Raul Bogajo

El cura, el armador, el futbolista y el Kaiser: las cuatro palas de ‘Hélice’

Mikel Begoña e Iñaket vuelven a acercarse en ‘Hélice’ a las costas de nuestro pedacito de historia en un cómic de intrigas bélicas que enredan a la burguesía naviera de Bizkaia, al clero nacionalista, al Athlétic de Pichichi y a los submarinos alemanes del Kaiser durante la Primera Guerra Mundial.

Portada del cómic ‘Hélice’. (GARA)
Portada del cómic ‘Hélice’. (GARA)

Un carguero que transporta mineral de hierro desde el puerto de Bilbo a Glasgow torpedeado por un submarino alemán; un submarino que tiene problemas con la hélice; un conflicto entre germanófilos y aliadófilos y entre un nacionalismo vasco incipiente y dividido entre un sector más tradicionalista y otro de corte liberal, eufemísticamente llamado moderado, cuya moderación depende de lo que las ideas aporten a su hucha; un partido de futbol  de rivalidad fraternal entre el Athletic de Pichichi y Belauste y el Arenas de Jauregi. Estos son los elementos de ficción entretejidos en el contexto histórico de Hego Euskal Herria durante la primera Gran Guerra  y que sirven al guionista Mikel Begoña y al dibujante Iñaki Martínez, Iñaket, para hilar una trama de suspense entre las bambalinas de la historia de principios del siglo XX. ‘Hélice’ o ‘Helize’, publicado a la vez en castellano y en euskara por la editorial Harriet, es la última colaboración de este tándem creativo que parece haberle cogido el punto al oficio de hilar tramas de ficción sobre el bastidor de la historia más cercana.

Corre el año 1917 y, en pleno recrudecimiento de la primera Gran Guerra, la burguesía naviera de Hegoalde, aprovechando la coyuntura de neutralidad del estado,  hace crecer sus dividendos al albur del comercio con Inglaterra y la creciente demanda de mineral de hierro para atender las necesidades del conflicto. Una burguesía que ve crecer el precio de sus fletes y de sus beneficios en el bisnes de la guerra de manera proporcional a lo que lo hace el riesgo de que los barcos acaben en el fondo del mar, hundidos por los submarinos del Kaiser alemán que bloquean el tráfico de mercancías con destino a isla. Por supuesto obviando en este lucrativo negocio el factor humano y disimulando en la balanza de costes y beneficios la vida de los marineros que se juegan el tipo rumbo a las costas británicas.

59 barcos hundidos

Se estima que durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial fueron hundidos 59 barcos y perdieron la vida 68 marineros a pesar de esa especie pacto humanitario en el que se intentaba generar el menor daño de vidas posibles y en el que, en ocasiones, el barco capturado y hundido lo era tras poner a salvo a su tripulación en embarcaciones muchas veces remolcadas por el propio buque agresor hasta las costas, un aspecto que también recoge la trama del cómic.

Este marco histórico sirve a Mikel Begoña para narrar en ‘Hélice’ la historia de un sabotaje que, con la venia de la ficción, nos regala un fresco de la realidad política y social vasca de principios del siglo XX.  Un carguero vasco hundido por un submarino alemán que a su vez tiene problemas con  la hélice del título y que se esconde en la costa de Bizkaia esperando ayuda desde tierra de los simpatizantes vascos, menos simpatizantes, hay que decirlo, con la causa alemana que con la causa irlandesa. Una trama que sirve para medir el clima de recelos y tensión de la época entre dos cosmovisiones enfrentadas: la tradición católica de corte Carlista, encarnada en el figura del párroco don Tomás gran defensor de la causa católica irlandesa y por ende de la causa germanófila en la consabida prebenda de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos, y la nueva burguesía nacionalista de corte liberal, más pendiente de su bolsillo que de los asuntos del cielo, y abanderada por el personaje de don Felix, alterego del naviero bilbaino Ramón de la Sota, uno de los grandes magnates y beneficiarios históricos del tráfico marítimo de mineral de hierro con Inglaterra durante la guerra.
También el futbol de la época como evento social está presente en ese partido de máxima rivalidad entre el Athletic y el Arenas. La grada y el césped mantenían cierta equidistancia en aquel balompié o, por lo menos, menor a la del Olimpo actual donde habitan los modernos dioses del balón; los astros futbolísticos de principios del XX lucían con la misma intensidad y pasión en el campo de lo que lo hacían, junto a sus parroquianos, en las tabernas.

Begoña ha tirado del hilo de un recuerdo de la infancia, un abuelo que había naufragado durante la Primera Guerra mundial en el Asón, un barco hundido por submarino alemán, para narrar, en clave de aventura y con la agilidad que aporta el tebeo, un tiempo histórico que siempre parece mucho más cercano cuando lo trabaja el guionista bilbaino en sus textos. Por su parte, Iñaket, con esa capacidad de síntesis en el detalle y agilidad en la línea, hace que el cómic adquiera un ritmo de lectura frenético. Como ya hizo en ‘Tristísima ceniza’ y la cita gráfica al cartelismo ruso y al expresionismo alemán, esta vez el dibujante bilbaino fija sus lápices en el tebeo de aventuras franco-belga y, especialmente, en las aventuras de Tintín y el ritmo de las viñetas de Hergé.

‘Hélice’ es la última colaboración de estos dos creadores que desde 2008 nos vienen regalando viñetas de nuestra historia más íntima, muchas veces barrida como anécdota de polvo bajo la alfombra de los grandes hechos pero jugosa cuando se le sabe entrar al detalle.

Begoña e Iñaket ya  demostraron cómo sacar prenda narrativa de otros jirones de la historia en ‘Tristísima ceniza’ (Norma 2011), cómic que abordaba los últimos coletazos de la Guerra Civil en el monte Sollube entretejida con otra historia, esta de amor, entre Endre Ernö Friedmann y Gerda Taro o, lo que es lo mismo, la pareja de fotógrafos que oculta la firma de Robert Capa, y ‘El pico de los cuervos. Matar a Franco’ (Norma, 2012), sobre el caso de los anarquistas Joaquin Delgado y Francisco Granado, torturados, acusados y condenados a garrote vil sin pruebas. Por cierto, impagable la mención en ‘Hélice’ a Tales y Nico, primera serie de cómic en euskara, publicada en el semanario ‘Euzko Deya’.