El reclamo autoritario seduce cada vez más en el Estado francés, donde crece el apoyo a la pena de muerte
‘Fracturas francesas’ es el título del estudio que se dedica desde hace ocho años a analizar el posicionamiento de la ciudadanía gala en relación a los valores y, por extensión, su evolución política. A dos años de las elecciones presidenciales, la octava oleada de esta introspección cobra especial interés. Bajo la crisis de la covid-19 afloran las visiones divergentes sobre modelo de gobierno y sociedad.
La fundación Jean-Jaurès participa de un estudio que, realizado por las casas de sondeos Ipsos y Sopra-Steria, vincula igualmente a Cevipof, ‘Le Monde’ y el Institut Montaigne.
Este año se cumple la octava edición de ese estudio denominado ‘Fracturas francesas 2020’ pero su eco será sin duda mayor, porque en este arranque de curso los radares de las principales formaciones políticas están ya puestos, lo confiesen o no, en las elecciones presidenciales de 2022.
No es de extrañar, por tanto, que Gilles Finchelstein, el director general de la fundación filo socialista, haya dedicado el capítulo que le corresponde en ese estudio a tomar el pulso de la ciudadanía con respecto a una eventual alianza social-ecologista.
Es uno de los dilemas que, pese a interesar sobre todo al electorado de izquierda o al menos progresista, tiene un interés mayor, ya que incide directamente en la cuestión de qué fórmula elegir para pasar el corte de la primera vuelta, tras la catastrófica experiencia de 2017, sin candidato de izquierda en la liza final.
Sin sorpresas, primera conclusión del estudio, «los electorados del Partido Socialista (PS) y de Europe Ecologie-Les Verts (EELV) son extraordinariamente cercanos»
La distancia entre unos y otros es inferior a diez puntos, aunque en el 85% de las respuestas ese margen se reduce a cinco puntos. «Esa diferencia nunca supera los 20 puntos cuando, por el contrario, al consultar sobre temas como las violencias policiales, la Unión Europea o las reivindicaciones feministas ese espacio socio-ecologista marca distancias de hasta 40 puntos con La France Insoumise (LFI), la République en Marche (LREM) o Les Républicains (LR)», explica en su presentación Finchelstein.
Amplia conciencia sobre la agenda social y ecológica, también respecto a la calidad democrática o las llamadas cuestiones de sociedad (procreación asistida, adopción por parejas del mismo sexo, racismo…), pero un hándicap mayor: los electores socialistas se sitúan prácticamente en esa media general del 32% a la hora de «cuestionar la capacidad para gobernar» de los ecologistas.
«El declinar de un país»
La octava hornada de ‘Fracturas Francesas’ constata que en el Hexágono cunde cada vez más el pesimismo, aunque en menor grado a la encuesta del precedente año con elección presidencial (2017).
Con todo una gran mayoría de las personas encuestadas (78%) considera que «Francia es un país que declina» y un tercio de esa muestra (27%) cree que «ese proceso es irreversible».
Por lo que respecta a las cuestiones que desvelan a los franceses la lista la encabeza la epidemia de la covid-19, que inquieta a casi la mitad de la ciudadanía (49%), seguida de las dificultades en términos de poder adquisitivo (39%) y el futuro del sistema de protección social (37%). Un 36% de los encuestados se muestran igual de preocupados por la protección del medioambiente que por el nivel de delincuencia.
La encuesta pone de reflejo un aumento del nivel de confianza de la ciudadanía en relación a los alcaldes (71%) y a bastante distancia también hacia los parlamentarios (29%).
Las empresas y los sindicatos gozan de un 47% y un 32% de confianza, respectivamente.
Aumenta la confianza con respecto a la Unión Europea –sube seis puntos pasando del 39 al 42%– y sigue su tendencia decreciente el nivel de confianza en los partidos políticos, que apenas alcanza el 10%.
La adhesión al Ejército y a los cuerpos policiales (70%) se mantiene, a pesar de las denuncias sobre abusos policiales o discriminación racial en el seno de las fuerzas policiales que saltan periódicamente a las primeras páginas de los medios de comunicación.
En efecto, el apego a la autoridad avanza en el Hexágono casi con el mismo furor con que las demandas, ya del movimiento de los Chalecos Amarillos, ya de los militantes altermondialistas, ya de los sindicatos, desafían en las calles las políticas implementadas por Emmanuel Macron al que, dicho sea de paso, solo algo menos de la mitad de los encuestados atribuye «capacidad para gobernar».
Así, un 82% de los encuestados cree que «hace falta un verdadero líder para poner orden en Francia» y el 88% estima que «la autoridad es un valor que se pone demasiado menudo en cuestión».
Un dato si cabe más inquietante: un 55% de las personas que han participado en el estudio se declaran favorables a la restitución de la pena de muerte, abolida en el Estado francés en 1981. Es el nivel más alto de las ocho mediciones realizadas para ‘Fracturas Francesas’.
Esa inclinación hacia las posiciones más represivas es, como cabe esperar, mayoritaria entre los simpatizantes de Rassemblement Nacional (85%), pero también es muy compartida entre los partidarios de Les Républicains (LR), que apoyan el castigo máximo en un 71%.
Los caladeros de la extrema derecha
El macronismo, con sus alianzas a izquierda y derecha, ha provocado una crisis sobre la crisis al PS pero además mantiene en aturdimiento permanente a la llamada derecha republicana que, perdida su capacidad de atraer a gentes de ideas centristas o liberales, interpreta hoy que su salvación pasa por escorarse hacia posiciones de derecha extrema.
La omnipresencia en los medios de comunicación de debates sobre identidad nacional y en relación a la seguridad es otro factor a tener en cuenta.
La labor de «normalización» de RN a la que se consagra Marine Le Pen ha tenido su traslación con la proliferación de columnistas de ultraderecha en las mesas de debates de las televisiones.
En ese clima, también el Gobierno de Emmanuel Macron ha movido ficha, y anuncia para este otoño «una ley para combatir los separatismos», de cara a reforzar la unidad de la República frente a los que se denominan «fenómenos comunitaristas», ligados habitualmente a «las expresiones extremas» del islamismo, pero que sirven de forma general para estigmatizar por motivos de origen o clase social.
Ello sin olvidar que el Gobierno de Macron es el que ha ideado el llamado Servicio Nacional Universal (SNU), a modo de sucedáneo del servicio militar, desaparecido en 2017.
Debates de sociedad
La progresiva inclinación hacia posiciones autoritarias en lo político se combina con una mayor apertura en cuanto a prácticas sociales y culturales, como lo demuestra el apoyo mayoritario al acceso de parejas del mismo sexo o de mujeres sin pareja a las técnicas de reproducción asistida (PMA), que apoya más de seis de cada diez encuestados.
Más división genera el recurso a «vientres de alquiler», que apoya un 51% de las personas encuestadas.
Las ideas feministas avanzan, y más de dos tercios de los ciudadanos que han tomado parte en el estudio (69%) identifican a la sociedad francesa como una sociedad patriarcal, aunque un 37% de los encuestados cree que «el movimiento feminista va demasiado lejos».
Ocho de cada diez personas cree, finalmente, que el racismo sigue presente en la sociedad gala, también en la Policía (55%), y la misma proporción responde favorablemente cuando se le pregunta si existe un problema de uso excesivo de la fuerza a cargo de las fuerza de seguridad.