Los unionistas-lealistas arremeten contra la frontera británico-irlandesa
Lo que eran problemas de suministros y logísticos en la frontera entre las islas británica e irlandesa ha derivado en un grave problema con las amenazas al personal de aduanas –ha sido retirado– y el torpedeo unionista al acuerdo que garantiza que no haya frontera entre norte y sur de Irlanda
El nuevo Protocolo para Irlanda del Norte, parte del Tratado de Separación entre Gran Bretaña y la Unión Europea, ha provocado problemas de falta de algunos suministros en los supermercados norirlandeses. Pero a esa adecuación a la situación con la nueva burocracia aduanera entre las islas se ha unido un elemento más siniestro con la retirada, por amenazas, del personal de aduanas en el puerto de Larne, a las afueras de Belfast.
Precisamente en el año en el que se conmemora del centenario de la partición de Irlanda, el Tratado del Brexit y, más específicamente el Protocolo para Irlanda del Norte, es la base de una «reunificación de facto» de la isla.
El protocolo es la garantía de que, a pesar de que el norte de Irlanda siga bajo jurisdicción británica, no existía una frontera visible entre el norte y sur de Irlanda.
Garantiza que el norte permanecerá en el Mercado Único europeo y sitúa la frontera aduanera en el mar de Irlanda, donde algunos productos procedentes de Gran Bretaña afrontan barreras burocráticas, como chequeos sanitarios (de los que están exentos los productos agroalimentarios hasta finales de marzo), declaraciones aduaneras e inspecciones físicas de los contenedores.
Estas inspecciones físicas han sido canceladas a consecuencia de las amenazas contra los trabajadores aduaneros en el norte de Irlanda, mientras que el resto de las medidas siguen vigentes aunque, y precisamente aprovechándose de la crisis, el Gobierno británico ha pedido a la UE renegociar la extensión de la exención de los chequeos sanitarios hasta 2023 mientras amenaza con abandonar el protocolo para Irlanda del Norte.
La retirada del personal aduanero amenazado no supone un gran impacto sobre la implementación del tratado en estos meses de transición.
Pero ha evidenciado que lo que Londres presentaba como problemas que se solventarían con el paso de los días son en realidad importantes deficiencias logísticas, que una vez más atestiguan la falta de preparación por parte del Ejecutivo británico durante los casi tres años desde que invocaron su salida de las instituciones europeas.
Sin ir más lejos, la oposición británica ha denunciado que de los 50.000 agentes de aduanas necesarios, el Gobierno británico solo ha contratado a 12.000.
Jugando con fuego
A estas dificultades estructurales se añade el factor político y el descontento que el establecimiento de la frontera en el mar de Irlanda ha generado en la comunidad unionista/lealista que, preocupada por las encuestas que muestran su pérdida de apoyo y el creciente aval popular a un referéndum de autodeterminación, intenta reabrir un espacio de confrontación e intimidación que cree que le favorece.
El error de la Unión Europea, que el pasado viernes apuntó su intención de aplicar el articulo 16 de este protocolo para establecer controles a la exportación de vacunas contra la covid-19, no ha hecho sino añadir leña al fuego de los que desean recrear la frontera entre el norte y el sur de Irlanda, el fin del acuerdo de Viernes Santo y el colapso de las instituciones norirlandesas.
A pesar de que la Comisión Europea dio un paso atrás casi inmediatamente, los unionistas se revolvieron contra el uso del artículo 16 por parte de la UE para al mismo tiempo pedir al Gobierno británico su aplicación, precisamente para cancelar el conjunto del citado Protocolo para Irlanda del Norte.
Este contorsionismo ideológico por parte del principal partido unionista en el Ejecutivo de Belfast, el DUP, responde más a la urgencia por recuperar su relevancia que a las necesidades del norte de Irlanda donde, no se olvide, un 56% votó por la permanencia en el UE en el referéndum sobre el Brexit.
Encuestas desfavorables
La más reciente encuesta de opinión de LucidTalk muestra una caída en 4 puntos del voto del DUP, lo que le situaría con un 19%, los mismos 4 puntos por debajo de Sinn Féin (24%), y con tan solo un punto de ventaja sobre el moderado Alliance Party.
El gran beneficiario de la caída del DUP es el Traditional Unionist Party que, con una posición unionista arcaica, recoge todo el trasvase de votos que pierde el partido de Arlene Foster.
Ello explica el hecho de que el DUP haya vuelto a las andadas, restableciendo vínculos con los grupos paramilitares lealistas que en las ultimas semanas se han reunido también con los representantes del Gobierno británico en la llamada Oficina para el Norte de Irlanda (NIO). Ahora, el DUP se pone en primera línea de la campaña que busca desestabilizar el Protocolo para el norte de Irlanda.
Sinn Féin ha llamado a la alianza entre el resto de partidos norirlandeses, la UE y el Gobierno de Dublín para plantar cara a los unionistas, que vuelven a depositar todas sus esperanzas en Johnson, pese a que ya les ha traicionado en tres ocasiones.
Asimismo, el Gobierno estadounidense de Joe Biden (de antepasados irlandeses y claro defensor del proceso de paz) podría jugar una baza importante en las negociaciones, ya que ha advertido de que si Londres reniega del Acuerdo de Viernes Santo, no habrá tratado comercial alguno con Gran Bretaña.