Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

La Comisión Técnica del LABI sostiene que se han cumplido los objetivos

El Plan Bizi Berri II ha cumplido los objetivos que se marcó en octubre. Así lo creen sus autores, que han actualizado el documento que guía la respuesta a la pandemia. Argumentan, por ejemplo, que no ha habido confinamiento ni ha colapsado el sistema. En este tiempo se han producido 1.600 decesos.

Jonan Fernández, coordinador de la Comisión Técnica del LABI.     (Jaizki FONTANEDA I FOKU)
Jonan Fernández, coordinador de la Comisión Técnica del LABI. (Jaizki FONTANEDA I FOKU)

La reunión del Consejo Asesor del LABI fue aprovechada ayer para presentar la tercera versión del Plan Bizi Berri, que sucede a las redactadas en primavera (mayo) y otoño (octubre), y que va a servir de guía para la actuación contra la pandemia por parte de de las instituciones de la CAV hasta el mes de junio.

Se trata de un documento extenso, en el que se plantean algunas medidas expuestas anteriormente, como el adelanto del toque de queda a las 20.00 horas, o incluso a las 18.00, «en circunstancias extremas», pero del que llama la atención el tono elogioso del trabajo propio y que insiste en más de una ocasión en que se han cumplido los objetivos marcados hasta ahora.

«El balance del Plan Bizi Berri II permite constatar que los objetivos fijados fueron adecuados y que, además, han podido cumplirse», se afirma por ejemplo en uno de los párrafos. Teniendo en cuenta que aquel plan se presentó el 2 de octubre, y que desde entonces en la CAV se han sufrido dos picos pandémicos muy fuertes –el segundo es el que se está viviendo ahora–, cabe preguntarse cuáles son los objetivos básicos que la Comisión Técnica del LABI, dirigida por Jonan Fernández, cree cumplidos. El documento los enumera así: «limitar la transmisión del virus, evitar la vuelta al confinamiento, el colapso sanitario, el coma económico y el aumento de las brechas sociales». 

Cada cual es libre de poner el listón donde quiere, pero teniendo en cuenta que durante la segunda ola han fallecido en la CAV dos mil personas, más que en la primera, y la mayoría a partir de octubre –1.600–, decir que se han cumplido los objetivos denota un nivel de autoexigencia bastante laxo.

De hecho, los autores parecen querer justificar su valoración cuando señalan que en estos meses la CAV «se ha movido en datos de evolución epidemiológica menos altos que la media de las Comunidades Autónomas y de los países de nuestro entorno europeo», y añaden que aunque «esta constatación no resta gravedad a la situación atravesada» es «un dato de contexto que debe ser considerado a la hora de evaluar el Plan Bizi Berri II».

Cohabitación con el virus

Lo que ocurre es que, partiendo de esa lectura, el Plan Bizi Berri III apuesta por mantener a futuro esos mismos objetivos, aunque «con un plus de exigencia y ambición en su consecución». Y visto el precedente, podría ocurrir –esperemos que no– que se vivieran otras oleadas como las de otoño e invierno, con iguales consecuencias, y que el LABI hiciera otra vez una valoración positiva en junio porque no ha habido confinamiento ni se ha colapsado el sistema sanitario.

Porque, otra de las cosas que se desprende de el documento es que mantiene la estrategia de «hacer posible una cohabitación sostenible con el virus», pese a que cada vez son más los expertos que lo dan por imposible e insisten en ir hacia un esquema de «cero covid».

Los autores, sin embargo, sostienen que «salvo China y algunos territorios insulares, no hay un país o región que haya conseguido mantener de modo estable su Tasa de Incidencia Acumulada en 14 días por debajo de 60/100.000 habitantes», y que «no hay un modelo que pueda considerarse diferencialmente eficaz y que pudiera tener aplicación mimética en nuestro país. No hay fórmula mágica».

Con ese argumento, añaden que «frente a este virus, sin un confinamiento domiciliario estricto o bien sin una inmunidad de grupo por efecto de la vacunación, situar para el Escenario 1 un objetivo de trasmisión local de incidencia cero no constituye una probabilidad realista».

Pero es justo a esa opción a la que se agarró ayer Australia para decretar el confinamiento de 6,7 millones de personas tras haber detectado trece casos. En ese país, insular, sí, pero con 25 millones de habitantes, se han registrado 29.000 contagios, por más de 150.000 en la CAV.

El inicio de la segunda ola

La Comisión Técnica del LABI opina que la CAV no está afrontando una tercera ola de la pandemia, sino que se halla «en una segunda ola que, hasta el momento, ha tenido tres picos epidémicos de tendencia ascendente». El primero, entre julio y agosto; el segundo, entre octubre y noviembre; y el tercero, entre enero y febrero. 

Coincide en este sentido con lo que se apuntaba en un análisis publicado en estas páginas el 1 de febrero. Lo que ocurre es que el documento sitúa el inicio de la segunda ola el 15 de julio, cuando lo cierto es que para entonces la cifra de contagios llevaba días al alza. Puede padecer algo anecdótico, pero elegir esa fecha para fijar el inicio de la segunda ola permite situar fuera de ese contexto de alerta pandémica las elecciones autonómicas celebradas el 12 de julio, apenas tres días antes.

Lo cierto es que esde el punto de vista de la situación epidemiológica no se puede argumentar que hubiera gran diferencia entre el día 9, el 11 o el 15 de julio, y este diario ya advirtió, el mismo día 12, fecha de los comicios, que «la CAV iguala el número de positivos del inicio de la desescalada». Pero situar el inicio de la segunda ola antes de la cita con las urnas le habría hecho un roto a la versión oficial.

A este respecto, en el Plan Bizi Berri III se afirma que «entre primeros de mayo y el 15 de julio de 2020, la Tasa de Incidencia Acumulada en 14 días se mantuvo por debajo de los 50/100.000 habitantes», lo que «permitió, entre otras cosas, que el 12 de julio se pudieran celebrar las elecciones». Pero según los datos de Osakidetza, la incidencia casi era la misma el día 12 –11,06– y el 15 –15,17–, de modo que el argumento de haber alcanzado los 50 casos no sirve para fijar ahí el inicio de la segunda ola.

Lo cierto es que la incidencia empezó a subir el día 6, y por tanto habría sido más correcto empezar a contar desde ese día.