«No renunciamos a la unilateralidad, pero para ejercerla cuando seamos fuertes»
Desconocida para el gran público, la elección de Laura Vilagrà responde a un doble objetivo: reforzar la imagen de solvencia en la gestión con una buena conocedora de la política municipal y de la Generalitat; y prepararse para las negociaciones postelectorales.
Alcaldesa de Santpedor entre 2003 y 2015, Laurà Vilagrà (1976) es la principal novedad en la lista de ERC para los comicios del día 14. La experiencia en la gestión pública de esta politóloga, delegada de la Generalitat en la Catalunya Central hasta ser cesada por el 155, la convierten una pieza clave en un eventual gobierno de ERC.
Tu incorporación en las listas de ERC ha sido una gran sorpresa. ¿A qué obedece?
La dirección buscó para confeccionar la candidatura a personas de larga trayectoria en el ámbito de la administración, con el fin de acelerar la agenda transformadora que planteamos en el terreno social, económico y medioambiental. Conozco la administración por dentro, la interacción entre los distintos departamentos y he estado vinculada al Tercer Sector llevando aspectos relativos a la vivienda y la enseñanza, de manera que puedo ser útil desde esta perspectiva. Y más en un contexto tan difícil como el actual.
A nivel municipal, has llegado a acuerdos de gobierno con otros espacios políticos. ¿Puedes aportar tu bagaje en vistas a explorar futuros acuerdos en el Parlament?
Sin duda. En mi comarca tenemos pactos con la CUP o JxCat, y eso que diferimos bastante en cuanto a modelos sociales y cultura política. Pero si en Esquerra Republicana hablamos de vía ancha es precisamente porque queremos navegar en el consenso y, si la situación lo permite, articular un gobierno lo más amplio posible en torno a tres ejes: la recuperación del país en clave social y económica, la amnistía y el derecho a la autodeterminación.
ERC afirma que el independentismo tiene que ser más numeroso y más fuerte. ¿No hay plazos, pues, para el ejercicio del derecho a decidir?
Haciendo una lectura de estos años, hemos llegado a varias conclusiones. La principal es que no abandonaremos la bandera del diálogo, aunque solo sea para que la comunidad internacional observe que apostamos por resolver el conflicto y más gente se convenza de que, si esto fracasa, es porque el Estado no ofrece ninguna salida. A partir de ahí, también decimos que no renunciamos a la unilateralidad, pero para ejercerla cuando seamos fuertes. Esto pasa por superar el 50% de votos de forma continuada en el tiempo. Entonces sí podremos hacer la independencia, porque declararla, ya la hemos declarado.
Tanto JxCat como la CUP consideran que la ruptura únicamente se logrará a través de la confrontación democrática. ¿No es la estrategia de ERC?
La tesis de cuanto peor, mejor, ya sabemos como acaba. En cambio, cuando planteamos propuestas en positivo, por ejemplo en el debate sobre el nuevo Estatut de 2006, el independentismo ha crecido. Si realmente queremos ensanchar las mayorías, hemos de lograr que nuevos sectores distantes a la independencia vean en ERC un partido útil para su bienestar. Porque será esta gente la que nos hará ganar.
¿Sobrepasar el 50% de sufragios es necesario pero no suficiente para desplegar la declaración de independencia?
Es la lección que sacamos. Tenemos fortalezas pero también muchas debilidades, entre ellas que los grandes sindicatos (UGT y CCOO) no se sumaron a la huelga del 3 de octubre de 2017. O, por ejemplo, que a raíz de la declaración de independencia algunas empresas se marcharon. De la misma manera que, aunque hemos ganado en Lleida y Tarragona, en el Área Metropolitana de Barcelona el independentismo sigue siendo minoritario. Prueba de ello es que tanto la Diputación como el Ayuntamiento de Barcelona están en otras manos. Por tanto, será una vía ancha y no una vía rápida y sencilla, la que nos permitirá avanzar. Excepto Montenegro, todos los países que se han independizado han tenido que recorrer procesos lentos, graduales y difíciles.
Una de las bazas de ERC es influir en el Congreso. Pero, pese al apoyo a los presupuestos, el gobierno del PSOE y Podemos no ha movido ficha respecto a la resolución del conflicto…
Es conocido que, tanto para nosotros como para EH Bildu, los presupuestos están muy lejos de nuestras demandas. Pero mantener la intervención económica de la etapa Montoro o seguir sin poder elevar el techo de gasto hubiera sido mucho peor. De ahí que es razonable haberlos apoyado. Además, en nuestro caso, también hemos negociado la gestión del Ingreso Mínimo Vital, participar dentro del Consorci de la Zona Franca y partidas muy necesarias para las clases trabajadoras.
¿El anuncio de la reanudación de la mesa de diálogo augura algún cambio a medio plazo?
Ya veremos qué gestos harán con los presos. Es posible que todo quede en el indulto u otra medida de gracia, aunque la restitución tendría que venir con la amnistía. Aquí es dónde reside la necesidad de ser fuertes si queremos obligar al gobierno español a negociar. Por mi parte, estoy convencida de que llegaremos a ese horizonte, pues el Estado sabe que la represión y la judicialización no debilitarán el movimiento, y que perder Catalunya sería un lastre viendo la aportación que hacemos a las arcas públicas.
En materia socioeconómica, ERC dice apostar por un giro progresista. ¿En qué consiste?
Entendemos que el dinero que la Generalitat recibirá correspondiente al Plan de Reconstrucción Europeo –los New Generation– tiene que servir para transformar el modelo productivo con el fin de que no repercuta en salarios bajos. Hay que invertirlo en innovación, una movilidad sostenible y un sistema de servicios públicos de primer nivel. También queremos abrir una oficina para las Pymes e implementar una agenda para la transición energética, evitando que los grandes oligopolios se adueñen del territorio. En este sentido será básica la Ley de economía social y solidaria, cuya finalidad es empujar a las cooperativas a ser protagonistas de este cambio de paradigma.
Cuando los tribunales tumban los decretos contra la pobreza energética o para limitar los precios de los alquileres, ¿qué tiene que hacer la Generalitat?
Es complicado. De entrada, nuestro compromiso es aumentar el parque de vivienda pública y ponerla en el mercado de inmuebles con precios asequibles, para lo cual hemos de legislar en este sentido. Y respecto al suministro, evitar que las eléctricas interrumpan el servicio en situaciones de emergencia. Insisto: es verdad que hay un interés del Estado en bloquear estas medidas, mientras que en otras no tenemos las competencias transferidas. Pero podemos ser más ambiciosos. En el capítulo de ayudas, por ejemplo, ya hemos puesto en marcha la Renta Mínima Garantizada, mediante la cual estamos proveyendo el acceso al mercado laboral de muchísimas personas. El reto es enorme, pero si afrontamos bien estas políticas y somos más determinantes, iremos por el buen camino.
En esta última etapa la Assamblea Nacional Catalana (ANC) ha sido muy crítica con la falta de unidad entre los partidos independentistas. ¿Cómo se puede recuperar la confianza de las bases soberanistas?
La ANC puede desarrollar las acciones que considere oportunas, pues también ha tenido que resituarse ante la sacudida que representó el 1 de octubre y el inicio de la escalada represiva por parte del Estado. Pero dicho esto, considero que tiene que recuperar su visión transversal y, sin dejar de presionar a los partidos, ejercer de actor colaborativo en la causa independentista, ya sea promoviendo candidaturas soberanistas –como ha hecho en la Cámara de Comercio de Barcelona o en las principales universidades públicas–, o fortaleciendo la Intersindical-CSC. Más que fiscalizar y entrometerse en la política partidista, creo que su función primordial es atraer a nuevos sectores favorables a la República.
¿Qué otros retos tiene ERC para esta legislatura?
Reforzar la escuela inclusiva para adaptarla a una enseñanza cada vez más diversa; hacer de la cultura un agente económico de primer orden, sobre todo en el campo audiovisual; y proveer de oportunidades a todas las familias en situación de pobreza o exclusión social. Y, ligado a eso, modernizar la democracia representativa con una ley electoral que favorezca la participación y se adecúe a la nueva realidad demográfica. Mientras nos fortalecemos para un nuevo embate con el Estado, hay que poner toda nuestra pericia para mejorar el día a día de los catalanes y catalanas.