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El Gobierno bielorruso amenaza con reprimir con fuego real las persistentes protestas opositoras

El Gobierno de Bielorrusia ha amenazado con el uso de armas de fuego para reprimir las protestas contra el presidente del país, Alexandr Lukashenko, con el argumento de que se han «radicalizado» tras dos meses de manifestaciones.

 Pensionistas se encaran a un policía antidisturbios en Minsk. (STRINGER/AFP)
Pensionistas se encaran a un policía antidisturbios en Minsk. (STRINGER/AFP)

El viceministro del Interior, Gennady Kazakevich, señaló en un vídeo publicado por su departamento en el canal de Telegram que «las protestas, que se han trasladado mayoritariamente a Minsk, se han vuelto organizadas y altamente radicalizadas (…) A la vista de ello, los policías y servicios de las fuerzas del Ministerio del Interior no abandonarán las calles y emplearán equipamiento especial y armas letales si fuera necesario», señaló.

Pese a que insiste en que el número de manifestantes se ha reducido recientemente –cifró en 11.000 los participantes en la tradicional marcha de los domingos- el Ministerio del Interior justifica sus amenazas asegurando que algunos grupos, «radicales, anarquistas e hinchas», tiraron piedras y botellas a las Fuerzas de Seguridad y «utilizaron navajas durante el día» y por la noche erigieron «barricadas y quemaron neumáticos».

Las fuerzas de seguridad de Bielorrusia, acusadas por testigos y organizaciones de derechos humanos del uso injustificado de la fuerza en las protestas, reprimieron con una dureza que no se veía en las últimas semanas la marcha del pasado fin de semana y utilizaron cañones de agua y granadas ensordecedoras. Detuvieron a un total de 713 personas.

El lunes, la Policía de Minsk admitió el uso de pistolas no letales OSA, que puede disparar varios tipos de munición como balas de goma, bengalas de señales o gas lacrimógeno, en una protesta de pensionistas en la capital bielorrusa.

Un muerto en agosto en Brest

La Policía bielorrusa ya utilizó balas reales a comienzos de agosto en el marco de las primeras manifestaciones de protesta contra la reelección de Lukashenko, concretamente en Brest, en el sur del país.

Un manifestante murió por disparos de bala y la policía se defendió asegurando que se enfrentaba a «un grupo agresivo armado con barras de metal». Esta versión ha sido puesta en duda por los medios locales opositores.

También ha habido acusaciones de malos tratos e incluso de tortura de parte de muchos de los miles de detenidos, testimonios recogidos recientemente por Human Rights Watch (HRW).