El fútbol vasco demostró que la final de Copa que jugarán en abril Athletic y Real no es fruto de la casualidad. De hecho, en su camino también superaron al Barcelona y al Real Madrid como lo han repetido en la Supercopa.
En los tres partidos jugados en Andalucía los equipos vascos han sido superiores a los dos clubes con más poder de la Liga española y solo la espectacular actuación de Ter Stegen en la semifinal, con seis paradas de mucho nivel, y la falta de acierto en sus ocasiones y en la tanda de penalties de la Real impidió vivir en La Cartuja una final vasca tres meses antes de la de Copa prevista en el mismo escenario.
Esa semifinal condicionó además la final porque Imanol planteó el encuentro de una manera valiente con una presión alta que exige un gran desgaste al que respondió Koeman con un planteamiento similar. Eso motivó un duelo de intercambio de golpes, con una segunda parte de ida y vuelta que provocó que los dos equipos llegaran muy cansados a los últimos minutos del tiempo reglamentario y a la prórroga.
En el final del encuentro y en el tiempo extra se impuso la Real y el Barcelona acusó no tener unos recambios del nivel de los titulares y el equipo blanquiazul mejoró con las sustituciones, con la entrada de Januzaj especialmente, y el azulgrana se tuvo que encomendar al mejor Ter Stegen para sobrevivir.
Un Barcelona diferente
Por eso, la final estuvo condicionada por esta experiencia a pesar de tener un día más de descanso el Barcelona. Koeman, tampoco ayudaba a repetir la presión alta que jugara Messi con dudas, decidió renunciar a ir a buscar al Athletic y evitó un partido tan físico. Sin balón el equipo azulgrana esperó replegado sin presionar y, a pesar de no buscar llevar la iniciativa el rojiblanco, se llegó a la segunda parte con la posesión igualada.
El Barcelona tampoco generó ocasiones cuando tuvo el balón. El ritmo de su juego, la velocidad que le daba a su movimiento del balón, fue inferior y el Athletic se sintió cómodo cuando defendía. Acertó al juntar sus lineas lejos de su área para impedir que Pedri, Messi, Griezmann y De Jong entraran en acción y solo sufrió en la banda izquierda con las entradas de Jordi Alba, protagonista en las jugadas de los dos goles de cada equipo, y con el acierto de Griezmann. Sus goles y una falta de Messi en la que la barrera se abrió fue de lo poco que generó el Barcelona.
El Athletic, con un estilo diferente al de la Real porque se siente más cómodo cuando el rival lleva la iniciativa, fue capaz de marcar en los dos partidos cinco goles, por unos centímetros no fueron seis, con un porcentaje de acierto muy superior al de la Real en sus ocasiones.
Se vio beneficiado también por los errores de Lucas Vázquez y Jordi Alba en los dos primeros goles de cada partido y de los entrenadores con los cambios porque Zidane sustituyó a Benzema, su mejor delantero, y Koeman retiró a dos de los atacantes que más defienden y que mejor pueden acabar los partidos por su capacidad física, Pedri y Dembélé.
Con esos cambios sin sentido en el minuto 88, tras el gol de Villalibre el equipo azulgrana se quedó con un equipo peor incluso que el que jugó la prórroga contra la Real sin capacidad de respuesta ante el tanto de Williams.
Segundo título en los últimos 34 años
Fueron tres partidos en los que, además, salió a relucir el carácter competitivo que tradicionalmente ha caracterizado a los futbolistas vascos para competir y ganar con equipos basados en sus canteras.
El Athletic alineó once canteranos en la final y la Real diez jugadores ascendidos del Sanse en su semifinal y otros tres jugadores formados en Zubieta fueron titulares con los rojiblancos en la Supercopa. Como hace varias décadas, con jugadores formados en sus canteras los dos equipos vascos superaron a los dos clubes con mayor presupuesto de la Liga española.
Así el fútbol vasco masculino alcanzó su segundo título desde el final de su década prodigiosa de los 80, en la que se encadenaron cuatro títulos de Liga consecutivos desde 1981 hasta 1985, dos Copas (1984 y 1987) y una Supercopa en el campo (1982-83), pero con un valor superior al de la temporada 2015-16, en la que el Athletic aprovechó que Luis Enrique no sacó su mejor equipo en la ida y perdió por 4-0.
En esta Supercopa Barcelona y Real Madrid han alineado sus mejores jugadores, el formato ha resultado ser un acierto total que invita a ello, y el mundo del fútbol ha reconocido que en todos los partidos fueron inferiores y que el Athletic ha sido un justo ganador.
Y en abril otro título más vendrá a Euskal Herria en una nueva fiesta del fútbol vasco...