Desde el inicio de la crisis del Covid-19, que ha dejado 14.000 muertos en Gran Bretaña, las criticas apuntan a la falta de financiación del NHS, el sistema de salud universal y gratuito que en su día fue la joya de la Corona.
El primer ministro, Boris Johnson, quien ya prometió miles de millones para la sanidad durante la campaña electoral, asegura ahora, recién salido del hospital tras pasar unos días ingresado en la UCI, que va a dar «todo lo que haga falta» al NHS.
«El NHS est infrafinanciado desde 2010», lo que «ha frenado la respuesta al coronavirus», asegura Elias Mossialos, profesor de políticas de salud en la London School of Economics.
El presupuesto del NHS «representa el 7,6% del PIB, el mismo porcentaje que en 2012, mientras la población y el coste de los tratamientos han aumentado», añade Mossialos.
Históricamente, precisa el experto, el presupuesto aumentaba un 4% anual, pero tras la crisis financiera de 2008-2009, que se tradujo en una cura de adelgazamiento drástica de los servicios públicos, no ha crecido mas que un 1,5% durante muchos años.
El gasto en Sanidad solo ha aumentado recientemente tras un escándalo sanitario, el affaire Mid Staff, con cientos de muertos atribuidos a malos cuidados en un hospital del NHS.
Esta falta de fondos crónica se traduce en un número insuficiente de camas, 2.5 por 1.000 personas, frente a las 6 por 1.000 en el Estado francés y las 8 por 1.000 en Alemania, según cifras de la OCDE.
El déficit es aún mayor para las camas de cuidados intensivos, donde luchan contra la muerte los enfermos mas graves de coronavirus. Gran Bretaña tiene la mitad de camas que el estado francés y cinco veces menos que Alemania.
Condiciones insoportables
Otra consecuencia de los recortes se ve en la falta de personal. «Alrededor de 100.000 puestos no están siendo cubiertos actualmente en el NHS, un puesto de cada 12, y principalmente personal de enfermería y médicos en las UCI, hoy saturadas», denuncia Mossialos.
Gran Bretaña, que contaba ya estructuralmente con menos enfermeros y enfermeras que el Estado francés y Alemania, es uno de los pocos países de la OCDE en los que su número ha bajado, denuncian los expertos.
Una situación alimentada a su vez por las dificultades de contratación para unas condiciones de trabajo pésimas, a veces insoportables, y con bajos salarios. Muchos profesionales tiran la toalla o se pasan al sector privado.
¿Epicentro en Europa?
Todo ello en un contexto en el que las muertes y casos de infectados por el coronavirus en Gran Bretaña aumentan a un ritmo imparable, al punto de que los expertos advierten de que podría convertirse pronto en el país europeo más afectado por la pandemia.
Si bien la cifra de decesos registrada ayer (847), que solo incluye los acaecidos en hospitales, es ligeramente inferior a la cifra récord de 861 del jueves, los muertos suman ya 14.500 y los analistas consideran que persiste la tendencia alcista que sitúa al país en pleno pico de la pandemia.
El Gobierno británico anunció ayer que las medidas de confinamiento obligatorio se extenderán durante, al menos, tres semanas más, ya que relajarlas podría provocar un segundo pico y un aumento significativo del número de fallecimientos.
«El objetivo es frenar los estragos del coronavirus, que podría convertir a Gran Bretaña en el estado europeo más azotado por la pandemia, al producir 40.000 muertes», afirma Anthony Costello, profesor del University College de Londres.
De acuerdo con Costello, el país podría sufrir hasta nueve oleadas más después de que las medidas de confinamiento se relajen. «La dura realidad es que se tardó en reaccionar, lo que puede haber llevado al Reino Unido a tener probablemente la tasa de mortalidad más alta de Europa», asegura.
Es probable que en esta primera oleada de coronavirus se contagie solo entre el 10 y el 15 % de la población, añade Costello, que estima que harán falta «otras cinco o seis oleadas antes de llegar al 60 % de infectados».
Este porcentaje sería el que permitiría a la población británica -66 millones de habitantes- lograr la conocida como «inmunidad de grupo», es decir, después de que unos 40 millones se infectaran, la ciudadanía contaría con resistencia al virus, lo que dificultaría su propagación.
Las últimas cifras sitúan en 108.692 las personas contagiadas.