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La Policía turca mata de un disparo a un refugiado sirio por saltarse el confinamiento

Ali el-Hemdan, un refugiado sirio de 17 años residente en Turquía, ha fallecido víctima de un disparo cuando intentaba evitar un control rutinario volviendo del trabajo. El Gobierno turco ha prohibido a los menores de 18 años salir a la calle, sin excepciones, como medida para evitar contagios por coronavirus.

Uno de los controles de la Policía turca durante el confinamiento, en este caso en Ankara. (Adem ALTAN/AFP)
Uno de los controles de la Policía turca durante el confinamiento, en este caso en Ankara. (Adem ALTAN/AFP)

Un refugiado sirio de 17 años ha muerto víctima de un disparo efectuado por un agente cuando trató de huir de un control de la Policía turca en la provincia de Adana. El joven habría salido a la calle para ir a trabajar, incumpliendo la prohibición de salir impuesta a los menores de edad por el Gobierno turco.

El fallecido, Ali el-Hemdan, caminaba el lunes de regreso a su casa desde el trabajo cuando la Policía lo paró en un control rutinario, según varios testimonios recogidos hoy por el diario ‘Evrensel’.

El-Hemdan recibió un disparo en el pecho cuando trató de saltarse el control, presumiblemente para intentar evitar la multa de 470 euros por saltarse la prohibición de que los menores de 18 años salgan a la calle, sin excepciones. La víctima fue trasladada a un hospital, donde falleció.

«A.H. no siguió las advertencias policiales para que se detuviera y huyó. Resultó herido accidentalmente cuando la policía abrió fuego de advertencia», señaló hoy la Gobernación de Adana en una nota, en el que indica que el agente que abrió fuego ha sido suspendido mientras se investiga lo sucedido.

Confinamiento obligatorio

El Gobierno turco ha prohibido que los menores de 20 años que no trabajen y los mayores de 65 salgan a la calle, dentro de las medidas para evitar los contagios por coronavirus.

De los casi tres millones de sirios en edad laboral que viven en Turquía, solo unos 80.000 tienen permiso de trabajo.

El resto trabajan en una economía sumergida que ha sufrido las medidas tomadas por el gobierno para reducir los contagios de Covid-19, como el cierre de cafeterías, bares y comercios.