El planeta oval se estremeció el pasado fin de semana con un seísmo de unos seis chocobares* de intensidad. En principio dejó más alegrías en un bando que daños en el otro, y posiblemente no pase de ser un mero suceso puntual, aunque no por ello menos reseñable. Y de hecho, cuenta ya con un hueco en los libros de historia.
Hablamos de la victoria de Argentina sobre Nueva Zelanda (25-15), todos los puntos por obra y gracia de Nicolás Sánchez. Y de la derrota de Nueva Zelanda ante Argentina. Noticiables ambas. Una, porque es la primera vez que acontece. La otra, porque se suma a la que sufrieron los de negro una semana antes frente a Australia (24-22). Y que los All Blacks caigan en dos partidos consecutivos es casi tan poco frecuente como el paso del cometa Halley. Bueno, quizá sea una hipérbole, pero nueve años habían pasado desde la vez anterior.
El contexto otorga más mérito si cabe al triunfo de Los Pumas. Sus rivales llegaban fogueados. Mientras el resto del mundo –o casi– justo comenzaba a salir de su casa, ellos jugaban entre junio, julio y agosto el Super Rugby Aotearoa, un torneo local con las cinco grandes franquicias del país. Y en estas últimas semanas han disputado cuatro exigentes partidos frente a sus vecinos aussies.
Mientras, la plantilla de Argentina ha entrenado durante mucho tiempo cada uno por su cuenta, con ausencias importantes de jugadores que emigraron a Europa para asegurarse el salario y sin competir durante ocho meses, lo que en un deporte tan físico como el rugby supone arriesgarse a algo más que a un marcador abultado.
En una situación muy similar, la vigente campeona del mundo, Sudáfrica, declinó participar en este Rugby Championship, lo que lo convirtió en un Tres Naciones que se disputa íntegramente en Australia.
Fuimos capaces de hacer esto y mucho más. Somos capaces de honrar la camiseta de @lospumas. #PorLaVuelta#VamosLosPumas pic.twitter.com/bxkkY9h2Pu
— Los Pumas (@lospumas) November 13, 2020
Quien más quien menos pensaba que los Pumas iban a ser la oveja en el matadero, que se calzaban las botas porque su federación necesita estos ingresos económicos para la pervivencia de su rugby, para no viajar atrás en el tiempo y desandar buena parte del camino ya recorrido. Lo cual es cierto.
Pero casi nadie, ni el más optimista, esperaba que los capitaneados por Matera –tiene guasa lo de llamarle Pablito, con su 1,93 de estatura y sus 110 kilos– plantaran cara de tú a tú a los hombres de negro, cobraran primero una sabrosa ventaja gracias a su buen hacer y luego pudieran sostenerla en un ejercicio descomunal de fe y derroche.
Era la trigésima vez que intentaban cruzar ese Rubicón, y esta vez aguantaron en esa recta final en la que Nueva Zelanda suele aprovechar el desgaste del rival para pasar por encima y hacer de él picadillo. Pero tampoco debería sorprender, es sabido que un argentino siempre se viene arriba cuando se viste de albiazul, no importa de qué deporte se hable.
Solo siete selecciones han conseguido esta hazaña en toda la historia. De las grandes solo falta Escocia, 31 partidos desde 1905, cero victorias.
En el otro lado del campo, los All Blacks caen a la tercera plaza del ranking. Lo cual, a tres años vista de la próxima Copa del Mundo, les preocupa entre poco y nada. Por supuesto que sus recientes resultados –dos derrotas y un empate en los cinco últimos partidos– hacen correr ríos de tinta y desbordan las críticas en la prensa local. Faltaría más, es el deporte rey en la Isla de la Nube Blanca. Es lo mismo que sucede por ejemplo en Argentina cuando no ganan Messi y compañía.
Pero no parece por ahora que vaya a cambiar el rumbo iniciado con Ian Foster tras Japón 2019, el mismo que tantos éxitos les dio anteriormente con Steve Hansen. Una golondrina no hace verano, que decía el célebre John Toshack.
La luz de alerta no se ha encendido. Ambas selecciones vuelven a verse las caras el próximo día 28, y a nadie le extrañaría que unos All Blacks enrabietados se tomaran cumplida venganza y restablecieran la habitual jerarquía. Antes, este fin de semana, Argentina afronta su segundo reto, contra la anfitriona Australia.
* Santiago Chocobares, 21 años, debutó con Los Pumas el pasado sábado. Lo hizo como titular, con el 12 a la espalda, y puede presumir de haber ganado el 100% de sus partidos contra los All Blacks. También debutó, saliendo del banquillo, su tocayo Santiago Grondona.