participación encima de la mesa, la queja contra una ciudadanía que no cumple sus responsabilidades.
Como si fuera fácil interpretar lo que rige y lo que no. Con candidatos saludando con abrazos sus resultados y a renglón seguido denostando que se votara en una situación tan insostenible.
Un mensaje estéril e infantilizante, el de Matignon, en el que se reprocha a la ciudadanía no hacer lo suficiente, sin evaluar si el «modelo Macron» desentona definitivamente en un panorama de restricciones inéditas en otros estados de la Unión Europea.
El Ministerio de Sanidad abrirá, dice, consulta con expertos. Es de esperar que esos titulares del mundo de la ciencia no sean los mismos que, según dijo Emmanuel Macron en su alocución televisada del jueves pasado, le avalaron para poner las urnas.
Ahora sí, reproches abiertos por la primera ronda
El primer ministro anuncia, por su parte, ronda con partidos políticos. Salvo raras excepciones, no fueron muchas las voces que se alzaron contra el mantenimiento de los comicios. En Corsica, su presidente, Gilles Simeoni, fue una de las excepciones.
En Euskal Herria, las quejas del lehendakari Jean-René Etchegaray y de gran parte del arco político llegaron ya cerradas las urnas, ya confimado ese pesado 60% de abstención en la capital labortana.
De hecho, el propio Etchegaray comunicó el viernes que suspendía la campaña, para ponerse al frente de la gestión de la crisis, e incluía en su comunicado las tareas para «garantizar que la jornada electoral transcurra en seguridad para la ciudadanía». No pidió que se cancelara la primera vuelta de los comicios. Ni él ni nadie.
Euskal Herria Bai saludaba esta mañana con un comunicado los grandes resultados cosechados por sus listas y añadía una crítica a la celebración en semejantes condiciones de unos comicios claves para el futuro del territorio, ya que no solo se deciden las alcaldías sino también los futuros consejeros de la Mancomunidad Vasca.
La Mancomunidad Vasca en «stand by»
Efectivamente, ese sería otro de los efectos colaterales de una eventual suspensión de la segunda vuelta electoral del 22 de marzo.
De no completarse el proceso electoral no podría constituirse, a partir del 18 de abril, el nuevo consejo comunitario o biltzar de la institución que engloba a 158 entidades locales de Zuberoa, Lapurdi y Nafarroa Beherea.
El propio avance de la pandemia puede alterar en unas horas el paisaje del Estado francés y, en consecuencia, de Ipar Euskal Herria.
Ayer, mientras en Hendaia se votaba y la gente se aireaba con paseos, las más de las veces manteniendo una saludable distancia, al otro lado del Bidasoa, el puente de Santiago ofrecía el panorama de Irun como ciudad fantasma.
Un contraste difícil de entender, por mucho que los hábitos en el norte del país sean, en tiempos no excepcionales, muy diferentes, y la socialización en general mucho menos abrumadora que en Hego Euskal Herria. No faltan quienes defienden ese modo de vivir diferente como una ventaja cara a aplanar la curva del coronavirus.
Volviendo al debate político. El Ejecutivo no va a acertar decida lo que decida sobre la segunda vuelta de las elecciones municipales.
Si sigue adelante, no acertará porque será una decisión contra la razón científica, dado el avance de la pandemia, y porque el mal resultado en términos de participación de la primera vuelta sólo podría augurar la debacle total.
Si da marcha atrás, lo único razonable, no evitará que se le reproche el por qué ahora. Confinar a la población al «rincón de pensar» puede tener ventajas para acallar el coro de críticas. Nunca se sabe que ocurrirá en un país en el que algunas personas siguen dando la mano y se besan explícitamente en los dos carrillos, en lo que consideran un acto ya de valor ya de demostración de la «excepción cultural francesa». No juzgo, describo.
¿Qué pasa con los que «de facto» son alcaldes?
La suspensión de la segunda vuelta plantea dudas solo políticas y constitucionales. ¿Entrarán en función los y las alcaldes elegidos ayer desde la primera vuelta?
Ello afectaría en lo más cercano a la mayoría de localidades vascas. Desde ayer tienen «de facto» alcalde, al haber ganado desde la primera vuelta, localidades con peso demográfico importante como Hiriburu, Baigorri, Donibane Lohizune, Angelu, Biriatu, Kanbo, Bidarte, Donibane Garazi, Donapaleu...
Por lo demás, en Ipar Euskal Herria la abstención subió ayer solo a la mitad de la escala hexagonal.
Un vistazo al «herriz herri» que ofrece NAIZ permitirá al lector observar que en muchas de las 117 localidades más pequeñas votó por encima del 80% del censo de inscritos. Exactamente como en cualquier otra contienda electoral similar a la de ayer.
Lo que dice la ley ¿realmente importa ya?
El artículo 56 del código electoral es taxativo al dibujar un proceso a dos vueltas con el margen de una semana entre ambas.
Algunos constitucionalistas advierten de que una suspensión de la vuelta del 22 de marzo anularía los resultados de la elección de ayer. Otros estiman que sería posible un retraso de algunas semanas, pero no dilatar en meses ese segundo acto electoral.
Todo aconseja que, antes de tomar decisiones, Macron y los miembros de su Gobierno todavía ajenos a la infección se confinen a lo largo del día de hoy para pensar mejor cómo salir del galimatías en que se han metido, al no situar la crisis sanitaria en el orden natural de las prioridades. Algunas respuestas, o más dudas, esta noche a las 20.00, vía televisión.