El Gobierno de China confió en lograr «un futuro mejor» en las relaciones entre las dos potencias, marcadas por la tensión durante la Administración de Donald Trump. Pekín, por lo pronto, ya ha aplaudido algunos de los primeros gestos de Biden, en particular la reintegración en los Acuerdos de París contra el cambio climático y en la OMS.
El Gobierno chino anunció el miércoles una serie de sanciones contra dirigentes de la antigua Administración, entre ellos el secretario de Estado, Mike Pompeo, por la decisión de catalogar de «genocidio» la represión contra la minoría uigur en Xinjiang (Turquestán Oriental).
Pero los miembros del nuevo Gobierno de Biden han confirmado que apoyan esta decisión y que reforzarán la presión comercial sobre China.
Rusia tiene asumido que Biden mantendrá una política firme y no ha despertado esperanzas en Moscú, como ocurrió con la llegada de Trump, pero espera que la retórica dura y las sanciones dejen margen para un pragmatismo que permita a las dos potencias colaborar en asuntos como la estabilidad estratégica y el control de armas. El presidente ruso, Vladimir Putin, no se llevaba bien con Obama y con Biden tampoco ha tenido una buena experiencia. ¡«Señor primer ministro, le estoy mirando a los ojos y no creo que usted tenga alma», le dijo el hoy presidente de EEUU en una visita en 2011 a Moscú. «Esta promete ser una de las relaciones personales más frías entre un líder estadounidense y ruso», opina el director del Centro Carnegie de Moscú, Dmitri Trenin.
De momento, Biden tiene sobre la mesa dos cuestiones que podrían marcar el tono de la relación con Moscú: su respuesta al envenenamiento y encarcelamiento de Alexei Navalni y la prolongación o no del último acuerdo de reducción de armas nucleares entre las dos potencias, el START III o Nuevo Start, que expira en 15 días.
Rusia recela del discurso rusófobo de EEUU, sus intentos de imponer su modelo político, el acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas, la desestabilización del espacio postsoviético, el desmantelamiento de la arquitectura de seguridad global, las acusaciones de injerencia o el boicot de proyectos económicos como el Nord Stream 2.
El Ejecutivo de Irán expresó el deseo de que Biden impulse la vuelta de Washington al pacto nuclear y la retirada de las sanciones, pero sobre todo se centró en destacar que «Trump, Pompeo y compañía quedan relegados al basurero de la Historia de forma deshonrosa».
Aliados: esperanza y cautela
Entre los aliados, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, se felicitó de que Europa tiene «de nuevo un amigo en la Casa Blanca». En la misma línea, la canciller alemana, Angela Merkel, aseguró contar con «una gama de acuerdos mucho más amplia» con Biden que con Trump, a pesar de puntos de fricción, como el proyecto de gasoducto ruso Nord Stream 2 y las sanciones extraterritoriales de Washington.
Otros aliados, como las petromonarquías del Golfo dieron una acogida fría al nuevo presidente de EEUU, según reflejó la prensa fiel a sus dirigentes. Arabia Saudí, Bahrein o Emiratos temen que Washington rebaje su política de «máxima presión» sobre Teherán.