Ana Isabel Cordobés (Efe) - NAIZ

«Me he acostumbrado a vivir con miedo», aseguran modelos grabadas desnudas en Iruñea

Las víctimas de Daniel Lucía, el gerente de la agencia Dana Models, condenado a 115 años de prisión por grabar desnudas, sin su consentimiento, a 129 chicas, señalan que, seis años más tarde se han «acostumbrado a vivir con el miedo». Hoy se han concentrado ante el Palacio de Justicia de Iruñea.

Concentración a las puertas del Palacio de Justicia de Iruñea. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)
Concentración a las puertas del Palacio de Justicia de Iruñea. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

«Me he acostumbrado a vivir con miedo». De esta manera se expresan algunas de las modelos que fueron grabadas desnudas sin su consentimiento en una agencia de Iruñea, como Andrea A. Tenía 13 años cuando acudió a la agencia de modelos que regentaba Daniel Lucía, Dana Models, situada en la calle Olite de la capital navarra.

«Primero nos hacía una fotografía en la oficina, con una pizarra con nuestros datos, y luego teníamos que pasar a posar en ropa de baño». Esto es una práctica habitual, señala la joven, que hoy ya es mayor de edad y estudia y trabaja al mismo tiempo. «Sirve para que puedan saber si tenemos tatuajes, piercings... y saber qué tipo son, porque hay clientes que quieren chicas tatuadas y otras no, ya sabes cómo funciona esto», comenta.

En ese momento, Andrea pasó a cambiarse en un apartado, donde el gerente había dispuesto una cámara sobre un trípode que se encontraba grabando todo el proceso. «En el vídeo que me grabó sale hasta mi madre, que entró a ayudarme porque no podía atarme el bikini por detrás», recuerda la joven.

Ahora señala que está marcada por la «rabia» por la sentencia que condena a Daniel Lucía a 115 años, de los que solo cumplirá cinco al aplicarse el artículo 76 del Código Penal, que establece como tiempo de condena el triple del mayor delito, 20 meses.

También por lo que sucedió a nivel psicológico. «Ahora no es fácil, cada vez que entro en un probador, o voy a un baño público siempre miro a todos los lados para comprobar que no haya una cámara o algo raro». Incluso mira en el «agujerito del papel higiénico».

«Vives con el miedo», reconoce la joven, que comparte que «puede pasar esto en cualquier lado y a cualquier chica, porque no podemos decir que sea lo normal, pero sí es abundante».

Ella no acudió a terapia psicológica, pero comparte que en el grupo en el que ahora se están uniendo las víctimas «hay otras muchas que lo han pasado mucho peor», algunas con terapia psicológica o viviendo con ansiolíticos.

«Me siento fatal, no le han dado importancia a esto», denuncia. «Nos sentimos abandonadas, no nos escuchan, no les importamos... cuando el hecho es que han grabado a 129 tías desnudas sin que ellas lo supieran».

Cuando conoció lo que el gerente de la agencia había hecho con ella y otras, al menos, 140 chicas, de entre ellas 48 menores, perdió la ilusión por dedicarse a ello. «En aquel momento ya no me apetecía dedicarme a ser modelo y participar en más actividades».

Sin embargo, el que fuera fotógrafo de la agencia intentó que no cayeran en el desánimo. «Él nos decía que no perdiéramos las ganas por esta experiencia que habíamos tenido». Sin embargo, Andrea dejó el mundillo.

Fue especialmente duro para ella, porque «esta no ha sido la primera vez que ocurría algo así». Tiempo después de que Daniel Lucia le grabara mientras se cambiaba de ropa en su agencia de modelos, un hombre mayor había grabado a la joven en el baño de un establecimiento. «Es horrible», sentencia.

Su compañera, A.D., tampoco volvió a pensar en ser modelo. «Lo hacíamos por sacarnos un dinerillo» y después de lo que ocurrió con la agencia Dana Models lo dejó. «He perdido mi figura de modelo y mis obsesiones con el peso y estoy mucho más feliz», afirma.

Al tiempo de que todo pasara, Andrea A. fue a ver un partido de fútbol con sus amigas y allí estaba Daniel Lucía. Además de Míster Navarra en 2005 y regentar la agencia, era árbitro de fútbol juvenil. Por las noches, durante un tiempo, fue camarero en una conocida discoteca de Iruñea.

Ese era el miedo de A.D., quien tenía 15 años cuando todo pasó. Ella vive fuera de Iruñea, pero encontrarse con él «era el primer miedo que tenía». «Uf, si me lo llego a encontrar, no sé cómo iba a reaccionar».

Ahora todas sus compañeras, apunta, están «agotadas mentalmente, con miedo y apenas son capaces de decir nada».

Concentración ante el Palacio de Justicia

Para Andrea A. fue fundamental ir a reconocerse en los vídeos junto a su madre. «Me daba vergüenza y pudor», recuerda la joven que, en el momento de la denuncia tenía 16 años. «Mi madre me ayudó mogollón, mi familia y amigas han estado siempre de mi lado, y así ha sido mucho más fácil».

«Gracias a mi madre he tirado hacia adelante» y ha podido también hablar con otras chicas que no habían denunciado en su momento y que lo han hecho ahora. «Me hace muy feliz haber animado a otras chicas a que lo denuncien y no lo dejen pasar».

Esta tarde se han concentrado algunas de ellas frente al Palacio de Justicia de Iruñea para protestar por la sentencia que condena a Lucía a 115 años de prisión, de los que cumplirá solo cinco, y para denunciar que no han sido escuchadas en el proceso, a pesar de que sí querían declarar. 

Allí han insistido en que su sueño pasó a ser una pesadilla y han relatado que la sentencia tuvieron que conocerla a través de «medios de comunicación y redes sociales» y, al intentar ponerse en contacto con instancias judiciales para conocer el resultado del juicio, les pidieron «conocerlo a través de los medios».

Además, han señalado que durante estos seis años no han recibido «asesoramiento jurídico o psicólogico» por parte de ninguna instancia.

El pensamiento que les ha acompañado en este tiempo, ha señalado la portavoz del grupo, es que «han sido seis años de condena».

También han apuntado que estos seis años de dilación del proceso «han servido para atenuar su condena» y es que, en el acuerdo alcanzado, reduce la condena al aplicarse dos atenuantes: dilaciones indebidas del caso y confesión de los hechos.

Han agradecido por último a familiares, amigos y conocidos que han acompañado a las jóvenes durante este proceso «en que sentíamos que esta pesadilla no acababa».

Las afectadas y el colectivo Lunes Lilas han solicitado reuniones con el consejero de Justicia, el Instituto Navarro para la Igualdad y los distintos grupos parlamentarios para que exponer su situación poder llevar a cabo el «legítimo ejercicio a ser escuchadas y tomadas en cuenta».